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Mostrando entradas de enero, 2020

Vivilf

Vivos amortejos en los fondos de la receta generosa de la imaginación calcada al Renault gris, al rumor de otro fusilamiento, esta vez contra el silencio de la tontería y burlez de los granos y llagas mal curadas que anochecen y todavía no amanan los horrores de las lenguas polvorientas como decreto duro ayut y mal empleado sin el prit del orígen causal del shofar que ahoga la sábana impoluta, las creencias como excitantes bolsas de tesinas y balines mezclados con el manjar del ciego cunilingus sin fecha de retorno ni en las calles de las ideas, ni en plantar un futuro de ideologías y babas para pasar al baño con el olor a secador sin succión ni mayos al nivel de alerta, ajetreando cada pupila del pie en un futuro instante del mundo que quiere decir algo sobre la vuelta entre dos torronas y arrelaciones del cine español como mundo, como las primeras cuartas palabras que quieren acabar de parir el respeto de la fuerza incontrolable que rendibiliza la diferencia de capacidades entre lo

Achotepe

Plazos de objeciones, benzotramezin escogido por lo más pronto de la consciencia de orexinas antagonistas de alguna de las aulas de veneno de carrocería ensamblada en la velocidad del texto de la tierra de hijoluso normal, y sanción del dórmite demonio dórico y las pandemias de oscuridad que llegan para dialogar con las serásidas sin propias miradas que releen la histérica historia de biografiar cada affaire con la psicóloga y la abogada del cordon bleau sin apuestas del momento, libre a cualquier gracia  cretona inmiscuída en experiencias pasajeras del mañana anterior al empapado posadero apartando los chorros de la ketoret, o el ángel hacia 1946, sin pistas al lado de cómo se andará, o fornicará nadando en áreas cuando acaben las horas de la volátil presión trabajada en disposición del único miedo que imagina marcar el número del útero falso, y las tetillas de manos en forma de enamoramiento del importante amor chilué que rascará el trofeo de satín capaz de compartir con toda clase

Ernedejd

Ernedé y simpaciencias pese al contacto de esencialidad de repetir la mañana de risas escandalosas para expulsar la explicación digna de las apariencias del para quién esté asomado al ministerio que pregunta sobre la sensación del paso titular, enfermo para sacarse la merecida fama de estar cerrado con la fe de fechas sin diálogo largo que expone las metas de cada sector insistiendo la práctica de la praxis sin contexto que acuerda todo tipo del cálculo de los signos para el apocalipsis profético y delineada con aquellas bestias sin tiempo bíblico ni el parcial inteligente de locuaces sin actividad de presbíteros o niños como patochadas incomprendidas por el mensaje de hablar en blanco sin matar el resto del trance que sigue la figura del próximo prójimo de programas y porvenires de saco extraño revelando un prolífero de curanderos y colas para marcar las rodillas para la diócesis paranormal del especulativo trastorno que toma el relevo del comportamiento del guión de oculogías y pro

Nrotconag

Nirocatés, veporajes, canguros de madrugada, para despertar el timbre de la ensoñación sudorosa, requerida para la inhibición de ganar lugar al pensamiento del pan caliente para mojar con el humo blanco, de la espesor excedida por las excelencias para vender empotramientos hacia otro destino con más maletas precisas de chocolate chillón y la rosada en plena gana de cancelar el simulacro de similitudes y coplas con mucha más frecuencia intrínseca que un plato de parné sin sistemas de amables precalculados que entran por admiración del roaide sin invadir golpes de pico, así como las abstracciones de los turnos del estilo de la oscurecida pecuniaria dedicada al tal es, sólo con lo que ocurrió, de acuerdo al justo aprobado que conlleva a ensayar la boda, y una amplia accidental abalada a pies juntillas con retribuciones sin conocer máximo significado del cuidadoso pago de recomposición de quienes prevén el adelantamiento y aceleración de los escarceos y la naturalidad de las preferencias

Fieusim

Azaleas, en ácaros entre postigos salientes del curvo áureo, o paralelo, a falta de letras exactas con destino al subsidio sustitutivo por las moratorias por el bien de las trincheras de deudas y periódicos del cantón esencial sin las costumbres ni brumas del joven artista citador del antes, siempre sin la exuberancia de primera línea de tanto tropecio por la letra pequeña y las dos décadas de punto y aparte con la incompletud del confundir la duda sobre el paseado río llevando a tratar brotarates teórico crípticos con el sol la interesante poltra de interior irreal, con el miedo de subastar otro lote breve de náuseas y poderes como ejemplo para enganchar las tripas obligadas a cantar lo pésimo, ágil, ante el planteamiento celebrado por el tacto asentado en las mismas cajas de pino que los imprudentes, o de donde sean las propuestas de mover a cámara lenta cada plano de la vida, cada maquillaje, cada pompa, cada forma arqueada, cada mensaje, únicamente en la calle, en la tranquilid

Bekadieri

Y de lo expulsado, de tutela mongólica y pensamiento releído con reproches, hasta el afectado final de tantos nombres quemados con alcomón iguales que las estadísticas crudas de médicos y psicólogos de lo extraño que corrompe haciendo mucha urgencia y precipitación de artista, en el rencor de divo y extraño a la fuerza, suprimiendo déficits extraños y la mayoría iguales a la aventura de antanán, a los llaveros sin cromosomas y dudas de cortos y lobos y cronopios hacia un laurel famoso de pasión sin musas de claras alrededor de un apellido y todavía más, un noble y nuevo trasero para olfatear, con el renaciente símbolo griego de orgías y oras en uvas sin una hache todavía de los otros que no quieren perder el espacio intelectual y grotesco, y las ideas de aventurar creencias falsas y los miedos de repetir todo escribiendo la pasión tozuda por los más feos sólo escuchando hablar de chollas y gente apagada abortando y haciendo mandalas mexicanos a la vez, o bekadieris entre conciertos d

Pigerbis

Ogut, expectación delante cada debuto de peligro preocupado con el botón de pausas y papusas modernas, enfrentadas sólo al sólido que fomenta el reglamento adelantado para la desesperación de vestir el rendimiento primario que se expande con el punto de vista de los encuentros expuestos  con los receptores de la actividad biológica y puramente inservible, a gran escala a la alternativa a encontrar el stock de limitación donde permiten el ritmo influencial al detalle de su producto marchitado en la cancelación del tramo del vivero del laberinto de más horas puente del tartán sin techo de cristal para superar, para besar las aclimatadas existencias de la poca presión, hacia la nada moribunda, nada más que cosas audibles al creíble unánime, sin llamar la volatilidad escrostonada, tierna, perfeccionada con la región de escapar hacia un cliché, hacia un trozo de celuloide del cordón umbilical que repite un único placer de ingeniar un par de proxenetas en otro anhelo de ciencia defectuosa,

Atramazio

Decaimiento, llamado prisa de pus, de brisa escogida a meses en el cuarto del puede extraterrestral empezando por saltarse la cáscara de la pluma condimentada para heredir el inigualable en la cachai panzona del milpred como cocción controlada por un para, supersivo sin anotar el nosequé del plano de las ideas que suben el acta de truquino para vender fiambrín tipo picknic de madruguete, por la idealización del escarmiento de la redención de solititos pedidos a trago, para atravesar otro descompuesto golpeo de ilusión empurrada hacia la zona de la noche pasada, hacia el miedo curvo del frecuentismo y los picores de punta del dildo y aquellos excemas no resueltos por el centro en cuestión que se cae entre lagunas y tres patas del último cartucho que ocupa un poco de bloques y más bloqueos para recascar el blend y apaciguar lo de aparte que llega y llama al cerebro para restear los restos púrpuras del falí y los vicios del gallinete en equipo sin derecho al borboteo del otro lado de la

Bardegite

Absurdamente, esperando la guinda y los tebeos de televé, o la fé de la pregunta, o los líos con las camareras de ainhoa y sus servilleteros sirvientes de un gusano o cenicero, o algo más que un sí de algodón entre varias cuestas o túbulos para aparentar otro confuso lado de apareamientos y sensaciones de la tentación enfermiza de empuñar locas, idénticas a la siguiente diva de piel apicultora, apropiada para extender la mirona entre el escape del puro catarro bien agarrado al domingo de borgias y caricias carnales saliendo del cuadro de caballos y neurastenias acostadas que reviven el fatal redescubrimiento de la adolescencia programada entre las que titilan, o las tildes o unas migrañas que arrugan las telarañas y el sarpadecer entre gominas que iban entre posiciones privilegiadas y engominadas de gravedad con su estigma que separa sucios servicios de público y párrocos y bardas en el escape del campanudo, y con la contemplación a la ofensa de las noches que articulan la distancia

Uhuto

Ceolita sin cercioré de calcar desde la identificación del ruido fantasma, incómodo, que encanta en esta oxidación del azogue follado, con la temperatura de mayordomo, o falopios, o material de juguetería del pisacorbatas, o el tacto de la vacuna llamada tabla gimnástica tras tumbar otro ataque de sudor con una idea hacia el útero, hacia la puerta falsa de otras alarmas rápidas de enajenación y términos, quizás mirando la era de la entrevistas corta, hacia otra rapidez de lo malo de la construcción del cárcajo sexual que planifica entre los lunes y lunetas de vapor entre pasaje y frases ausentes de todo tipo de páramos y ruinas y frases enteras con varios extremos sin guaridas de abismos y adquisición de abandonar los pastoreos de terrenos y viaductos como pólipos sin importancia en la cuerda de terceras cargas virales fantasmas a punto de tapar un malinche de la naturalista dórica durante otro preliminar distribuído con la biografia de empezar por las anglosajonías casetas de cuento

Zentze

Zénzero, queda sin la ratafía de la peculiaridad del desastre de no emparejar las pujas del no etiquetado en navras para colar entre las puertas los apellidos de las manos masturbadoras, de aquella cúpula de córpen y dianas y auroras o ventas de la genética, en la tienda de diecisietes, y más como la forma de algo tenso que no cuelga de la adoración sobre el sueño profundo de las marmotas pesadas, o de los golpes a los bajos, a aquellas estrenas de aloe y panteras y colofones del táctel vacío de sexo y pecorinos sin el buen golpe de uvas tostadas y fuego para matar la lluvia, o el material puritano en cantidad de dijón agujereado por la voz de aquél marcovao de la contraria, o la habla de la arbeja en el morrial del argot que besa la rapidez, el platal sin zonas de embargos y escudos para la fortificación de la dochada a lo loco y caripelas sin conclusión del ímprovo sin disfunción por mejorar el caos que estudian las tardes de dibujos y concretamente abastecimientos de aquellos bien

Ludill

Llud, seguidilla llameante en la rueca perla ardiente que irradia con un lánguido órgano de ramillete de trinos y gente como orfeos de manzanilla, de rápidos desvelos envueltos como en ruiseñor sin garras, sin alas, sin plumas, sin retóricas que guardan la etapa incesante de siestas sin melodía, paciente, sin trémula, íntima piel que también demora lentas inclinaciones hacia el fin de la verdad que prolonga los sentidos de un gesto fértil, demasiado afeminado hacia un pámpano de salvia y centro en copo que trensforma la neblina de signos en hiel, en auriculares corruptos del vezno que no será del engaño de la pompa en controversia con las mujercitas que ejercen de provocación para crear personezgos como de más candidatos de bajo perfil que no aconseja la chupa de pelo, en medio de la mamadera de papel y ensayos para el próximo paspartú agarrado del ludí, sin la presión de la eñe ni los golpes del culo de la tostadera ni el consenso genuino de aquellas aprobaciones normales de volver

Próndaro

Foisto, cornisas lentas en cada plato absorto, que envuelve situado en las doblas que siguen creciendo y llegando al súbito terreno que llena el racimo de la última alma del innumerable inclinado, que emerge hembra, sólo guardando aquella tinta gris y feroz, inclinada a la constante mirada fría del mirlo dirigido a cada calendario lunar, a cada amargo repentino que sujeta el atajo de parir debajo el dibujo que superpone la boca con la vagina acechada con los achaques del perfume viejo de silencios y malhumores y humos vivos, de la instantánea estrofa que elige acariciar los tetos del picor del movimiento de la saliva de fruta madura y el jugo de la esperanza mayormente que se entremete por las pausas, de papusas ardientes en los pellizcos de la química que pega la higiene del molinillo de café, y los olores de verano, de las luces del tierno despertar de aquella infancia ya sin trono ni sexo absolutivo para la resolución de estados y estampidas de toros y delincuencias y pródanos dea

Megiuska

Meigas, derreas de tubérculos en el érase, en las campoinas de faldas pelirrojas imitando un amanecer contado por las gallinas y piojos y ejemplos de miedo en la misna por ajetrear el fuego del reino, los entretenimientos del júbilo suceso de aquella guitarra de rama roja, del delirio de fornicar con el otoño, o más, con las aromas de primaveral, impalpable hacia la consideración con un pronto que se repite dormido sobre el socavas eterno como más corolas de desatranques para la publicidad de los pinos y mástiles de más sexo, de caídas taciturnas y entristecidas por los ecos y nostalgias y el volumen de aquellos versos de cantares y zambombas repartiendo leche sin el manantial de oro, sin puertas momentáneas buscando salidas a la desesperación de adorar la decorada terrestre mínima, redonda, sin alejar la pura palabra delgada, como el trigo de verano, como una turbia del campo azul, sin regazos esmeralda, del enésimo y buscado refriegue al satín, a la tos que ahoga cualquier megiuska