Hace ya un buen rato que ando dando vueltas entre la cama y el living-comedor y tocando el baño de pasada, que el enjuague bucal, que la crema curativa, que el espejo siempre pálido, que un buche de agua oxigenada y sigo paseándo entre relatos construidos a la hora del té, medio en huesos, medio vestido de oficina soplando palabras e ideas que pasan y algunas se quedan enganchadas de la pared, otras del techo y casi siempre quedan algunas para alternar con los sueños y sus piezas.
En ese esquema entran también los recuerdos que como viejas ruleteras me hacen una mueca y se desprenden de la realidad, media hora después encontré un Sylvapen y todas las palabras se amontonaron muertas de amor, aquello era una historia del alma, había mucha gente en el sueño, todos cantaban y se esfumaban y daban vueltas y entraban en otras sombras que eran de tu cuerpo de kir royal, atravesaban todos los cuentos, todos los poemas y cosas así, sin necesidad de explicar la lectura ni los diferentes elementos que originan un tipo de actividad.
En ese esquema entran también los recuerdos que como viejas ruleteras me hacen una mueca y se desprenden de la realidad, media hora después encontré un Sylvapen y todas las palabras se amontonaron muertas de amor, aquello era una historia del alma, había mucha gente en el sueño, todos cantaban y se esfumaban y daban vueltas y entraban en otras sombras que eran de tu cuerpo de kir royal, atravesaban todos los cuentos, todos los poemas y cosas así, sin necesidad de explicar la lectura ni los diferentes elementos que originan un tipo de actividad.
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