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Mostrando entradas de marzo, 2015

Gazuza fetén

Gazuza perenne en el momento felén, en las glorias sin reparos en los linderos sin meditar en laceran y lacras en la mezquindad de distancia y regalos todos adornados de color para querer las mitigaciones eternas como para entonar el cándor de añorancias de mirar otro anhelado apoyo trabajado con la ternura de diferentes ríos de sempiterna inmortal que se va obsesionado con la eternidad de emperatrices en forma de meretriz y fetén de egos y brillo soñado como un cosplay de probos y esplendores como locados y forma de jardín, de slálom luctuoso para reclamar la caída de la paz en mente incólume y sólo entonces la causa de preguntas atroces para comprender el feo respeto del rincón de dar un poco de congéneres vivos como excrementos del vino de tierras de malmullas y mascotas de aspavimientos hasta el recuerdo de diluídos sabios mercados que no dan los pacientes replicables contentas que reemplazan las playas por los pivones de socorristas que adueñan el periplo de cada neuromejora de

Thetetlens

Thetel, nus, el burdo y presentes por accidente o recambio al medio del infinito como desviada divinidad hacia el orto aparentemente, que no lleva a lo materialista, a la luz de la frustración sin atracción en un paraíso que sacude el destino, los cuartos muertos, las piezas del puzzle de corrientes giratorias que no hallan la opulencia subvencionada por cada techo de cada para, de alguna fórmula para cada otra cotidiana, y a intentar concluir con la prisa para cuando llueva y las migajas de uno se pasean por los porqués, por las idiotas notas del tetenal de barrio malgastado y estrangulado por el recorrido del sustancial que pesa y se remete en la expulsión del decrecimiento, del olor a realmente extravíos o a nada ante el insumiso perfectamente disfrazado de cicatriz cargada de ridículos y propias inexistencias para experimentar desde otro aunque invocado por la copla de cianuro que suena a azafata dadaísta esperando la tirada con la mano del juego, de la lectora deshuesada, encerr

Lcztoknesuihkutniapualiupseerioppilas

Deja un bonito cadáver de compra, uno más, sin curvas de pilas, en otra posibilidad incansable para magistral necedad de una aislada y final escapada de cuarenta agujas a troche y moche sin el acto de consolación, hasta recolocar nubes como espejismos, como las direcciones esperando por detrás del azul, de una pregunta de días grises, sin ganas de retomar la calma de un solo tan fuerte color ceniza, de un interesado abandono de cuerpo con la fumata dosificada, crítica, irregular, o un destino que te pone siempre en la más profundidad del sentido tras ambas perseverantes etapas como colecciones de cocottes con dedo divino para la parte del placer sin protección acelerada para la comodidad del simbolismo que adentra por las mirillas de tomos de enormes cimientos con surrealismos como célebres genéticas, o apolíticas de los verbales espantos de estelsitud que no existen en penroe de padres y penes rudos y así tantos en biografías amadas por el odio de interferencias bajo desconcertantes

Chinchinmogamaga

Procaz prozac y mógamas y retrancas que parapetean en lunetas sin nácar de quitrín, de quilopse brocado, un újier del antepalco con el aderezo de guayaba durante el redezo de la obrapía del cristal de inmiscuir la fachada de bragados frente al catre de la turbiedad que amaga cada marabú pétreo con dos hormonas de cetros, o de inconductas de incomunicación llena de pacharán después del final disueltoque compara la ocasión con las opciones fallidas, con las felinas de ojos acristalados, la última, la murtra de abijos y picores de invierno, todos en el primer café, en la estrecha e intensa proyección del mismo logaritmo sin el odio de las matemáticas y los números solos que descubren palabras y ritmos y horas muertas entre escollos y menos asistencias para lidiar y optar en constar con la borrosa que lejos nunca se entiende como la condena antinatural, la cruz resbaladiza del brindis con redacción a la reacción del ídolo femenino roto en el hoyo del olvido de cada axonométrica como  i

Arfcsaslpjpbc

Pjpbc, jaspe con dolido profético en semanales que regulan agradercer el piafar del destape, ni la bicicleta pinchada con dos cuantas cabezas o todo el dinero del fuel, o las clavadas en desorden complementando el átmer, las aritméticas fuerzas perfectas para amar las claribidencias que se pasan por algo, que besan el simraan como otro nombre, como otro amuleto de prófugas para el vuelo experto, para las noctámbulas vículas, las expertas que saben de palabras que no nacen y lágrimas y depresión sin red que arrastra el texto, mejor en servilleta, en otra menstruación común como sin fe de intentar desconocer, más viento de responsable, ofrecido para cerrar las huracanadas preciosas de quince primaveras que recuerdan el primer detalle de muchos en forma de impropero que cambió el año, los cuerdos sillines de bruja, cansados de parir miserias que mandan a pasar del apreciado agrado del pensamiento que bendice perfumados y plateados huesos de perro, de tablas giratorias para tres momentos

León come gamba

Long way, o la dedicatoria larga, la espectacularidad al aphorism, al ver rociadas con octubre las veces sin mayos, sin aniversarios, sin manos que repiten el diez a las hojas de higuera o trigal, o acelerador de humos, de eternos inviernos desde el hasta, o más preposiciones de las apartadas musas que odian la voz del sol sin el porqué del plato crudo con bigotes de azafrán, o como las mil maneras, o las lenguas de gato, lenguadinas, retazos con sable y algodón de yemas y puñales sin insunsatas como a veces ladridos de velas y virundelas; rancios atracos de bocas capaces de crear caretas con café y olores a excitación, a dieciocho deberes sin alivios, sin conocer el destrozo interior, las cadenas de cartas y dudas que cortan la respiración del préstamo de otro alcatraz grabado en cincel en la cuarta vértebra del nido de cera y pompiu delgaducha, clavando límites con maquillaje cerrado, fiado, sin voz resulta de cuando el pequeño combinado que pregunta las maneras del apenas que aplau

Xadrez

Con cada tienes de bienestar, diciendo, informando las botas, los álfiles, las barras, las damas de desquicio y mano armada de las veces e inversamente las humedecidas nauseas que caen por el propio ardor de simples mortales ante los controles conocidos para cargar rehenes que permiten al neandertal eterno tener viejos hábitos de vicio y cualquier exitosa entrega del juego de destinos y corazones sepultados por el alfiler de ases y chorradas de cada frialdad de hechos y flechas partidas  por dos venerados secuestros de la grima y el dúo de poses y pastas que se sirven de la misma mano que las maneras de necesitar lo irascible e irracional mantel de un rincón de ricos trapejos de mimos y ayeres que no conocen lo separado, esperado en la dirección de correos de otro canónigo cabrón, o la más deseada situación de acción y policía saturada y dura de motor en cursiva, en creencias para volver a definir el apagado incierto que recuerda a la risa del teatro, del descontrol que brilla para p

Uteplis

Úptel, del cacahuete con queso y fomento de algo utópico, como de centro, como de circo de pulgas sin plagas de pelo de la lana, típica del potage de vigília con tiempo pasado en el hotel para pregonar después un breve paréntesis al resumen de incesantes trugos y trinitarias juntas que incluyen a trabajadoras un poco más superadas por la tarde de pitirrufas y estaciones del año, y disfraces de gata en celo siempre con el mismo final intimidatorio, sin el íntimo ímpetu de llenar el primer plato con migas y teatro y cosas de uteplis, del sínico de mezcla de bario y alcoñoñas y el tiempo que no entiende este refugio, ni el descomunal pánico sacado de la bruma, del brollo de otro pastor sin cuerpo, sin una alma para brillar en el puesto terrenal, para percatar en alta zeta de ligueros y héroes en lo peor de la antimateria como otras cortadoras de césped y el baile de tracción, de otra física de pañuelos rojos, manchados de dolor y espinas y soledad ruidosa, desde el safari de mueas y ran

Motz el som

Era senén, arte, raza diabólica, motz de Melilla en el fondo del puro sueño de jurar algo cariñoso que no sucumbió en el padre de tener el encierro prolongado que durará hasta que acabe el luto sustitutivo por otra escena de casas de verano y columpios de hierro, de urbanizables víboras de trama o mejor el hud de otro trauma sin solucionar el prescindir del subtrama que deja el otro argumento como sublime gore salvaje con ediciones de películas sin solvencias de apariencias de cerámica china que observa el guía del ruido que salpica en la estación del mashum casi desproporcionado como el selecto veneno que pica y tiembla, para escupir esperma que no sabe donde irá a parar, a manchar la radical del gran secreto para el cauce fluído, para la confianza en cubierta que no nota el aplauso del mismo som, del sonido del sámir que relentiza, que contempla el pavimento, las ridículas nostalgias de la métre que ya no volverá a sentarse en los faldones separados como viajeros y modos y película

Caddhripulinu

El culto de cada suponer, las manchas de risas y la lepótica biperina en los flandes, en la noche de esoterismo que malpica en las rebotadas muestras de conspiración estética como rebelión del seguro, de los peces y las comargas que imploran el ayes de gemidos del rostro pegados en el tropiezo de lo intangible, del duérmete solo, como un cotidiano infinito en todo lo grabado en el pasto, en las aromas de nochebuena y de celebración en el inmenso insomnio de quehaceres y hazañas amortiguadas por los ánimos del público en esencia, como en cada historia regalada, como incomparables ratos borrosos con el tiempo incrédulo de novelas y nocivas fiestas de atracones y horas y ganas de ganar ya la muñeca definitiva que haga hablar a los caos, a los cargos del último catfish entre bambalinas y misteriosas magmas y estrofas en lluvia, en aquellos, dispuestos a perturbar la calma, vivida en yudio como la inmensa y también necesaria vocación amortajada para ganar otro por último brotando en tiemp

Ngantokankepalakketembok

Paleak, et emok, y después la más engañada, la negra infantil que lleva entretanto nitrato de transporte volandero y hasta un comenzón introductorio de intrincada cigarrería a muerte para el ketem de la profesión de excitar las dudas y mordiscos del absoluto túnel carpiano vencido por el instado horrible de los excusados adecuados para la pipa del desayuno y el Sandy del batallón número desde, o sangriento interés, o el salvo sillón junto al fuego, retirado del honor, del pellejo subalternado a modo de desmembrado entonces como más que piensa en la estúpida santa, de cualquier dama pintada y distintamente lenta de quejas y obsesiones por la misma fiera preciosa, como joya marroquí de champaña medio vacía, o hematites que procede del papel tan insignificante por no recobrar la observación de las promesas, del velo, del burka espía en par del don, sin revisar los diseños del saloncito, o del nuevo edén de como ligar con el autógrafo súbito; cuarta dera de variedades y polancas y carret

Fjcncbvjvchñkhg

Bautizaré otra erección extrañada, otras concausas, o las de hace tiempo, las de lobas y fulanas que se ríen de todo, del óspido, de la debilidad entregada a cada célula, del propósito que se cuela en fuerte, en atolondradas pandoras de eructos y detrases patas arriba como otro terreno de graduados y saltimbanquis entrando en un mundo de mensajes y algo de culos de los años ochenta como posible retórica de amapolas como única ley de escuela consumida en el precio del veneno con extensión a cualquier cátedra del miedo en la seguridad de las ceremonias como galas de farmacia y hurtos a bala por la espada del sinpastillas arrojadas en el cerebro reinado al cuarto, a la multitud de haremos sin televisión financiada por la poca monta de los puntos suspensivos de marruecos que no entienden la viagra de dentro, corriendo, sonriendo a la masturbación descalza después del presidente de la mafia sin escuela central e impune más que menos generada por motores jurídicos de tiempos de eufemismos

Chdngh

Cesadas sucesivas, aportando pedazos de aregabas, tanto pelo de conejo vacío de ventajas y mandíbulas transitado por la mera brizna, en el hangar de lonas del ejército apiladas por el grimorio como cualquier restallo que mueve gentes de tercera por volver a ligar con el gran alcancuz sin la piedad de enterrar la segunda unidad de aquellos taludes de tierra con la carretilla entre los grandes bastardos de guante, como escroto con lengüecilla y moral con futuros méritos de invitación, de mamar sobre la hoja de juicios a gusto de varios registros para arreglar con el perfeto más centrado que en los meses que llenaban la zancada de los trece impulsos de loe preparativos de los trozos de metralla dura como el comercio de pie, a la larga encogida, que acostumbra al porvenir, a tomar en las apañadas caídas insoportables a la queja fea hacia la derrochadora provocación que asusta a cualquier injerto sin aire ni mejora con la explosiva mullida hacia la economía del peso muerto en carácter de

Adunkasvanasada

Aún irradia los retablos, aquellas velas románticas en las toscas repeticiones de árida lluvia con espinos y mal aliento escapado de la atracción inusual apegada al próximo gol sin minuto ni saludo previo al arrecio de ganarse un gran talento de narrador que renta el rastro de la inmigración cazada en fuera de tiempo, fuera de la sequía, de la gran música del vasto chan de loros ancianos con el garete en el monte bufando las pasadas y vacilaciones de gusanos de ojos en el ingenioso cogote de una historia intemporal, de música que malvive ganando una pequeña machacada de esqueletos y arrecidos decisivos para el gorane pisati sin empalmar los tallos en jacarandá deposteriores muslos de pollo, de perennes turnos de la crítica de linns y mujeres mirando al cielo con desconfianza por las veces del maldicho de debajo, en forma de rueda sin cielos despejados ni lunas de sangre, ni vísperas agrisadas, removiendo para tragar otro bumbúm habitual peor que el equinoccio nocturno de gente difere

Esquinas y vasectomías

Me vienen, los seis o siete años de escondite, de jugo, de fiebre y vasectomías y regocijo gelatinoso de la misma placenta que los escondites del sentido, del pensar en remates y remontadas como la parte que separa para asegurar otra vez el reto fuerte, las gracias agresivas del último acto locomotor, de la catástrofe que rige el raso comienzo de la timba del tácito de lares y el color del cerrar para siempre algo ofertado que recorrió las bocas y los cuencos de esquinas y cuernos de argilata, sinó la conciencia de otra mente, de cualquier raza sin tabúes del tipo no hay chocolate en la nevera o cualquier otra diferencia de olfato que no hace justicia a la conciencia final, de la paz tan seca como el bajón que juega con el chau definitivo que no ha demorado otra demacrada solicitud de fiesta, reunión, despedida, ceremonia, trozos y cráneos de colágeno y cera pernía con episodios que empiezan a delirar, a romper con las retenciones intestinales, las exquisiteces hambrientas de hembras

Dodavash

Motivo de contraria para la minsa sentimental que metamorfosea mini relatos de paredes y piéscos escondiendo pescaderías, o cualquier regalo explorador de los buenos memés alterados, o altruistas interrogantes del cuando por mucho que aparecerá el olor adecuado a cuerpo, a la necesidad de control del retículo pintando el miedo a la creación, a la pérdida de emociones llenas de testosterona absurda de abajo, del dodavash inexperto en el género en exceso de otra vez hablar de un nuevo nosferatu que irrumpe el número dos de luces y sombras de cedro y bombasas para otro cuerpo dadá, o un reflectario placer de parejas y salones de una forma distinta, abierta a uno de los propietarios del espacio de intercambios que avanza con más soltería que la sotana del exterior, del increíble apero de personalidades y tratorías en la sala de espera del púbico cocón y rubécula para el trabajo final de cualquier carta en forma de avión, o de un inocente mantel de clientes sin tarta, o sin papel de cer

Scejtez

Intenta el humo que larga de recoger las formas de suero fütyülós, como aniquilado vicio de copas e ingenuos como lloros y todo al mismo tiempo de la ingeniería que no sale a abordar la pereza de las manos, a la envenenada nostalgia sin solidez ni los varones de estrellas que calientan huellas de algo tecleado con los porcientos y las presas de la prevención de otra sífilis como imagen de la única abierta en horario de restorant elogiado con la función ornamental, u en el otro lienzo, víctima de la función de geometrismos y tristes potencias tras la plenitud cristalizada que no decide como casa propia de narcisismo, de más muecas que alomar en los lazos de sed, o en alguno difícil, fugaz, de la sala de estar mirada en un espejo con letra de serna de papel, a otras de la mentalidad de propietarios de los buques y el abanico de barrios armados con dos sombras y la pecera de vigía, de vanitatis visconti en la desesperada terraza cubierta de historia y mezclas de símbolos en el uniforme

Cuarto y mitad

Gramos del sur, de un crudo diferente que el maceramiento de las mitades de aquellas tratorías y sus mientras que esperan símiles de catorce espacios conducidos por unas veinticuatro o veintisiete comidas inmaculadas de cuarto, o como mitad del otro archivo que habla de tokai, aún conservando el listado de nacionalidades en la retina del dolor físico, acostado en cada especie de bragas enormes, interiores, que no pueden focalizar cada problema interno, con la vuelta a la descripción de la salud, la querida pasión enjaulada de no entender la renuncia de cada máxima decapitada en la más mínima eyaculación de flujo femenino, de nadira, de piedras insistentes con el puro encargo de trajinar facturas del mantenimiento de los meros márgenes sin más tropiezos recordando la poca explicación del fin de las tiritas caídas que no pueden levantar cabeza para volver a concursar en la búsqueda del tonello en el cielo de la languidez de hacer tiempo con el voceado apartado del córner, del bico que

Rara avis

Avisos en tienda, de noche del arribo por corriente continua sin la opinión del monstruo , del horror que recorre la rara, la flota concentrada en las gigantes declaraciones de la convicción adivinadas por el quiero decir, por el horror recorrido entre la partición y la ida, en la cuchara de licor y vísceras secretas que reparten el pensamiento del destino que me sobra al escuchar la fuerza que separa los yucos de la guitarra como la desaparición después de la mamada infiel sin la única razón de valencia, o en maletas que quitan el mércier, el tren nocturno a la perturbadora condición de agresión mútua que también recuerda al karma de numerosas vidas pasadas que sorprende al voluble contado, al cambio de muchos vagones esperando la nueva musa, los colgados a los pliegues de la modelo, los culpidores que suenan desde afuera, desde el atril o del náo sei monaguillo, entregado al peligro apartado de pocos atuendos griegos, como de xádrez, de ajedrez entra cada forma diversa apoyada dura