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Mostrando entradas de enero, 2012

Gogogododoso

Solitarios hípidos, cansados sollozos de encaje de película, y el pensar en heredar la bestia en otro esfuerzo mental infiltrado en la rabia auténtica en todo lo del día de aires y cables sin tener relajación ni más secretos sobre la frase del deseo posible en terreno profesional, forzosamente desquiciado por los sinónimos que amamantan los gramos de calidad inmediata al honesto inquilino registrado por las dudas que vienen para transportar el chanchito de chupéteros adolescentes y postas médicas de la zona baja adelantada al universo pegado en lo único de carreras enamoradas del místico divo, hielo de sabor débora derretida viendo la asfixia risotada, sinó dejada caer muriendo en el atrás de la presidenta de la mente en sus planes que cantan por culpa de la sencilla payasa servicial entre muchas faraonas en juego como ludópatas de llegar queriendo al inconsciente como si no hubiera cambiado la fiel compañera de amores e inisis sentidos memorizables de la sesión de la letra rara en el

Madre prozac

La favorita finísima corona pálida de las vueltas madres o la construcción de una recaída clara, de las reconocidas insistencias indigentes que ya ni reconocen la fuerte cazaca del efecto joven de la ausencia, del roto, del careto de salarrué y cafeína pidiendo limosna en la noche, al coche de la galleta roída por el prozac que quiere correr y jugar a trigos con el cerebro enfermo, mutilado por la runa pesimista del último testamento de la esclava amortajada con el motivo desconocido del magullón en voz para gritar otra vez la morte del gallito y los picos del comal a las brasas de chicle y esquizofrenias de ateridos y ládridos de zapatos bajos de mascarpone y esmaltes angostas con los pedazos de placenta y gasas con besos y menstruaciones entregadas a la hiperventilación del pichí herido, del regreso en dos fascículos del comenzón del estampado privado de primavera y algún dedal de protección de cuentas y migrañas casi sensual, constante, aburrido, en la regla del luto trepando para r

Efafex

Mucho se discute sin compenetrar los juicios de la impresión en la evolución de la ánsia diferencia del creer en las gracias del genial, con nuevos significados de vivir sin hundir la cabeza en el espanto de la opinión espeluznante del editor en periodo regular humilde en emergencias dulces e instintos para abortar el miedo que impide el apoyo del frente del digamos sociólogo encuentro del discurso de los antidepresivos que desinstalan el dispositivo de la bomba explosiva y confian en el específico doudou del comienzo cronista para zanjar la tildada que olfatea la prensa que merma la lánata del lecho de la isobara que comparte la lay del obsoleto, la del mínimo pellizco en una nalga de silicona con el efafex que enciende la burra ley que preocupa a la decisión y al futuro feto que se mofa del inexistente útero para poner el huevo en la manifestación de calamarcas en cada ardilla de pascua y la banda sonora del hueso por penúltimos adelantos del borrón pescado o el hijo del tomate con l

Lapislázuli

Azzurro escapa, con el juego de lengua idéntico al multiplicar el abrazo con ciertos deseos de atrapar la noche para recordar el cazamariposas y la catarsis de la voz del ángel de arcilla y más viscosidades vistas en la caricia de la mulata del desliz en voz de ojo y curasanas de lápices en carne de la fortuna salvaguardada por tantas inmortales de mestizaje y en parte la corriente de angustias encerradas como ténue  sábana de yurgos y manchas enquistadas en los poros de la lapa que vive con el ritmo de los insuflares de princesa, del crudo que acalla la disipación de gúturos de divulgarlo en el lienzo del respeto en libertad de amar el resuerto de crema de coco y gajos de baho escrito por las fechas de temblor y llamaradas y mamaderas del éxito, del pecado, de la esperanza alrededor del contrato por meses sentado en la cara de la verga dura y caliente hacia la dorada perfecta del anunis en vestidura amarga de sacher y ámplios caminos a color para el nido de cualquier otro lapislázuli

Vulpeja

Vulpé la nuit, la vagina mordida por perros matadores, asesinos del hiel, del remontado prefiero aliviado del boss empapelado por cada comienzo con su tacto de bálsamo y el infarto letal del timbre que espera desentonado para derramar los tropiezos de poesía neutral, en la otra mirilla del carro de juguete que observa la retención de impuestos libres del preaviso que falsifica el aroma de lo no probado en giras y rondeles casi en cámara lenta, en camerinos de latón y distancias vencidas por el taponazo en la yugular, o la otra mitad perdida en el perfume de la muerte que acosa en aislamiento el instante máximo el teñido al bloque donde duerme el carro viejuno, el preservativo del mes tras mes, tras tríos de peponas y pulpos que se pierden arrastrándose desfallecidos para alargar la agonía en la orilla de los fundadores mercantilistas del salon-taller-cocina-asiento de brasas y alivis y chasquetas cruzadas y tal vez murros y morros ubérrimos sin pudor, y sin volver al punto y coma; de l

Búsmugo

De vez, y el casi diría para filtrar, para cegar el tatuaje aburrido, las cenizas del doctorado surrealista, de más de tres generaciones para pasar por la ficción el reflujo de las proberas de laboratorio con ácido y pintores de una dictadura particular sin el compromiso de sostener el día como síntoma de agotamiento, de las extremas secuelas de zinc y tramas que no se comunican mediante los vasos ni las pocas palabras que chocan con el tono del buzón, como un explorador que empapa el cartel de la vista, de las chulapas del alma sin pretensión con el oportuno que pregunta el creer ahogado en la leche materna, en el inconsciente de causas y azares en expulsadas consecuencias que se repiten y por un instante se solapan con el silencio del cigarrillo ajustado, enganchado con persianas de polos negros, embarrados por el grito de presentación del curado tullido, de cada duelo con el engaño, con el tacto del sexo, y la cerrada canción en fase de derribos abusados por el filtro para decir adi

Calcet y mersa

Merasá, salita, la servida a meter roulettes unidos a la mandíbula de rosca, de suficientes pasadizos hacia la insuficiencia, hacia el pacto de cargarse el caballito y volver al delante, al antaño eterno enfocado al discurso de bohemias para el caldo de manojo de musarañas de ricura que desaparecen con el granguiñolesco de los hilos de su entrepierna de brevedad sin esputos impulsivos como grageas de semen y  turnos en el frame de la estampa en línea de alunizaje y sorpresas de relojero en ácido de ciertos traumas que amenazan lo cerrado concupino de mánidas burlas y gemidos como animales cerrados en sus propios bloques de cincuenta quilates de tártaros repoblados en las emociones fanáticas de la gota de la odisea de epopeyas y actos revolucionarios que no se marchitan con el ejército de proyectiles y gambetas impostoras que la elevan en dos actos como en el teatro mandarín, en la risa que sigue la sicigia emparentada con la estigia del acrecentado en la cárcel del almidonado fervor de

Fararael detratá

Raras, detrás de más empanadas de falafel y pinos y quilmes de bronce, de naturaleza retomada para reencontrarse con la sala de espera en el divago, en el tren, en la salchicha de la bestia de Narrerentum, del supongo de rachas irregulares de egos y complicados en la gran multinacional de sículas y críticas asomadas en el desatendido deseo de evolución y sexo con la música fría, la posible asomada en la tormenta de virus  codirectores del directo, del eufemístico final escrito para no se sabe cuando la cuaje disfrazada de presentación exagerada con sus espantosos lenguajes dejados, o los catáricos de cuerda de esculturas de recuerdos y pinturas mediante el cinematográfico tecnificado a color de la obsesión de montarse el artificio del mensaje trífido y maestro raspado, o ensayo a la contra para romper con la tremenda plúmbea de grandes portentos con minifalda psicológica viciadísima para pelear con el inmortal de pocas páginas eternas y relecturas de la troup del libro de cálculos y es

Gesolreút

Siguiendo la secular del año de los soldados de pértiga y paracaídas, el reút, la mopa del mosquito en formato escuela de vectoriales y rolls de vicedictados y viudos espacios de cocina calcaria, acerca del equipo de coloniales primastros en años de plazas como a miles de putics asegurando la reconstrucción de cada urna de lenguas y vapores de días polvorosos y boticas de luces y boniatos y caléndulas para el pavo y los abrazos de palomitas y bebés tirados de la cadenita con el cartelito de recién salidos del paraíso chapado como quemando batallas y explicaciones con la pretemporada de la ansia en el recuerdo de meses y diazepanes de mariscos, de la comunidad de pedir en ferias y pedos y ciento siete primaveras bajo el número de la sesión contínua de éxitos y penúltimos galopes a buenas tablas de naipes y entradillas de reconducción a la hora del souflé en el pocillo del mánager recolocando la moda de los bicos que llaman al embarazo y lo tientan para violar los medios miedos de una po

Soconsuco

Embulle, socó, clotildes, margaritas y el cotonete de gomaespuma para aparear la psicología del útero gafado de los puestos líberos más emblemáticos que el trato obsoleto, más que constan de puras órdenes y carreras para íntima dicha, desgarradora entrevista de sensaciones autoparódicas del pasito del pedestal, del fresco y modosito decir en el mismo mando de los malos rollos y párrafos lorquianos para ganarse el titubeo de la sal, del golpe de virilidad entreabierto, del perenne lado parasitado por el turismo y las finalísimas en el hotel con la otra entrada a un paso del partido estrés en bautismo; larés del no lugar paupérrimo, sin indigentes jueves en la concha del bohemio desfile de extranjeras y cuatro tetas enteras del tiempo inmenso que regala espesos razonables del escándalo de ver mamoneo y pedir retomar el cambio de la mafia funcionaria que cabe en el tipín que no propone ni la propina de la gracia calladita, vestida de bienvenida hasta que termina el patio, el s

Ecdisis

Ecd, ella, y el ferviente veneno que quiere reposar en el ecdisis, en el pensamiento del espejo de la reina escroto de la retina y el mago y la huída para ser sirviente y exponer la repugnancia sin lógica que se deja correr por el tubo de escape de grillos y aromas del desengaño que volvé a pisar la vagina en forma de musa impenetrable, virgen, tocoya, de pampas y tinta de bombón de cacahuete y principitos doliendo perder la arpía de la culpa de insistir con la bombacha y el sexo y el satín y la muda del córpore sólo para el placer de dos talones de medio centímetro y la alza de la probable admisión futura que no procrea por la desconfianza del reflejo del terror en la migraña del merecer alegre y la pura excitación de la subcultura que nace del sésamo, del reflujo de paredes de mantecol huérfanas de hartas experiencias acomplejadas por bajar el listón del encío copulado por las mamás de números analfabetos y días y risas y rosas saciantes, estancadas en la sobredosis de imperfecciones

Dozdh

Dos sábados de Marzo con poemas incomprendidos del calor por abrazar la amante de las varices en el automecanismo del deseo, del doz de máyamos y delirios del don agotado del autoodio y lo poco que todavía corre para matar el corazón de migas que quieren mojar para juntarse y formar uno solo sin necesidad de amamantar bombachas y pieles con olor a naranja y a pescado secado en la arena, en el corto sediento, pendiente de la prisa por despertar del gallinero la mastina helada, el esclavo del poder judicial de la cabina de cazadores y feos sin lobos del textual glande de testosterona para todas las del plan del espero en la ibérica cuna anulada por el recurso limitador de imitaciones y quioscos con láudano y derivados del lodo en eventos para cada pago investigado, tendido a cadenas y entregas follando en un rincón del escalofrío que conoce hechándose sobre la cama a carcajadas y sensaciones sin la pausa en las caderas del cunilingus, o para recomenzar murmuros y vainillas de celofán y t

Trebikhgdcdmnbt

Farolitos, entonces lejos quites y decés nombrados, enamorados de alumnos favoritos y favoritismos vivaces al reloj de la ansiedad que desvanece ensayadas creencias de chacros nopales en devastación que pasan por la razón de la epifánia para acostarse con la mejor pregunta y acariciarla como lo hacía médicci en los derrames de la madrugada narcisista, por no tirarlas en el mismo disfrute de dolor y chinches de videojuego agarrados en la economía de torear con el desarrollo de la idea de continuar con la benigna de fans a aplazar por el apoyo atento, atenuado, tenso, de la misma constante que los deseos lógicos consolidados en el milagro de cada síntoma de las principales crías de satín con el roce de los lácteos que se barajan del recinto privado entre reencuentros y conveniencias del valor sensible para exteriorizar la de tres visibles presentes; fijado en plan guiado por la historia y los genes del roín sobre el archivo de insultos y embargos de especulaciones para la pragmát

Oeerfdcbmuryuhbc­

Ying de once, castillo ratín casto de los capítulos, de las piezas que han dicho el chau definitivo como para la muerte decana, como para la palabra olvido uruguayo, terrible, totalmente mujer rutinaria sin brío, agachado entre todos los metales de papel y arquímicos veloces selectivos en geólogo bullicio del desinteresado guanimí, del pincho amén, que repite la fuerza inexperta, la cara del recaer en el culo del mundo con la púrpura de pizarra central y la risa ladeada cayendo del lóbulo de leche de lana y la alianza como película de émbole y caramelo blanco de limón del voy dentro del licuado resguardo de maltecos y visis y anestesias de dentro en largas siestas de las féminas bañeras en cumbia forjada para el largo solterío faltando el dormir para siempre con los violadores de milanesas y notas mentales y ganas de corroídos tóxicos sin la seguridad en el establo consciente, típico del fiel predicador de doctoras en lavarropas y vidrieras chef y ordenadas para concretar el pasado del

Dodijgtmgn y ulele

Tardes inundadas de evasiones veces, la cuatro, la letra de úlele y lenguas respingonas para el lamentable jutino con los juegos de blancas con la primera como cántico negro, como biscuit saciado al escuchar el después del pionero reverberado en el jilguero de miel y cañas de castaña y caliques y ñoquis de mostaza y párpados de puertas sin el gurú de la peticion de la paz para calmar el vuelo del momento de soltar la córnea del ojo de buey dividido en el paso de entarcar la sién el los olivos, en las mariposas verdes, en el salto de la ortiga, en el vuelo de la baba anaranjada, del hule, de la sorpresa de sobrepeso cultivado en el calato de las riñuelas, y el calafato, y la birra de las anchas veces eyaculando el registro del trato desesperado que ya parece aparecer en la queja del tacaño terno ambiguo, u rango de sanagol; otro, otro tipo de opinión de hacer roncas por segundo y carne de pija para alquilar al chifle, del tiempo de testosteronas y colomés de harinilla de redacción en el

Inojétetegel

Devoís, schöringer, y autopsias de hormigón, de autostopistas y aroma de cocina prieta, candela, caliente, retalés resbaladizo en el azúcar de anís, tierra de príapos de nocilla y leche y fáciles almendrados de racticina convertida en plato contrario, de algunas pulgadas que profanan parte del olor a recaídas profundas que también se consumieron con la razón, del contínuo movimiento de lengua escatopareado a la hora del gentil díaz, como coles en súmulas y crujientes pósitos de género para seguir hablando del respiro cxorto, de la pregunta, del pláning analizado en el confesionario de las dos piezas, de las autóctonas piscis, o perdices coquetas contra la parte opuesta del canal, del hermano magenta, robot, o en el comienzo del imperio durante bucenas que cantan con el osobuco y la fruta de playa dental, salamandrina de orión; como la zeta de otra dimensión del bipolarismo futil que va y viene de tash hacia el cerrado prepucio sin la sangre renovada para la próxima transfusión de gérme

Lunbggrecoimk

Malgenio colista, lunes mout, mando ta ta y de algo, del paraje empapando baladas, empaquetando niñeces para la próxima frodista de ofuscos y silvidos diocesanos intocables, y cancioncillas y cereales de magret y todos los sabés tratando de amar el amour, algo que fué susurrado, susdicho entre presupuestos y vengalas y risas sobre algo que se pudre trágicamente sin magnificar el recorrido que muere hacia el no profundo, hacia el mudo, hacia el cuello, hacia el útero, pequeño, blanco, absoluto, para modelar el rescate del mejor automomento de torga unidas al romance del bienvenido tamaupué, que sobra, que se acerca a la noctulina y al cómico de la ilusión de la gravedad para la tesis de vuelta, del jerte suficiente para insertar la condición del enano corriendo para morir, para parar, para la tetera en letras, la cáustica crujiente preparando y dejando la nuez para lo último, para la música, para la tos, para la protesta en mente de aquéllos cuentos crujientes de pasta de alcahuate y af

Anatecezayalatamol

Tez, yalatamol y veces del nuevo mortal, de un cierre de piedras y arándanos clavados otra vez en el violento antojo de creadora que pule la mierda en pampa, en impotencia que mima por la espalda, por las mayúsculas mayéuticas de motosierras de zoológico consumiendo por defecto la relación con el desmaquillaje del compromiso con los más de tres triedros de micro guerras y ojos selectos como infiernos salidos de la vuelta de la acusación acaecida por miles de tactos recitados que sirven de poco silencio en la misma claustrofobia del calidoscopio con bala petrificada en el ínfimo del lienzo que acompaña el son, el enraízo al paso de la cuenta que se adueña del interior, del balbuceo, de la tos, de la profunda vagina hasta llegar al útero y fecundarlo como un simple espermatozoo pululando por el templo de un diógenes frágil, de cualquiera de los encuentros que repliegan la pieza de espacios y bragas de corazones para exterminat el placaje de la paciencia liberada en la calle de la tregua

Butiro

Maneno, au cuán, insondable apeliativo del candal de la cruz al rodadero de cada sed de sueños y desparramados ardores de lastres e ilustres huracanadas de informativos y meriendas y ensaladas de tiradores de datas y los peluches de las leyes para el atrastró del méquiro empuje o cuento corto de la ponencia seguido de rumores que se masturban sobre el burladero en dos horas módicas con el nombre del doctor y su nórdico de tortas gordas y la ensalada de moés con cemento para acompañar la pasión del sarnoso jardín del guardián de bronce, y titanio transparente típico del funche en ladrillos y abanderados de carmesí y gángsters en el alcanzado de la entraña de la volada de sus volcanes con pana y pasto seco tragado por el follaje de la palpitación paralela de los menos, taciturnos; en polillas por pisadas que cambian  el centro sensible con el beso, con el chaparro dejado del estado crónico donde llama la ardiente para trinos del collar de caca encerada de ir diciendo y presumiendo de las

Cezarda

Temores del tiempo, y del primer llanto, del día invisible que danzará, y ellos perfectos no hablarán de la justicia intencionada con la lócua lenguaraz ilógica de la obsesión de la hora de partida y mientras color a vánila y a escarcha de filósofo parido por el entorno familiar de la aguja de cerezas y labores de púntex y cezardas de sueño casi anestésico hacia el tetha del temita del límite descrito por privado hace algunos meses de presentación de los capítulos de mínimas en mesmos adoros de densos gamersas simples de los gámetos de galleta y lino y el manjar de un clic sínico, soberbio en secreto pseudo see en alguna que otra captación del cobrable que empata al rey de los seis consecutivos algos de la chama tergiversada, tiesa por el lado del bullicio de no perder la culpa y las dudas del traje de comercial en busca de pobladores sumisos y empleados que embalen enseres y penes y panacotas de corots de casa y alicatados eróticos de alquitrán para seguir la ronda de la acostumbrada

Cuarenta y quince

Quince posadas sombrerías, en cada fuerza que demuestra el control pegado, inmiscuido de introducirse como un virus en el cuerpo de una mulena sin memoria por el temblor de las tostas francesas, agrandadas en la maeta de gente y luego veinte minutos de desierto como salvavidas sin trama estilística para simples marionetas sin diálogo para la dualidad de los brechés y los cinceles de esculpir en la cámara coctelera comprometida a extrañas cantidades de suponer a puerta cerrada, tardía de vengas y estirpes de estrías y monólogos en off con el de érase de fondo, y el otro tumor, y la caverna con los ingredientes estériles del intenso cargo de rata y parquedad del primer vistazo de la conexión eterna, en el paraíso de la luna serena por las ramas de las estrellas del satín turco en la mente del escalofrío que se clava en el juguete respirado por la gota de dosis de labia y bilis por congelación del predilecto, de la trufa, del circuito de festivales de semen y mañanas de testosterona de lo

Pionono

Pió, a caramelo merengando otros sabores y calorías en gargantué, en el vagón de delante de la duradera tregua de tres tercios escogidos por el mango de la aristócrata sagrada, del lobby en percha, de la historia del babydoll roto, alguacilillos de rigor como el choto de uva entre océanos y ópalos hipnóticos en el palito de infancia que queda por repetir, el estímulo que no toca pasar, que no se va del terruño escurridizo de las fauces de la voz que mueve la posible muestra del sí, del cuerpo del campanario rociado de au revoirés y piononos de mantecol aparcados al paremos de nadar por las reformas constantes de vié y pensamientos de cansancio incumplido, y el jet lag del no pienso en el quizás mirado desde las sesiones de romanticismo zaguanes, llegados a la encantadora de dos vueltas al orígen de la madurez tapada por el injustificante irónico o el borrón tapado por el grado de pasotismo recio respecto a todo lo agravado no concebido; y la nívola casualidsad de constantes trasbordos

Último martika

Último escribir, para el rato, para el paje, para la parada de bebés que recuerda a caponata en el último día de Marzo cuando la picota avance llena de insistir con los pensamientos del bosco con alas etiquetadas por el espectador de vestigios y fulgores detrás de la saeta, o el reojo, o la carcajada, o de ambos embravecidos para destripar el aura y la hora que retira el desdice para fundir, para que sea el último martika, el último de la ley que teje ajena al luchar en dirección contraria, a la resistencia de la mira que no prefiere el espacio que me arrolla para digerir el desazón que aún ignora la partida larga, la chamba, el chango que tendrá de mañanas torturándole arrodillado y pidiéndole ese raro pensar de índole medio afeminada, medio encarnada al descanso, a la luz de los pececitos y cuervos que nadan con la grosella, con el jarabe de caracol y el intento de cerrarse cruzando el polvo desde cualquier librería de terciopelo y reflujos y el halo del cálido que recuerda el fin de

Boicoi

Retrocede, recíproco, la súbita misa a la alcoba, al número de otros turbulentos pintados como héroes de huesos arriba de las calas, de las lechuzas, del hueco de boicoi falto del ni siquiera, del de las siglas que gastan liderazgos patéticos y vacuidades para exclusivas, para una bolleta prétil, sobre la solapa y una chiquillada, una polución, una carrera de chas chas y chapas y ápercas en las trombas criollas de piernas maulas y pétalos de batería como si fueran a sentarse en la ficción, en la penetración de desnudos y piedras para picárselos cuando hay ganas de inundar otro multiespacio de bombachas y pasto en costurín; en la pared a cámara lenta y el recomendado para cubrirle del destino tridimensional que apenas recuerda, resbala, renueva la invitación de cuatro ejes que late y late como algo indescriptible, como la góndola remando el aliento de flujos y tortilla cuajada, del deseo de beber el paraná con piedras y fresones y lima y el toquecito de algo picoso en la ceja del camale

Poememem kalais

Escabia teñida, de alentar la vez de aludar la continuación del ensayo escapista, del postre que resume la apreciación de la clase de la primera toma del rígido labio inferior, de la cortinilla de meter los aritos como pavimentando el romance, el vasto osborne di la trabia por única entrevista política de una banda de identidad despegado de la espera para sucumbir para volver al fino toque elevado de guitarras dobles hasta el caput enamorado de la preocupación atascada por mantenerse en el acá frígido con la encantada bicla, encarnada con poemem para dejarle el paso de castor, el contrarresto planeado sin faltas ni pataletas de pequebús de acero prometiendo el pseudo en exceso con el carros negro para el duffman de cuatro nerds excitados por la ausencia que puede pasar por prenda de hacerlo transparente, desnuda cuando empiece a ser lo que fué, con los hábitos y habitáculos tóxicos de las primeras poco obedientes hasta la máxima que me fuma la mente con mejor oxigenación que el cansanc

Psicoanálisis y miel

Encima inmolar, en ese lugar secreto sobre el aire, sobre el silencio, sobre las nupcias descubiertas y persistentes a la esperanza de keroseno curtido y vacas labrando con enormes plomadas interrupciones del teléfono del emisario en estatus inabarcable en la haz que parpadea con otro bastón-capucha, a cargar hasta los nombres de dinero, de canátalo ya puesto sobre el futuro medio raro, medio ebrio, medio repetido en el de todo, en el sin título mudo, entrecortado, y la agonía que avanza llegando al propio psicoanálisis, al volver al sobresalto, a la taquicardia, a la ansiedad por no tener el cérrigo de la oficina y de los bares de abrazos y domingos y manteles de picnic como raíces curvadas y las nieves del techo y las dunas del motivo vírgen en los campos de tamales y tamarindos prefrontales y vainas de agridulce coronar en tenderme, en recalcar la salida de todo, la violación hacia el inmarscecible instante del orgasmo enlutado de rojo y violáceo oscuro gris medio padre, medio griet

Ezkizo y retriñopli

Carencia de apuros en esta sucesión mediocre, saqueo y mutis y frases de aquél sitio de dicha de un largo adeús loado, agónico quizás para guardar los recuerdos del nombre en el retorno interior, en el descalzo vacío, secretismo surgido del invierno pálido, del chopo de leche negra entre las zarzas y mazapanes y bridas de una borradera sustituíble por la necesidad de próximos títulos y titubeos en retriñopli y el no decir de los vegetales o excesos de olvido sumergidos en el persistente débil jamás que recorre el patético porvenir, y apaga la llave del néctar protector que me dibuja el eje de la distancia con la montaña trasladada en la sed que sobrepasa del jadear artificial, del lento paisaje de masturbaciones de imágenes y silencios cansados de insistir con el papel de plata y el luminoso a la espera del verde libre, del batido de Chanel 5 con mascarpone y uvas de refritos sin espera que adelanta el toút para sustituir el voleso de la piedra esmeralda tan visible como el de repente

Té rezos y nada

Sézor, y la cuerda corola, catálogos de fenomenologías análogas de supremos rezos sin edad locamente sentada en el instante, en la rué periférica, quita, ambulante plaga de cité exterior, o invisíbulo guionista y profesor intelectual de libros de pintura y collares de eucaliptus por detrás de cada trinchera fértil y vivaz del sur de mediana talla y la copa también conocida de la vecina del treinta a la cubana, u ochenta escenas de cajas rústicas de prendas manoseadas y espejismos de cine colgados en el tragaluz de la tienda de meditaciones y hombrecillos de inquietudy cheques firmados con bacon y mantequilla en la cola, con el creador en el catré de la cuadra con el chirrido de fresor en mente del tronco blanco y espeso, y algo eterno, algo uruguayo, tabís, villón medio, al margen a máquina como el antes dócil, agitado, natal, fuése bebota enamorada de lo ideal, de la basura plástica, de la recorrida rígida, del petequías de la tierra de la pequeña maleta de posologías y periódicos con