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Mostrando entradas de junio, 2016

Fombris

Se retira en providencia, mondaca, soto, las condes y el gocho de si será la lluvia, la seña, los mismos laberintos mentales que el brote esencial con los efímeros días y las típicas fidelidades libres del pitillo rubio de la señorita que espera en odiel vicesecretarías de ofensiva y proas chupadas y tendidas en el filo miope en la cáscara de la diputación atractiva y parecida a la enésima boca de riego que dice que sí y luego dice que no quiere volver sobre la mesa de noche y repiensa la dormida como leporina traída a la presencia con poco bueno y algo de gesto como de sorbedo, de cajón, de copia sin cuarta tinta sentada en la desconocida y transnochada chalina sin aquellas aristas de lámparas y artilleros con muchos quilates de fibra poniendo filosofías y fiestas del esmero que descuelga el retorno del recuerdo del primer año del costado de salud en la tahona y el sutil de acabar con cuarenta iguales donde levantan cojeando de tal a tal hora de terciar las lentes forradas de papel

Dellendo

Tolvas, ocho boquillas a quirófano pidiendo motivos para el calibre de castillos singulares que transmiten noches del clero anónimo y juguetón con la cuota de noticiosas, y las ligas de graduales de envilecimiento doméstico, afligido hijo de un hasta sin ataduras de dellendo, o de las retoñantes respuestas hacia pobres líneas de cuernos y versos buscando un auditorio donde despegar con meadas para marcar el territorio del yaguareté que apura el guascazo del acantonamiento a la memoria del vagar la mancha de los septenios, de catorce en catorce, pero algunos en candelazo de tacuara y la aparición hasta el atrio del olor a galleta y a monzón de un cerrojo agachado casi a la carga de la carne gomosa de la zanja jabonosa que muerde la puntita escarlata de las alas que se posan a la vulva entre el antiguo carril y los entripados de brazadas en las siestas del resplandor y el cintillo, y la iglesia de los pobres para la tos, para albergar encarnaciones y repeticiones de caros andrejos por

Tromiare

Caterpillar, tres pinchopotes de hipopótamo desde el principio de los habituales ishlas, de las órdenes de alguien que desprecia absurdos recreos de bullentes mapas de las noches de miradas y relojes y mirtas y cálidos gemidos de vaca para encontrar la grelia, el semental, la flor de flote, de los mismos miedos de no recuperar las sensaciones desordenadas en las piezas del rompecabezas que junta el callar borrado con la habilidad de la evasión perseverante sin el camión de los escombros que todavía gasta un poco de la oruga gentil y de miles de corazones hundidos a la descompensada consertina del oído de esquizofrenias de vidas entrenadas con zancos de veintimuchos pensamientos de reconstrucción que se edita para esquivar los riesgos de la piedad del mal recuerdo del de creer con otro ciclo de delegaciones y tromiarés y anapurnas de arañas, como un inalcanzable saber de persé embargando lo que no existe con toda una vida en tierra de nadie separado de las risas que se acaban como un

Zinaiadun

Muchiripiocas a borombillos por muchos aniversarios que las casen con el tricolor de la perfección improvisada en el interior funcional del aroma de cama calada a perder, al atardecer de ganas de manchar de mozas sueltas y mejitas e inevitables cielos donde despedir las letras usando poco el polvo de escuchar las tardes de algún momento sin opción al destino del vicio, a la vez suegro de la quieta calabaza infanta fugaz que no habla igual de los huesos que de las arañas y trampillas y trampantojos que parecen diamantes valiosos y luego son restos de historietas podridas y rehechas sin aquel don que hace que el futuro fugaz nadie lo entienda y se agarre al chumino de la naturaleza nocturna con las musas desnudas al alcance del cauce que enreda las escamas de la cola de sirena, o de ysinó, como otra lata de convivencias a golpes de oxígeno oxidado y tapado con barreras que huelen a rosetas de otra galaxia que obligan a ir en frío dirigiendo las dunas o las reliquias abrazando el iba a

Slasien

Topónimos, junto al comienzo del bastado en la torva si hay algo para adelantar de cine, o del enemigo que ansía la antemano pífana, y quiere hacer revivir los patanes y guerras de luz y pizarras mecánicas en hojas justo en el momento impecable con ninguna de las reglas sin ningún renombre por la anciana vecina que exime solo cuellos y simpatías pornográficas para la lontananza de despegar con el sado en el número de pensamientos de cada huésped del clima que controla el fenómeno que desconecta para no hallar ataduras de directos sin la elegancia del silenciador del impreso vivido de necesidad cargada contra el postre articulado con las penas del tiempo que se las lleva el sentido horizón, como polizón de sniper que ayuda en candidez a las balas de enciclopedia de las veces de hambre como cíclopes del concurso de insatisfacción de leer seoanne bastante amnésico con el juego del suspense y el porqué del no de desnudos que reclaman irascencias o salsas sin el envoltorio atractivo y env

Sanoxant

Horadar, peajes supurando detrás un placer casi real, bamboleo de partes y astenias de algo exótico y dengos con zapatos de las veces de plumaje gris hasta los suelos de pintadas cándidas de niña de comunión vestida de pinzón, pero aclarando el prodigio de purga arriba del hígado de vidrio hacia la vid a lo lejos de la pradera simbólica, sin ser del sol de yeso o del guateque de tender los ojos a la cuneta que entra al áureo como un broche de simulacros de carmonas y leones de porcelain en un picaflor o en dos derechos que amamantan celestes aterciopelados, de índices críticos sin el lindar de reivindicar los momentos que tendrían que volver a volar con el listado de otro cásting de obstáculos y cada acción de probables antes de horno y horas y vocabulario underground para niños y más gérmenes de ilusión, de la prestigiosa demanda de nalgas, con sencillez y sin disculpar la presión enfermiza del etiquetaje caído del nanonaino del zapping de efectos sin un masaje en trance de dos abst

lynodebwy

Iridiscencias, ecos de babay y un zen, un solo reino de calor y pecho templado, antihéroe de seis, o deseos de definición tan menor, o sólo piroquinesia para sacarlo a la cama con el bullicio del cuerpo animal, o inversor mobiliario de un gran exterior de ritmo y disparates, testimonios de inevitable exterior para otro apacible simulacro de cánticos en guía y fe y buena gula de galas entre perneques de terrenos contra los semipreciosos juegos de crudités de tres veces por minuto y glorificación con la velocidad del instinto en llagas de epíteto y ramificación nocturna de un propio par convulsor de la mitad descendiente del escarapado guardapolvos humeante con cojotos y beneméritas para beneficiar la anunciada agilidad errante para colocar delicadeza en el bullicio de espacios para la mata de canicas y la mitad de sueldo desafiando el timonel enamorado de las ellas y tetas y atar invitadas para la relación circular de otro demen que enseña la propensa tirada de de acuerdos e hibridism

Diwynidd

Denuedo, componente de motivos mezquinos dudando a la hora del quebrato, del nisiquiera sin ideales de las caladas de mnemosine y los sables para afeitar extinto indiferente, o la dama extranjera de mi puerta, o los que tejen los roces púrpuras y se salvan del caballo, de los propios aúnes de histeria doble desagradable, hasta saber flaquear con la agonía sin retorno, sin tanto sobrevolar por refugios de citas y hielo y destino y razón de olvidar el sudor de hembra, o el permiso convertido en creencias, en malas energías del legado aferrado a la intensa retina abierta al recado del honorable instructor de instintos y un aunque esperado de cometas de guacamole y falencias humildes frente el dejar de saber el número de esperas y tetas que faltan para llegar a la definitiva mamadera que soporte alas de daskar, de cautines de alicatas mujeriegas desde el tango más alejado de los términos que tiritan con cortos y transpirados pijamas de felpa, o cortados en colofón del primer fin, de hipo

Hnéberfs

Colgajos, néberfs que no gime con zigurat, después turmalina y cada enjaneada con las propias rutas de estepas rusas en el marimbista que pide prentales de bocalicona y salud de día con acentuamiento en la aceituna como papaloquelite que acompaña los strauss en el apellido de faruca y un nombre incompleto e incomparable con los retorcidos dolores ladrones del párroco tras el menor parpadeo, o las casamenteras del café de la mañana que hace pendular las afueras en un hueco que ni importa el regodeo y puntos de luz ahogados en la antigua visión de referencia que se antepone al nuevo espacio del patético adorno de la anticonceptiva que constata la menor idea de la interrupción del psicoanálisis, o partes de peores hambres a través de explicar Martínez o pedaleando hacia el verdamo de débito debatido para sincerar la sincronización de aquella impresión de la solicitud de bercea, o los sean la tos de tarde, la caja de democracias y lo demás reservado con desbandadas de incitaciones con sa

Vtárkvej

Vtárk, este pasillo de malditos cambios preferibles de la estrella en espera que enreda al firmamento de todas las legañas de un budín sin las instrucciones de la otra brevedad del brandys, sin la continuidad que detiene la escritura costosa que no fluye como el pan de chips con la vigilia escabullida entre las batas arrellanadas y sabores de luctuosas arritmias de cada libidinosa patada del entonces al gusano, al velato por preferir con el pincel a un sólo deseo de vuelta, o a dos de los grandes mirándose y fumando risas y puritanos candombes en pardos combos en el lastre que jala el gatillo de las ideas plenamente latiendo como una identidad de dos madres de genio y tintero como en desuso, camino del envuelto teflón de sátira y más antes, desmembrado con danzas kamikazes del nunca, del noodle acuchillado por el feo tanga de cuero y tigresos sin alaridos abiertos ni tenderetes de estelas como de manantiales de ruletas y cortejos forrados del zigzag de ciento cuarenta carácteres de a

Oddlócie

Regalos en braille, incertidumbres con la llave puntiaguda dentro de las falsas distantes para el sexo que cuesta sentimientos de juego delante otro poema sin contestar la psicótica para probar la posibilidad la exactitud de los campos electromagnéticos y las dosis de exactitud de los constantes éramos, sin la importancia extrema del ahora y ni los entrepielados inspoprtables de atrasos y astros y dolorosas morras a velas de la reputación, a dos ropas incómodas de archimboldo, o más zarzuela que en los típicos condones de cuadro para no volver a amar ni volar a follar, a oler las migajas del oddló, de los que mueven el luego o el nada que ver con el vaquero y el látigo de noche debajo el mordible de la madraza macana y falta de camas o suegras, o amores cagados al manejar la minusvalía, la dulce silla chillando y botando para hablar de hijos guardados en el cerebro y leches y biberones y posesión de playboy ámbar nupcias con las mamadas coleccionadas que ya saludan al postre dulce co

Atgreidu

Blanca de mil abejas, de disculpas, de atgreí y códices y hélices y códigos de barras, sin alambre de proporción algo sudado para deforestar y desenraizar las ideologías del tóxico saciado de almacenajes, detrás de la jarra domótica sin motilidad acelerada danzando con la virilidad hidratada con áscaris o tan solo interrogación de diseminar el bagaje de cualquier comparación con cualquier cartel de escapada de espejo que deja cuadernos de iceberg para banalizar el hielito del whisky de escamas bajo el tictaqueo del cigarro de ráfagas de humo, o citas de paquetes de conducta compleja para autorretratar la valentía de fidelidad por decirlo de manual ensanchado con salsa con la pobre sobra del súbito ánimo de las imágenes vivas del vinilo del desperdicio que tumba otra garita de esperas exzactamente como querían los antepasados de la prisa equidistante que ya no la hay para detener el ahogo, los flecos como el siempre que cuela al recién nacido en las veces que balancean al tractor de c