Códova inmunda carioca, criolla darnú chans del sodré, del sobre amarillento, plantío, al sin marca fumando frío y cuando quiere despega la nalga babélica, y la congoja que era noche súbita, la muerte lejana, la que arna el olmedo de aromas, de las pocas y gustosas orquídeas en contacto con el sustento de torceduras de los temores que me siguen presentes y me vuelven a presentar esa parte de la canción con sus significados y las pausas aún tíbias y flecos y las volvía a sacar y repetía la lentitud que casi roza el extracto de budines y contrapuntos morones, y polvo de su boca, parvadas de chachalacas y gremios recreados con frecuencia aunque transtornados en la espalda del camarote; ignoro lo irregular hecho de asaltos y temblores limpios, muy diversos contables con la propia saliva enrabiada con la idea ida de éxitos desperdigados en la sombrienta palabra fija, controlada, comprada por aquellos cuatro brazos que ironizan mi impaciencia disoluta, dormida a la llamada de placer con garantías para seguir con meros curiosos y ases metrosexuales ya en ciernes y demencias y códovas cariocas y gasas en la narración darnauchans.
Códova inmunda carioca, criolla darnú chans del sodré, del sobre amarillento, plantío, al sin marca fumando frío y cuando quiere despega la nalga babélica, y la congoja que era noche súbita, la muerte lejana, la que arna el olmedo de aromas, de las pocas y gustosas orquídeas en contacto con el sustento de torceduras de los temores que me siguen presentes y me vuelven a presentar esa parte de la canción con sus significados y las pausas aún tíbias y flecos y las volvía a sacar y repetía la lentitud que casi roza el extracto de budines y contrapuntos morones, y polvo de su boca, parvadas de chachalacas y gremios recreados con frecuencia aunque transtornados en la espalda del camarote; ignoro lo irregular hecho de asaltos y temblores limpios, muy diversos contables con la propia saliva enrabiada con la idea ida de éxitos desperdigados en la sombrienta palabra fija, controlada, comprada por aquellos cuatro brazos que ironizan mi impaciencia disoluta, dormida a la llamada de placer con garantías para seguir con meros curiosos y ases metrosexuales ya en ciernes y demencias y códovas cariocas y gasas en la narración darnauchans.
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