Fórfolo, farfán rej, e golfos dilucidados, unas mínimas al mes trescientos, al pompóm que pegá preguntas y ordas sublimes, cloendas cronos y ganar a banda y cien paspuntes en primera persona, y en segundas ascendentes de todos los olores recogiendo el testimonio de la tésita y el promenade de dibujos y festejos de semestres y jamás la muerte anunciada que no está decidida aún por cada móvida de detallitos que sobreviven al margen de fábulas de leones y de la palabra espérate para comer carroña del susurro que ruje sin merecerlo ni mecer a la intemperie que cumplir despistada y fiel que eriza y no se graba ni el momento de ausencias y el delirio que necesito para hablarte de estrategas de un hola del licor de musa ocre vacilando en las sombras que ni sueñan en el caminar enfundado en un puñado de versos y canciones tratando de salir del capricho y entrar en el quizá mañana ya escrito en plumejo y con caligrafía que colecciona conmigo cada escalofrío y cada fórfolo en el abrazo de la anestesia.
Fórfolo, farfán rej, e golfos dilucidados, unas mínimas al mes trescientos, al pompóm que pegá preguntas y ordas sublimes, cloendas cronos y ganar a banda y cien paspuntes en primera persona, y en segundas ascendentes de todos los olores recogiendo el testimonio de la tésita y el promenade de dibujos y festejos de semestres y jamás la muerte anunciada que no está decidida aún por cada móvida de detallitos que sobreviven al margen de fábulas de leones y de la palabra espérate para comer carroña del susurro que ruje sin merecerlo ni mecer a la intemperie que cumplir despistada y fiel que eriza y no se graba ni el momento de ausencias y el delirio que necesito para hablarte de estrategas de un hola del licor de musa ocre vacilando en las sombras que ni sueñan en el caminar enfundado en un puñado de versos y canciones tratando de salir del capricho y entrar en el quizá mañana ya escrito en plumejo y con caligrafía que colecciona conmigo cada escalofrío y cada fórfolo en el abrazo de la anestesia.
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