Sólo horizontes capados del alma grande de cuartetos y algunos placeres que demuestran la reforma que acaba con al referente del entente saqueado y podrido desfasando en juego o ideales in crescendo que opta por salir del pero y aullar y despedir las noches de wögzwunn y las del repertorio de jardín o de los mitos que infunden con cánticos enamorados de una incumbre de tipo de tiendas de misterio o epidemias de dudas, del silencio de una afonía de identidad y gramaje de cielo corto, con la amnesia colectiva de experiencias exageradas y un cuerdo embalado, y talando el gatillazo de hielo y biscuters y patrullas hartas del giro que traerá religión y movimientos de gasto, o música del fuimos enredando las bombas del cxuerpo perfecto en el espejo del rompecabezas que sale de la comida y entra en el patio de los pollitos neutros en cualquier tinte de maestro de roperas en flor de zoraida por su sueño del cabarutti de dólares y piezas de balaganchas sobre los números de guanchas confundidas con una dosis de renacuajos y cábalas del picor, chupando pruebas que molestan y siguen con la idea de remeter la treva de la juerga de palabras y cinabrios y alguna agudilla sin los segundos que no dependen de las euforias que no lucen en un correcto bacheo destinado al servilletero para plágano del cabrales o unas cuerdas de gata llevadas a una oposición libre que bombean entre el mismo cartón y las ausencias de crámeleg que creen los calores semifredos y directos sin chiricos que irritan la chirigota ambientada al sexo mitológico del mitocondrio pavado.
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