Suave, excitante felicidómetro, divus, sorrentino con notorio retraso, varias historias concernientes en puntos divergentes a diario, a duras y luego el maquillaje, febrero del 86, cartas y regalos, nuestras gentes, respetos, rimel, sombra de ojos, cofia, falda satinada, retrocedida por la sensación erótica de la mamadera, a cualquier rendición excitada al máximo frotada por polvorones y coitos persas, el rostro de toda la noche, el silencio, siempre, el amante desnudando el best sellers, hasta los antiguos chupuceros dando y mirando la piel como hundida, repetida, uruguaya, no se si la muchachada repite doblemente pulbódrum con maquillaje y malestar cuando salta la chispa y se viene abajo del andén de cualquier best seller tan a palacio como el bárbaro más joven de Susa, de gente incorregible al recrudecerse a los doce años, saboreando fluidos y viagras de cada mando de cada pubis pensante, de cada cunilingus, repeticiones de no sé cuales divos y silencios que empapan casi las cinco horas y cero minutos inyectados en fruta interior de mármol, o algo para regalar de consumo o dopaccio por 174, y las jotas, cena popular, juegos de noche, cátedras, empalmamientos comisionados mal vistos, efectos cercanos, latentes como mariposas adolescentes destornilladas al rebufo dermatológico al tiempo de reiniciar la máquina infernale y aquella inspiración que cree recordar cada raw y cada tiempo perdido antroposófico de juicios y violencias metafísicas y silencios codificados en actitud ausente.
Suave, excitante felicidómetro, divus, sorrentino con notorio retraso, varias historias concernientes en puntos divergentes a diario, a duras y luego el maquillaje, febrero del 86, cartas y regalos, nuestras gentes, respetos, rimel, sombra de ojos, cofia, falda satinada, retrocedida por la sensación erótica de la mamadera, a cualquier rendición excitada al máximo frotada por polvorones y coitos persas, el rostro de toda la noche, el silencio, siempre, el amante desnudando el best sellers, hasta los antiguos chupuceros dando y mirando la piel como hundida, repetida, uruguaya, no se si la muchachada repite doblemente pulbódrum con maquillaje y malestar cuando salta la chispa y se viene abajo del andén de cualquier best seller tan a palacio como el bárbaro más joven de Susa, de gente incorregible al recrudecerse a los doce años, saboreando fluidos y viagras de cada mando de cada pubis pensante, de cada cunilingus, repeticiones de no sé cuales divos y silencios que empapan casi las cinco horas y cero minutos inyectados en fruta interior de mármol, o algo para regalar de consumo o dopaccio por 174, y las jotas, cena popular, juegos de noche, cátedras, empalmamientos comisionados mal vistos, efectos cercanos, latentes como mariposas adolescentes destornilladas al rebufo dermatológico al tiempo de reiniciar la máquina infernale y aquella inspiración que cree recordar cada raw y cada tiempo perdido antroposófico de juicios y violencias metafísicas y silencios codificados en actitud ausente.
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