
In farandis. Próximamente, en exclusiva, a cada momento un movimiento súbito, y la ventana con un rifle retocando frente al tocador para no buscar nada en la charcutería. Sólo hielo, hiel, alguna herencia de la futura difunta bajo ansias indefinidas por mil intentos de salir oculto, en contra y tres cuartas partes de más, del frasco envenenado junto a la barbie embalsamada a punto de hacer trizas y obsequiarlas con restantes, chirriantes ruiditos extraños, sólo uno de los dos. Volados, dorados, en compañía de perfectos endecasílabos blancos, más fervosos, tímidos, discretísimos, casi en silencio, sin apenas añadiduras, sonetos, corresponsales editados dirigiendo cada paso, sumado a su perfume incauco, desaparecido, o peor que eso, gozando bajo el chorro de leche condensada con galletitas de mantecol al dulce de leche, leche, leche, leche, cuatro veces, cinco, seis, ochenta, y más chorrillos profundos a la garganta que penetran su sabiduría y la transtornan variándola excesivamente para mejorar y empeorar causas y consecuencias de la vie, if you want...
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