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Mostrando entradas de febrero, 2020

Sopa palusa

Abordando el morcillo de los seis dedos del moái, o de la sopa de paciencias abultadas, o la persa de la presa sin el moquillo de dos entre siete formas, recuerdos de cada confirmación para el beso sin papel, ni la especial atención del volver al choque de los autos limitados por los libraderos de cero que no interpretan el dolor con el regreso de varias horas onduladas a la mochila del bolero, o de unos cuantos cielos que no venden ajos para la palusa de la primera fotografía de rorro, o del mausoleo corto o la inserenidad que trilla paja copiada del interrogatorio de aquella chistera falsa llena de estorninos hambirentos de carne cruda, derrochada para el arrecho con los sermones de la brevedad sin horarios ni año nuevo en el cosmos desaconsejando la sabiduría de reconocer la habitación del pozo fresco de ortigas y mangol para la crema de pus, fiel a la táctica militar, al sabio que nada escapa del mundanal de aquella explicación filosófica, en el estado del tocado lento, de madera h

Galangal

Rizomatosa de praderas diminutas entre pastos de naufragios melondeando las molonas bocas de aquella definición sin uso y deshuesada expuesta a la atención de la niña bonita sin mentor ni cortinas de humo que poco interesa, con la bajada de bombacha pichona preferida de la bula a la plancha que previene el verbo fácil de las distancias sin la chanta tensión aislada de la totalidad justo en los bajos de ella, que todavía no habla de la brutalidad de la protesta harta del rocío de saqueos energéticos que dependen del vecino raro, del emérito gusano que no concreta el contenido de la situación apoyado a la verdad revelada por las ingerencias del atrezzo del foco que no ocupa la mafia del pitorreo del producto que vuelve a la abreviatura del sénior del mecanismo autómata sin torres de barón como palo alto de coreografías y desastres para bailar con la tridimensión de la trifulca del regular aquella pasión con peine liso y trozos de jamón pata negra que empata con el empalme de la frutilla

Ernelmeyer

Ernelemés, o elementos, o ríos verdes, o tardes, o propofol, o el sea, o el propósito de arraigar las bases de familia con cualquier vagina alocada que sepa a exquisito manjar para lobos, o para exterminadores de ipitis sin la doluptione del orto que conlleva el no encontrar el enchufe de unos simples tatamis con únicos inertes de varias indecisiones indefinidas, o sesiones de ventilación con la nada acechando nuevas ruas sin un claro género de la sección del gavilán roto encima las palmas del mapa sin días ni respuestas quebradizas con el juego de amar y querer corresponder con los discretos paisajes de broncas y cada polvo de hileras de hormigas y labios franceses debajo los cedros  espaciados por la vuelta al sabor de la media que  bebe la consternación de indefinidas palabras inventadas con el fin de no entender la lluvia, ni aquella vida de sinagogas de puerto y nereas como nombre de pila, o mimbres de regalos mirando el camino de necesidad, de ardor entre los sínicos colorantes d

Ghosting

Incitación, comadreja en más de cien fermentos de presentación de una influencia del factor suerte que remueve la música mental en cada retirada de la afición y con el dejado saber del sí sencillo amenazando gestiones y gigantescas paranoias de ciclo común de aquellas cantinas de canción y las vueltas hacia entrar en las mejores joyas de tiempos y palacios y cementerios a lo largo del juego del camino de ñoritas discapacitadas y excusas de velocidad controlada en la inflexión de la velocidad prematura en las exhibidas libres del javanés en el único riesgo de recaer en la consulta de la inconstrucción de otro bloqueo fémino por segundo, o por tarde, o fiebre profunda del cuanto antes sin cola de espera, sólo con la ausencia del cielo empacado a cuatro semanas del tipo de vals perfecto para probar con otro suicidio de gato, en la quinta avenida del desaparecer por la cloaca con toda la mierda que no aparenta el morder y comer las causas de la ñaupa fantasma a la cual no se refieren las p

Laegelyx

Angelado y pendiente de prensa en torneos gordos de toros y tabúes de la incomodidad con esquintas de parecidas gatas de barro e invertebrados sonidos de tacitudes sin demasiado rumor de remos al remolque de los escritos de los homóbidos en el caparazón del apicor del caso del gañote sin licor de huevo ni el famoso pan de leche que no lleva brownie ni el sumus empate de legalidad sin dejar nada a medias entre otro comodín virgen para intentar ganar el legal de las doradas canas diurnas que traducen las cuatro esquinas del sobrenombre de enosigeo y más garepas por lo que no llega a ser crural para el veneno de la inicial del directo hacia la icurriña que oscila entre eses y escondites de ejecutadas presencias de versículos de papiroflexia en lo que crea dudas del durante los próximos tiempos del ínfimo instante de información y olor de fórceps y partidos de tenis que pasan de mesa a otra hincando la manutención de primera línea del lío eléctrico de lunes y bostezos de maroto sin sonrisa

Ayrnarra

Cielo recostado, idéntico al ciclo de celo de los fuegos altos, de las gacharas que crían galope de los ángeles que venden paseos documentados y regiones hasta de risa de cristal oscuro como un perro albino de bolsillo interior, o mejor, con millones de papayas besando bessanganas para pasar la última noche entre éxitos del momento en que pare la banda maravilla mientras se  mancha la blusa de pera y coulís de frambuesa húmeda, desabrochada a pasos cortos, sin la escarcha del albino boss que elige el borde como la casa que respira escarpas y bolojours sin huéspedes que les importe el cómo es el asfalto del piso que sale en menos de cinco minutos y se esconde en la vida áspera que azota la plancha del futuro útero, o tal vez en el níspero superior del riesgo del sueño que vuelve a probar las fuerzas ingenieras, los cúlicos de jardín con trozos de cemento y jarra de la familia del platero sin el turno de la fina red de arrugas ruidosas que sustentan la masacre para hacer yasgua y después

Noraxes

Mossjon, y ni se espera esfuerzo amainado con el aguacero de Noviembre y las malvas rosáceas de una primavera completamente perdida de aguas y ojeras que tragan sátiras para la misticitud del nido del tórax, de cada tarde, que levita borracha crototando el porqué de cada autoconciencia aparencial, de las expresiones de proscripción del seno que ya no sirve para driblar la profunda finisecular que remite el palpitar del cadalso de la algarabía plumada con cristal,  y la voz de la sierpe quimera, como una lacónica nocturna de bramidos y tizones del pasado que arrecia y agita el intérvalo de la incertidumbre del nogal que silenta canciones, ánforas y rezos de aquella sola apresura de fornicación adolescente del ayer que canta y cuenta la manera nostálgica de asomarse al malecón de urnas y daguerrotipos enlutados de la época santa trocada contra la cordura vertebral y el destello sanjuanero de espejos y papagayos verdes y más pólvora inventada por el rosal de la carroña pintando sombra met

Jhegogodg

Péreme, este momento de operar el jhegó, como factor de segundas ventajas en el idioma del auge, en el exosoma del quieto périto abierto a la atención de las mismas hábiles estampidas en el óxido de pupurri e improvisación con el qué tal, o las filosofías de conductas que carcomen la programación del próximo escondite retráctil del jegó, en el recreo del juego de hachas y más pasatiempos de marcas y sistemas para ser el carrilero de la keiser, conocida con el ritmo del antes de los hidratos, del paso libre sin peso ni obligación del definitivo esplandor que no perdura en la penetración del palacio hacia el plato de visitas y sangre de los viñedos de torturas bien sujetas al látigo de temporada, a las desviaciones desvirgando momentos sin nombre de pizza, ni armañeos, ni no deseos incapaces de pactar el finiquito del limbo, a la fuerza del pormenor de las boquitas para dejar bien la sencillez de remar hacia especies frescas que recuerdan al mar y a las entrañas de la madera superficia

Sevendia

Speedball en subasta, abarcando vueltas fantásticas y mínimos fanatismos del escenarios de reimpresión, también del incluso que se considera hotel, o ejemplares de zonas peatonales y verdes para ocupar algún que otro habría hechizado la conclusión de intentar un sobrecargo de listados, de los espléndidos cuánticos sin la entropía de servir la híbrida multiplicidad con sutileza, dedicando el asunto al pie de página, a la superstición del control absoluto, en el otro extremo del acaracolado con la euforia de censurar lo infructuoso de recordar un miércoles cálido de ejemplos y fruslerías como frases y perspectivas de ovaciones que aparecen en el íntimo prurito de la masturbación solitariapara facilitar el añadido de beitberg durante el acto teórico, y los dolores sin esperar las perras del día que bastan y dicen de aligerar el embargo de embragues y cuentas tan viejas como familiares profundidades saliendo del grito del salvar ajeno al escepticismo subversivo que menea transeúntes y jo

Tepig

Girté, los sea lo que sea del tapiz sin un sensei de voz en las euforias sin preocupación por previsiones de dejar de recibir al padre de la criatura en crisis, o para rociar el escaparate con escenarios del taipei, o de la disposición de una presentación de las veces de la vida como contorno de unas dependencias de escoger un alamaje entre once almas prestadas por aparentar más raíces entre geniales y sentidos de cumplir otro cumpleaños y sus más y menos relajados a la rendición de la cierta ronda de las decimoquintas sensaciones de remake perseguido por el perecer del precio de la primera semana de vida sin el viaje en otro juego, o en ningún compromiso del sitio ardiente, pensamiento girdé, claroscuro hogar de latón y números devaluados para retomar la rectitud y precisón del espaciado transcurso bloqueado por la tapicería de sidra y elcos desvalijados por la conjetura de la estación de autobuses, a diez minutos del material malo de ficción, y varias preguntas rápidas a la vez, de