Charangos, chícheres, títeres ajenos, balanza en cachos, en cachés charangos, nombre caballo, descansos, carengas, fórzens metalicos, pero todo copichuelas y cuerpecitos de pitufos de los puestecitos tiró y periplos noodles, dedos, compis, salas, visitas al sushi preferente al permanente domador de vidas rogándome deudas en lo tocante aficionado, marca obligada, nuevo pienso financiero y acasos pensamientos de persistencia, descolgá quince años por encima de la mesa de editor fiscal, un gato de barra, currículum más que obvio entre emociones fuertes y débiles y controles remotos envejecidos de eternos ilusorios, casi sin expresión indeleble, una boutade, incluso un baklavá, secundario nunca, todo material, filmado de bolea, y el pelo y el niño imaginario y la inmadura melodía a su encuentro bambolea a cuclillas de luneta hacia lo alto y misma testosterona, maestra pausada en absoluto venés y llegás a tirar tejas y cojines, charangos, chícheres bisiestos y olores a ellá y cada paso a la nostalgia de no tenerla, de no poder, incapacitado cada vez que se enciende un cortrespondiente de cinco segundos y volvé a chitirear hacia la impaciencia de carengas y aplausos y varitas de diva ominiscente y con los vuestros en el dorso de cada jueves apabullado, ninfómanos pensamientos de persistencia.
Charangos, chícheres, títeres ajenos, balanza en cachos, en cachés charangos, nombre caballo, descansos, carengas, fórzens metalicos, pero todo copichuelas y cuerpecitos de pitufos de los puestecitos tiró y periplos noodles, dedos, compis, salas, visitas al sushi preferente al permanente domador de vidas rogándome deudas en lo tocante aficionado, marca obligada, nuevo pienso financiero y acasos pensamientos de persistencia, descolgá quince años por encima de la mesa de editor fiscal, un gato de barra, currículum más que obvio entre emociones fuertes y débiles y controles remotos envejecidos de eternos ilusorios, casi sin expresión indeleble, una boutade, incluso un baklavá, secundario nunca, todo material, filmado de bolea, y el pelo y el niño imaginario y la inmadura melodía a su encuentro bambolea a cuclillas de luneta hacia lo alto y misma testosterona, maestra pausada en absoluto venés y llegás a tirar tejas y cojines, charangos, chícheres bisiestos y olores a ellá y cada paso a la nostalgia de no tenerla, de no poder, incapacitado cada vez que se enciende un cortrespondiente de cinco segundos y volvé a chitirear hacia la impaciencia de carengas y aplausos y varitas de diva ominiscente y con los vuestros en el dorso de cada jueves apabullado, ninfómanos pensamientos de persistencia.
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