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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Kilugdurz

Recuerdos hundidos, de no poder seguir con las promesas de veraneo, de un también ya casi sin ilusión, cansado de las rancias maneras de hacer, del tropical tambor que apagará el jumanji, y las antenas sin dieta, ni el contacto invertido en la tensión de llenar la boca de deberes y buen ejemplo de un atrás acompañado del poder aleatorio, del dictamen de la velocidad vital que amplia el desempleo del sector servicio por una prórroga para varias generaciones para replantear el razonamiento del registro reverente con el miedo de la irregularidad financiada por la protección del foco contingente que atraviesa el punto plus de transparencia y líneas maestras administradas sin los detalles que no cuidan la prespectiva de cualquier dosis del nivel de llevar la puerta a la realidad de no saber del plato que impone la importancia de la futura herencia y la correcta información de mecanismos de aquellas ciertas vacunas anti larvas persiguiendo el parecer perverso, el agarrón del cargo de cartas

Beeturia

Misericordias esponjosas, arquitecturas de literatura fantástica para el desafío sin coste, ni aquellas tiendas de nudos que venden preferencias, o descuentos sin horas de distensión de la ansiedad por regresar a la cúspide del garbanzo, del embarazo de cualquier aguja, a punto de cerrar y crear los silencios, la setentena serenata de la carta de bebidas, cóckteles, batidos, cafés, mascarillas, candelas, garlandas, perras de agua, de aquel flojo hablar por hablar que simpatiza con beeturia y lo que no conocen las enfermeras ligeras de los 97 espejos brillantes, sin algunas de las alas de demonio impropio, o macaroon, o masaje verde, o las esencias del písculo, entendidas como menores de edad, como entretenimiento del recuerdo de aquellos días de sequía, sin barba abocada a otra erección pensada por mamar tetas groumet y algo de flores comestibles que se tienen que terminar hoy y las situaciones de salutación, y otra falta de rompedoras voyeur y la locura de otra primavera ochentera, qu

Efecto mandela

Errónea confabulación, extrema lana, merchandising fotografiado por lo que ni siquiera existe, ni está al alcance de muchas bocas, como tetas y algunas otras golosinas de mujer tubo, esculpidas con la precisión de querer el inmerdiato forniqueo, de perro letal, y miel, y colorines del arco iris para representar el puro éxito, la labia, los quilos de quilómetros y quilombos de la continuación del fin de una terrible era de lo que había en las públicas razones de no saber guiar los falsos recuerdos hacia la ayahuasca verdadera, hacia otros efectos de voz y raudiyos cáusicos, casuales, sugestionados siempre por la rapidez de la pregunta forera en cada espectador oso, o en tiánamen, en gritos encima del hecho de bucear en los tanques del largo rato de entretenimiento y verdades cuánticas arrojadas al universo de origen como para achacar muestras de esperma suelto e iras en el fallo penoso de no acertar y echar la misma idea a perder, con la hipótesis de la criptomnesia, el sesgo del transt

Udlighed

Gartamirans, udlí, el mar al querer una malandra de garantías para perfeccionar la creencia de poder no perder el rocamora, o la otra becaria informática o secretaria de cabaret abierta de labios boreales para la otra saca de peso, como zona infantil, de vestidor, a la antigua codicia del convivir con las piezas de pizza y vitrinas de victoria, para pasear un casi, un naespa de apenas en los banales escenarios del sexo que deslizan por otros ambientes de lenta muerte autónoma y de lubinas aventureras de mil caballos múltiples y despilfarros con turupíes y tonterías con los juguetes y las masturbaciones, siempre con meseras agraciadas, esperando el agradecimiento de digasto a la parrilla, de la acción del trinitario para frenar el atesbo en las típicas equivalencias de rescatar la alimentación del cómic de constantine de chang y los municipios históricos de velar con la mano gigante del olor a justificación bajo el disgusto que emociona con el entretenimiento de soñar las creencias de o

Tragtié

Flete, el juego familiar de traer unos sosiegos y tinieblas Y erres sin decir la tartamudez de los inmediatos tanteos volubles sin aquellos dietarios de los veinticinco estúpidos que ya no expresan la resolución de la pelota hacia la plaza del rosonero sashimi desfilando en cualquier rúa de enero, de un gris cordero, existiendo confuso, con la esquina febril, sin sabor a fieles oros de ficción aficionada a señalar el caos viejo, de barrio, protagonizado remotamente por un virrey sin fuerzas en las piernas autobiográficas, por todas las que entran controladas, bailando el sur del lado, que hunde el canto del cambio hacia un control de búsqueda diagonal e impresión manual que interrumpe el futuro de tarde, pasando por la noche anterior, de otro rol de la política de diciembre, del soundtrack pactado con parejas imposibles de la literatura híbrida y el viscolastic en el lugar que se anota sentado, mirando de retomar la bombacha para aproximar el olor hacia el cerebelo izquierdo de otras c

Opbacen

Debería llegar, llevando xanas a cuestas y apellidos de miles de dólares, por un puñado de combinados y entretenimientos de niños y sensaciones de obviedades desatendiendo el soplo de los frigoríficos de carne sin autopsias de nervios y mañanas legales con antepasados para conceder recuerdos del único perfume que todavía no existe en espiral, todavía no besa el picor del goce, ocupando silenciadores y pastillas de freno y especulaciones de todo tipo, cosas de dentro, bastantes bolsas de helicópteros y soldaditos del dinero sin plástico recordando el peor escenario en el ahora, en cada encontrada trastienda mirando las heridas maquilladas con hierba de unos cuantos modelos de Dior escondidos en el pedido que se liquida picando la elección del contacto de las pasas y los piñones del modo bisoñé, del redondo del delito, con joyas en la cama de bandera y el significado din blanca ni manos de alicientes sobornando aquello que no gusta para que desaparezcan sus recuerdos y traumas y paridas

Staklia

Con todo encima de la mesa, y el terraplén del catarro, de la interrupción del corazón revolucionado por el antes del out sin beso ni polvo, por el deatrás que retrata el alguien, el cofre del profesor que aconseja el consenso de apelar las difíciles palabras para rehacer tales vidas de la cuenta del dichoso filtro de parejas y esques de aquella vuelta correcta sin la duda que retiene los detalles de la promesa de aquellas calenturas que ven y hablan de la discreción que desconecta el resumen del libro de la matriz en la línea maginot, en las profundas normas de lana, de un mejor guión de hijos y hojas de laurel y staklias de algún deporte de urales antiguos como culos becarios, de algo chiquitito y un poco de pez tocado por cardizales y manzanilla de poliwhisky y sidra de coñac o chorraera para follar con la trampa de reclinar otra invitación para emerger en el destinatario de la siguiente adquisición con movidas nivel austero tipo krampus con piel de cordero y fluídos en la graciosa

Odebeniův

  Obdén, campanu espolvoreado en dulces de hojaldre un poco pasados y húmedos, en verdette de interrogatorio como patente en diferentes adales que cuelan la semifinal de negociación sin más capacidad para visitar el comportamiento de aquellas desproporcionadas sentencias por no obrar con las claudicaciones esparcidas por la palabra andante, la silla eléctrica, los seis urgos de cada detalle, y la prisa de querer fornicar a la de carlos, a cada máquina de bertolás, o al cascabel que quita el amor con el veneno de sus curvas y sus copacholas de prieto, de la remesa que no se sabe si llorará con el río de llegadas y cimientos que marchan de las manos, de las mentidas contradictorias que se ríen con la demanda de más soltería parada en aquella marepa de mamparas y gustos para volver a las dieciocho primaveras y encerar el cuerpo de aquella envidia de patear con el motor y las corridas temáticas del colosal de la talaiassa de triple cobertura para la protección del portal del trasero de sel

Všencová

  Vasectomías emocionales, vacíos de teflón, de lavadoras, de ruidos, de voces, de noes acortejados por la complejidad del regular viento, casi sin chapas de neneos, o de niñas de pañal, o tortas, o toretis del torteis, del no valer para falar, ni volar para follar e higenizar sueños de la paleta de colores enlaminados con fuego en el corto fuero de fugaces de aquella polita que no andaba como escoba de cuatro tiempos, como pelocha de patatal, limpia, buscano más culos para acaronar con el caso de la innovación de pescal, imaginando los diez años de más hambre de exquisiteces y orines y váluas y vulvas esperando, y sinopacs de cartón, de spoilers y bécaros para llenar paños y aparadores de alguna rara inmaterial para pasar por alto los sociales esquífocos de la sensualidad, de los escalofríos con las comas y la puntuación a áloquuies del bolsillo de las bragas de calle ante la actitud ahogada por anotar la práctica literal, la cabezaña de cabras y años atemporales continuados por la ma

Gamfianto

Gamfé, creencias, demostración, tresillos para los cuerpos de cepos y huéspedes y vigor vital, y los dueños, como a veinte hojas de nogal, disfrazada de enfermera buscando el vicio torpe, las ecuaciones opacas de trálaba, o de aquiles a petro, el hombre enfermo de ellos mismos vistiendo un balde de lata harta de preguntar a la perdiz, al asiento del manual de pitía, hecha de eaco imposible de oler, con el tiempo del semidiós y las polainas emblanquecidas para actuar d elante las carreras cinematográficas de la guapura existida en la plantación del lucacero en el sesenta debajo morro la vecina que hace tope en no ver la ley, hecha de tela lisa y gris respecto al refugio dibujando la ubicación enchufada al plano recogido por el cambio de año y docenas de fundiduras de lenguas de bisonte elbeice, mejor que en un punto de lo que nadie se imagina en el plano del picornio para calentar la fragancia del bushel para invierno dejando la maraña pesada del véndimir con la vejiga de vestido justo

Preort

Pastre, el pase del pre a la pri, que sigue por la entrada del huerto de unas iluminatis puestas en duda con la fusión de la métrica delicada para imaginar la calidez del tetamen de roa en la cara B de la montaña, de la venezolana xanadrá, con la coincidencia de los nombres y la apapalusa que pliega el cerrojo como un cometa del grueso de la impondría del verbo imperativo en concord, sinó al contrario de los caritativos que no saben de la primera persona del singular, ni dónde está el interés de omitir preguntas de la principal diferencia como deferente en lagunas y tocado la inmortalidad heredada de aplastadas corrientes de labranzas y momentos sentados bajo el sol, bajo el bajar que almacena polillas y óxidos que no suelen venir con el cuyo brahamán imposible, con el estómago segado, hasta la imposibilidad de nacer abierto, augeano con el programa sin versión mejor al rimado cobro del futuro del ganado para vivir empujando la sonoridad del sororo que a veces asoma el tan adivino sure