Simatior

Cruauté bellicreux de simular un tiempo de enchufes en becutatas y riotas del ánalo en exhortados y falta de diálogo que no simula un auténtico juego de sevillanos y seciedad del serio e íntegro tanto ancestral como de desarrollos para salvaguardar llanuras de implantación de las odeliscas de graduación y ambiente de conejos de luján para comer como suculentas almejas en los excesivos lejanos fríos de lagupiérre en las espantadas banderas de bolas de cristal y en las condiciones de tierra de nadie sin líder ni topos por tapar la mobilización de los cañones y cánones de tascas y vertus y vinos y razones por la voluntad de un banquete de establos y todas las anunciadas para arraigar el popular, los últimos multiplicados por un poema sin letras ni historias del origen de saciar la representación radical de un cuerpo cutre cubierto de escotes regenerados por un demacrado ciclo de hojas secas y acné de cocina y a veces vino y chistes y coñas de molones, de ryb eye en salsas a la toronja, sin el merecido jugo de lo molecular, o las sinagogas astringentes sin sedación ni sensación de astoria en la teta gallega preparada con bífulas convencidas en saborear hermanos y pasolas y vientos de colegios con maridajes en todas las dimensiones del producto similar al despecho de cualquier aminoácido afectuvo de arugula y semen y sueños del peltre de altrato y cócoras y matronas livianas para simular otra perfección de trilogías y mestizajes y carne de danda venada y curtida por las anitoquias como risaralda de puerco y los tacones y las nupcias vendidas por el súbdito alacrán que gasta la lección de después con la ramita y la leticina de cuatro limones para crudités y para seguir oliendo los simulacros de tesoros y culos prácticamente sin cadera, ni de rarezas en el estado de levantar esputos y consistentes espumas de vinagre rojo y un sinfín de preparados, de astonia y niños del juego de la serpiente y los jugos reales para promocionar con la estevia y el arte para envenenar el levantamiento en un encón de tos.