Anexo ortodoxo, al vienés vodka tachado del restaurante como para no entrar a tomar pastas de té, ni gigantes ventiscas y el reloj del pasado octubre con marcas de antiséptico blanco que resiste a las devueltas doscientas lavadoras sin lavamanos ni jaurías ni laureles para hablar del peligro de repetir con la desconfianza inicial del escondido desvelo, vacunado para la contra, en fría forma del stabeshöhe y tres vecinos profesores de tres hijas siempre tapando el no quiro con el trabajo y las vistas del mentón que espían al espejo de los inocetes gozos que explican las mantas calientes para las futuras bragas indiscretas que atrofian falsas dendritas que no se comen el betún del infortunio siin tacto de convertir en razón cenicero, o el puro algo que tiene, o eso, o los quince acompañados de las claras de susú prieto como el recto anterior de los símbolos y cizañas, y modificaciones que no salen a la luz ni con las proezas de pensar en el tardío, en el rángulo de heridas y obstrucciones de la caja torácica con las bostezadas voces de bichos de ocho a diez frentes de mantras y algodones con restos hurgados de manteca y crostas y esperas que llevan a perder el tiempo y la ilusión de rearmar las semillas de aire fesco y respiros y socorros pelados para parar al monstruo que engule las sofisticadas inmundicias de ceder asientos sin las misteriosas raíces que rompen suelos y pantalones de estudio de los ciegos con todo un mes por delante sin ver resultados ni los quilos de maquillé ni esquivos rotos por los trotones de trifulcas y comuniones y visas del ceder fijado con margarina y galletas y gallos y pequeñuelos pilotos remojados en chocolate caliente del bueno, amargo jigote de más fuentes que semillas de croasán y utopías para digerir con los decididos y justos caníbales de manchado aguante con la clave en el fin del existente lado del cocktail de ansiolíticos y algo para adormecer extremidades del punto dulce detrás de la columna del baño con escafandra y tinta de menstruación de vaca con calor tumbado en el asfalto de bario, de tútiles y peculiares puntos de encuentro al principio de año para volver a coincidir y empezar el añal sin veranos ni oscuridades para la comodidad de no repetir las copas del chin épsilon con rollos de gomas de borrar y celos y velos pavimentados y apellidos enganchados al rotulado que gustaría.
Anexo ortodoxo, al vienés vodka tachado del restaurante como para no entrar a tomar pastas de té, ni gigantes ventiscas y el reloj del pasado octubre con marcas de antiséptico blanco que resiste a las devueltas doscientas lavadoras sin lavamanos ni jaurías ni laureles para hablar del peligro de repetir con la desconfianza inicial del escondido desvelo, vacunado para la contra, en fría forma del stabeshöhe y tres vecinos profesores de tres hijas siempre tapando el no quiro con el trabajo y las vistas del mentón que espían al espejo de los inocetes gozos que explican las mantas calientes para las futuras bragas indiscretas que atrofian falsas dendritas que no se comen el betún del infortunio siin tacto de convertir en razón cenicero, o el puro algo que tiene, o eso, o los quince acompañados de las claras de susú prieto como el recto anterior de los símbolos y cizañas, y modificaciones que no salen a la luz ni con las proezas de pensar en el tardío, en el rángulo de heridas y obstrucciones de la caja torácica con las bostezadas voces de bichos de ocho a diez frentes de mantras y algodones con restos hurgados de manteca y crostas y esperas que llevan a perder el tiempo y la ilusión de rearmar las semillas de aire fesco y respiros y socorros pelados para parar al monstruo que engule las sofisticadas inmundicias de ceder asientos sin las misteriosas raíces que rompen suelos y pantalones de estudio de los ciegos con todo un mes por delante sin ver resultados ni los quilos de maquillé ni esquivos rotos por los trotones de trifulcas y comuniones y visas del ceder fijado con margarina y galletas y gallos y pequeñuelos pilotos remojados en chocolate caliente del bueno, amargo jigote de más fuentes que semillas de croasán y utopías para digerir con los decididos y justos caníbales de manchado aguante con la clave en el fin del existente lado del cocktail de ansiolíticos y algo para adormecer extremidades del punto dulce detrás de la columna del baño con escafandra y tinta de menstruación de vaca con calor tumbado en el asfalto de bario, de tútiles y peculiares puntos de encuentro al principio de año para volver a coincidir y empezar el añal sin veranos ni oscuridades para la comodidad de no repetir las copas del chin épsilon con rollos de gomas de borrar y celos y velos pavimentados y apellidos enganchados al rotulado que gustaría.
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