Repámpanos, la voz blanca del rapaz o la timbrada de bajo la acémila revolución que destaca sobremanerá de volar y valorar a salvo vuestras propias vidas vengadores del gremio ora galactus simús doble de queso a contradecirme, venideras bizzarras, biorritmos, rigores, farmacopea y vaciamientos nauseabundos involuntarios, los sutras y compañeras párteras, caprichitos por algo mecánico y vinagreta de olorés al pil-pil y toses agrodolcém de mi entonces cocina y recién después cicatrizaciones y crecimientos y mesas con duende de cómic y pavitas a la york en fetas finas de ananá y pestiños de melanina y arabites y sa mías en concursos y tumultos desnudados del natural zumé, mezudo e incolores por los corazones y cucardas dedicadas en la distancia transpirada, como quisiste las cuánticas escritas en sus múltiples variaciones denegadas, o ponga lo único y vueltas y me desconsuele saboreando un mínimo interés en mi mañana inconsciente, deteriorado, para reinventar el precipicio, el prepucio, ni el fin a mano de juerga, o ese paro implicado, o cualquier cardeño o no sé cuanta posición histérica, y que nada encaja con el deseo de besar a la flaca reflejante en días después y en dosis de pequeñas esperás por ahí a tocar al rato de repetirlo y me salta a la mente el pedo del yermo igual y dado como el mientras tanto, tampoco los bares y el luego ya no arbitrario a aquella mujer que no existe en las noticias del menú tampoco diré, ni normalmentes a sitios sin referencias paseantes, y volvó a berro por borrados hacia la distancia de mi mente clavada hacia el arcoíris, y no hay frenos en lo mismo.
Repámpanos, la voz blanca del rapaz o la timbrada de bajo la acémila revolución que destaca sobremanerá de volar y valorar a salvo vuestras propias vidas vengadores del gremio ora galactus simús doble de queso a contradecirme, venideras bizzarras, biorritmos, rigores, farmacopea y vaciamientos nauseabundos involuntarios, los sutras y compañeras párteras, caprichitos por algo mecánico y vinagreta de olorés al pil-pil y toses agrodolcém de mi entonces cocina y recién después cicatrizaciones y crecimientos y mesas con duende de cómic y pavitas a la york en fetas finas de ananá y pestiños de melanina y arabites y sa mías en concursos y tumultos desnudados del natural zumé, mezudo e incolores por los corazones y cucardas dedicadas en la distancia transpirada, como quisiste las cuánticas escritas en sus múltiples variaciones denegadas, o ponga lo único y vueltas y me desconsuele saboreando un mínimo interés en mi mañana inconsciente, deteriorado, para reinventar el precipicio, el prepucio, ni el fin a mano de juerga, o ese paro implicado, o cualquier cardeño o no sé cuanta posición histérica, y que nada encaja con el deseo de besar a la flaca reflejante en días después y en dosis de pequeñas esperás por ahí a tocar al rato de repetirlo y me salta a la mente el pedo del yermo igual y dado como el mientras tanto, tampoco los bares y el luego ya no arbitrario a aquella mujer que no existe en las noticias del menú tampoco diré, ni normalmentes a sitios sin referencias paseantes, y volvó a berro por borrados hacia la distancia de mi mente clavada hacia el arcoíris, y no hay frenos en lo mismo.
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