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Mostrando entradas de 2020

Kilugdurz

Recuerdos hundidos, de no poder seguir con las promesas de veraneo, de un también ya casi sin ilusión, cansado de las rancias maneras de hacer, del tropical tambor que apagará el jumanji, y las antenas sin dieta, ni el contacto invertido en la tensión de llenar la boca de deberes y buen ejemplo de un atrás acompañado del poder aleatorio, del dictamen de la velocidad vital que amplia el desempleo del sector servicio por una prórroga para varias generaciones para replantear el razonamiento del registro reverente con el miedo de la irregularidad financiada por la protección del foco contingente que atraviesa el punto plus de transparencia y líneas maestras administradas sin los detalles que no cuidan la prespectiva de cualquier dosis del nivel de llevar la puerta a la realidad de no saber del plato que impone la importancia de la futura herencia y la correcta información de mecanismos de aquellas ciertas vacunas anti larvas persiguiendo el parecer perverso, el agarrón del cargo de cartas

Beeturia

Misericordias esponjosas, arquitecturas de literatura fantástica para el desafío sin coste, ni aquellas tiendas de nudos que venden preferencias, o descuentos sin horas de distensión de la ansiedad por regresar a la cúspide del garbanzo, del embarazo de cualquier aguja, a punto de cerrar y crear los silencios, la setentena serenata de la carta de bebidas, cóckteles, batidos, cafés, mascarillas, candelas, garlandas, perras de agua, de aquel flojo hablar por hablar que simpatiza con beeturia y lo que no conocen las enfermeras ligeras de los 97 espejos brillantes, sin algunas de las alas de demonio impropio, o macaroon, o masaje verde, o las esencias del písculo, entendidas como menores de edad, como entretenimiento del recuerdo de aquellos días de sequía, sin barba abocada a otra erección pensada por mamar tetas groumet y algo de flores comestibles que se tienen que terminar hoy y las situaciones de salutación, y otra falta de rompedoras voyeur y la locura de otra primavera ochentera, qu

Efecto mandela

Errónea confabulación, extrema lana, merchandising fotografiado por lo que ni siquiera existe, ni está al alcance de muchas bocas, como tetas y algunas otras golosinas de mujer tubo, esculpidas con la precisión de querer el inmerdiato forniqueo, de perro letal, y miel, y colorines del arco iris para representar el puro éxito, la labia, los quilos de quilómetros y quilombos de la continuación del fin de una terrible era de lo que había en las públicas razones de no saber guiar los falsos recuerdos hacia la ayahuasca verdadera, hacia otros efectos de voz y raudiyos cáusicos, casuales, sugestionados siempre por la rapidez de la pregunta forera en cada espectador oso, o en tiánamen, en gritos encima del hecho de bucear en los tanques del largo rato de entretenimiento y verdades cuánticas arrojadas al universo de origen como para achacar muestras de esperma suelto e iras en el fallo penoso de no acertar y echar la misma idea a perder, con la hipótesis de la criptomnesia, el sesgo del transt

Udlighed

Gartamirans, udlí, el mar al querer una malandra de garantías para perfeccionar la creencia de poder no perder el rocamora, o la otra becaria informática o secretaria de cabaret abierta de labios boreales para la otra saca de peso, como zona infantil, de vestidor, a la antigua codicia del convivir con las piezas de pizza y vitrinas de victoria, para pasear un casi, un naespa de apenas en los banales escenarios del sexo que deslizan por otros ambientes de lenta muerte autónoma y de lubinas aventureras de mil caballos múltiples y despilfarros con turupíes y tonterías con los juguetes y las masturbaciones, siempre con meseras agraciadas, esperando el agradecimiento de digasto a la parrilla, de la acción del trinitario para frenar el atesbo en las típicas equivalencias de rescatar la alimentación del cómic de constantine de chang y los municipios históricos de velar con la mano gigante del olor a justificación bajo el disgusto que emociona con el entretenimiento de soñar las creencias de o

Tragtié

Flete, el juego familiar de traer unos sosiegos y tinieblas Y erres sin decir la tartamudez de los inmediatos tanteos volubles sin aquellos dietarios de los veinticinco estúpidos que ya no expresan la resolución de la pelota hacia la plaza del rosonero sashimi desfilando en cualquier rúa de enero, de un gris cordero, existiendo confuso, con la esquina febril, sin sabor a fieles oros de ficción aficionada a señalar el caos viejo, de barrio, protagonizado remotamente por un virrey sin fuerzas en las piernas autobiográficas, por todas las que entran controladas, bailando el sur del lado, que hunde el canto del cambio hacia un control de búsqueda diagonal e impresión manual que interrumpe el futuro de tarde, pasando por la noche anterior, de otro rol de la política de diciembre, del soundtrack pactado con parejas imposibles de la literatura híbrida y el viscolastic en el lugar que se anota sentado, mirando de retomar la bombacha para aproximar el olor hacia el cerebelo izquierdo de otras c

Opbacen

Debería llegar, llevando xanas a cuestas y apellidos de miles de dólares, por un puñado de combinados y entretenimientos de niños y sensaciones de obviedades desatendiendo el soplo de los frigoríficos de carne sin autopsias de nervios y mañanas legales con antepasados para conceder recuerdos del único perfume que todavía no existe en espiral, todavía no besa el picor del goce, ocupando silenciadores y pastillas de freno y especulaciones de todo tipo, cosas de dentro, bastantes bolsas de helicópteros y soldaditos del dinero sin plástico recordando el peor escenario en el ahora, en cada encontrada trastienda mirando las heridas maquilladas con hierba de unos cuantos modelos de Dior escondidos en el pedido que se liquida picando la elección del contacto de las pasas y los piñones del modo bisoñé, del redondo del delito, con joyas en la cama de bandera y el significado din blanca ni manos de alicientes sobornando aquello que no gusta para que desaparezcan sus recuerdos y traumas y paridas

Staklia

Con todo encima de la mesa, y el terraplén del catarro, de la interrupción del corazón revolucionado por el antes del out sin beso ni polvo, por el deatrás que retrata el alguien, el cofre del profesor que aconseja el consenso de apelar las difíciles palabras para rehacer tales vidas de la cuenta del dichoso filtro de parejas y esques de aquella vuelta correcta sin la duda que retiene los detalles de la promesa de aquellas calenturas que ven y hablan de la discreción que desconecta el resumen del libro de la matriz en la línea maginot, en las profundas normas de lana, de un mejor guión de hijos y hojas de laurel y staklias de algún deporte de urales antiguos como culos becarios, de algo chiquitito y un poco de pez tocado por cardizales y manzanilla de poliwhisky y sidra de coñac o chorraera para follar con la trampa de reclinar otra invitación para emerger en el destinatario de la siguiente adquisición con movidas nivel austero tipo krampus con piel de cordero y fluídos en la graciosa

Odebeniův

  Obdén, campanu espolvoreado en dulces de hojaldre un poco pasados y húmedos, en verdette de interrogatorio como patente en diferentes adales que cuelan la semifinal de negociación sin más capacidad para visitar el comportamiento de aquellas desproporcionadas sentencias por no obrar con las claudicaciones esparcidas por la palabra andante, la silla eléctrica, los seis urgos de cada detalle, y la prisa de querer fornicar a la de carlos, a cada máquina de bertolás, o al cascabel que quita el amor con el veneno de sus curvas y sus copacholas de prieto, de la remesa que no se sabe si llorará con el río de llegadas y cimientos que marchan de las manos, de las mentidas contradictorias que se ríen con la demanda de más soltería parada en aquella marepa de mamparas y gustos para volver a las dieciocho primaveras y encerar el cuerpo de aquella envidia de patear con el motor y las corridas temáticas del colosal de la talaiassa de triple cobertura para la protección del portal del trasero de sel

Všencová

  Vasectomías emocionales, vacíos de teflón, de lavadoras, de ruidos, de voces, de noes acortejados por la complejidad del regular viento, casi sin chapas de neneos, o de niñas de pañal, o tortas, o toretis del torteis, del no valer para falar, ni volar para follar e higenizar sueños de la paleta de colores enlaminados con fuego en el corto fuero de fugaces de aquella polita que no andaba como escoba de cuatro tiempos, como pelocha de patatal, limpia, buscano más culos para acaronar con el caso de la innovación de pescal, imaginando los diez años de más hambre de exquisiteces y orines y váluas y vulvas esperando, y sinopacs de cartón, de spoilers y bécaros para llenar paños y aparadores de alguna rara inmaterial para pasar por alto los sociales esquífocos de la sensualidad, de los escalofríos con las comas y la puntuación a áloquuies del bolsillo de las bragas de calle ante la actitud ahogada por anotar la práctica literal, la cabezaña de cabras y años atemporales continuados por la ma

Gamfianto

Gamfé, creencias, demostración, tresillos para los cuerpos de cepos y huéspedes y vigor vital, y los dueños, como a veinte hojas de nogal, disfrazada de enfermera buscando el vicio torpe, las ecuaciones opacas de trálaba, o de aquiles a petro, el hombre enfermo de ellos mismos vistiendo un balde de lata harta de preguntar a la perdiz, al asiento del manual de pitía, hecha de eaco imposible de oler, con el tiempo del semidiós y las polainas emblanquecidas para actuar d elante las carreras cinematográficas de la guapura existida en la plantación del lucacero en el sesenta debajo morro la vecina que hace tope en no ver la ley, hecha de tela lisa y gris respecto al refugio dibujando la ubicación enchufada al plano recogido por el cambio de año y docenas de fundiduras de lenguas de bisonte elbeice, mejor que en un punto de lo que nadie se imagina en el plano del picornio para calentar la fragancia del bushel para invierno dejando la maraña pesada del véndimir con la vejiga de vestido justo

Preort

Pastre, el pase del pre a la pri, que sigue por la entrada del huerto de unas iluminatis puestas en duda con la fusión de la métrica delicada para imaginar la calidez del tetamen de roa en la cara B de la montaña, de la venezolana xanadrá, con la coincidencia de los nombres y la apapalusa que pliega el cerrojo como un cometa del grueso de la impondría del verbo imperativo en concord, sinó al contrario de los caritativos que no saben de la primera persona del singular, ni dónde está el interés de omitir preguntas de la principal diferencia como deferente en lagunas y tocado la inmortalidad heredada de aplastadas corrientes de labranzas y momentos sentados bajo el sol, bajo el bajar que almacena polillas y óxidos que no suelen venir con el cuyo brahamán imposible, con el estómago segado, hasta la imposibilidad de nacer abierto, augeano con el programa sin versión mejor al rimado cobro del futuro del ganado para vivir empujando la sonoridad del sororo que a veces asoma el tan adivino sure

Luteice

Luteico, creciendo en la equivocación del útero semantino, arrugado, arrollador en la esencia de táblecos y varas de tres en tres perdones y vóngole en shatelón, en cualquier paisaje que se dibujen flores y brotes de marmurias y margaritas de miel, de calorías y sinsentidos como urgencias y gardenias para llegar al aplicador de selecciones y el paladar de los productores con la recomendación del cuando, nombrando las pobres balas de retratar la voz hacia una retina única que entrega la basta para quemar el pescado de las cuatro y cinco y mira hondo en las locas zagallas, en los miramentos amamantados por otra cortina de sal adelantada al subidón sin ruido, ni las cuatro antenas que deleitan con el alterne del no entre síes y sismos pegaditos al colofón del extintor extendido como varios versos sin edición, varios haikus, varias conexiones sin el contraste inyectado a la testosterona para el paladar y el silencio del correr inspiracional, hacia ninguna parte, hacia el homo viator corrid

Megorosta

Megor, en mejor de las tentadas apuestas al abismo de la ausencia que cambia de manos, y diamantinas de pared estática, sin cableados ni el agua de boca para bucear y amarrar cuerpos en el gigante entril que saca la entrada de entrantes y morunos y olores a desgaste fraguado por las malas entrañas y babuchas del demon, figurante como la voz del no, las selectas sorpresas hacia el mal que revive la colmadera de irache, del puro morbo servido otra vez en bandeja, en rubia calana de erección sin quererlo, sin buscar el gato del panadero, ni las truchas de aquellas servideras al cuadrado que simplifican las frases rápidas que quieren avanzar y no pueden porque hay dolor en las úlulas de cada tubo de orín y costra y sonda y delirio y megoró, mejor que con la sorgina del complejo de Penélope, debajo del ejército de humo, del calíope que quiere seguir alargando el mejor, las  cuatro restantes letras de diferentes alternativas que cargan con la chocolatina y las tribus del lento decir, dormido

Vápka

Smé, a róbime inesperadamente, como la plaza de burros y aguas de lunes por construir las dilaciones del cascabel en el cístico de colutoides y locutorios y líos de la despunta del secreto concreto del libertinaje, del eje con gesto de la mano adelantando el escuchar que engaña para vivir, para referirse al mármol del país, violantes por puerta, por cajoneras y ratoneras y aspiradores de cristal para deshacer las sierras heladas de los pasteles y el giraluna en las trepaderas, y el olor de los pedros de noche que invadía el recuerdo de la niñez, del tiobé, del morgo silencioso de aquella ofrenda de noches de alerón, viscosas, húmedas y sin los colorines haciendo adiós con el destino entre las yemas de los dedos de cada olor de mujer retenido, redondo, entrando en la noche helada de las despensas amigas del enganche de los veinte a once, o las repintadas nublas de duplas y fotocopias pasadas, que dicen la suya entemas de cuarto parala hora establecida por el tutor del sexado, breve, ofu

Dachlučův

Dálchuh, por la amenaza del trabajo de los mortales y la certeza por poca manía de nadie, ni de aquél armadillo para postre, o en los veintitrés bolsillos a bocaoreja que no sabe separar las niñas de la purpurina dorada, o de las cajas de repuntes y peines y críticas por la organización de la vida que no termina de enamorar la viuda comprometida de cuarenta y tantos bollos rellenos de ajustes del stock ficticio que recoje la minuta, los mágicos siembros en positivas notícias, en cartas de la vigília de la iluminación del futuro hacedor de visitas y recesiones de cultivo del más allá olvidado por la inspiración de la tienda montada con la realidad del diseño de la totalidad parada por el ladrón de setas y miradas hacia un no sé donde, un extraño libro de nombres claros en hoja plana y más tarareos llenos de letras de villancicos que cambian los bosques por la exactitud de jugar con la salmorra de carne y obviedades de la ilusión de ver el apoyo de las pulsaciones de la adrenalina del pi

Úplonice

Onomástica, cyril, úpnol, desde los marcianos hasta las estalactitas que no merecen crecer en el lugar del grupo mayoritario prouniforme desviando la bisexualidad de las glorietas de las legislaciones exigentes en el acto de las ridiculizadas en un transbordo portente de sincronía en cuatro fiestas de géneros y estudiosos no binarios que ganan y pierden espoilers de décadas fuera de la norma, buscando la forma de un buñuelo de pasta hipnotizada ya capitalista como terceras sentencias de asentar la calentura de retomar de azafato para comer raro en la autoedición de hormigas, escarabajos, alacranes, termitas de ajo, a lo tonto del marro de las gracias informáticas, galo de hogar, y tierna tangana entretenida con las sorpresas de ilvico en sobres y zarangollas cortas y gassens wessells cocinando testículos del semental de los cuarenta de un lerma escarchado como nidos de proserpinas integradas al baré del motorista fantasma que no tiene toyos ni unidad de resturante de aquél teneso que n

Jandrasl

Gúlagas, miradas de saque para damascos con harta furición que reordena el significado del chacabuco, parte del cargo del equipaje que ladra y se levanta con las contras del destino y coronas y desacuerdos de mardas y orgasmos en la presencia de la próxima primavera finiquitada en el pensamiento no acumulable con la prespectiva amante de las sabias teorías que indican la emoción, los contactos de la estrena del chupett que se comparte con hormigueos y mariposas enmuralladas entre automatizaciones y cavas y herniajes para el momento del simple carteo impertinente que idolatra en lo más mínimo a la horma del especialista de los cinco increíbles, o del afiliado suspendido y vicios tupidos, sabidos por el punzante tablista que mueve el distribuidor de los derechos de autor en la voz de músculo, de jazz, de falfa y falatono encima del bizantino bizarre, con salsa de cuyos delirios de polución paralelista, de clase alta y un rey en estilo macabro mirando la actualidad del origen figurativo,

Rígulfrar

Menos mal que son ritos amables, movilizando la del frente, en esos tres, fáciles, de bajas pasadas del pensamiento que alcanza las gambadas del zaguán que habla de cigarrillos y amplitud del ortodoxo de estaciones y puntos para separar la verticalidad de la carta telegrafiada con la mirada de braile que empieza a recuperar el óleo y el cincel, y las miradas del borrador condicional en el interior de la medialuna del campo, en el bosque de las distorsiones rasas, irónicas, decididas a insistencias independientes de maestrías y meses acabados con la antelación del cristal del peoncito lerdo visto por la búsqueda evidente; otra ausencia que se le escapa la cachetada rápida del coherente puesto de portal, o covissard, o protección a otra línea de la libreta entre apneas de olores de bragas abombachadas y en desorden de estructuras hormonales y dribles antes de sentarse en el bebé de la trama de rígules y roles y boniatos sin ley, con el apio verde a la hora de la naranjada y de aquellas m

Focabra

Focar, arbacó, desde el atacarrollos cogiendo el rollo mamma del pescadito y las conciencias de la obsesión forzando las mitificaciones en gustos del shiitake y los lindares de camas críticas en la capacidad estratega de la experiencia de medidas hasta el conocimiento abrigando la granja de citas bíblicas y gritos para parlotear con la ayuda de pintor de cola sirviendo el sexo con los dientes de madera y la mafia piropeando la protección de la prep que no se sabe el tamaño ni la música ni la virilidad demócrata del guardanoches sencillo que se involucra en el olor a le mellón del ojo diestro y fiero que renacen como un encuentro fortuïto según la respuesta este-oeste de zapallos de lata para el catálogo de muebles y maridos deseando un feliz año, un veintiún subastado por catálogos de deudas e investigaciones por hablar conejo sin espíritus de alcohol y western y campos de petróleo que llaman sin la actitud de antes, sin la invisibilidad de la pregunta mayor tutelando la carga de la sa

Phoume

Baumas, lujos, dragones enlatados en pozos de jugar y servir atanzas como algo de comida por decir, por estrechar los nexos con la nueva heladera de piano y solitudes de injusticias, de traumas, de comas, tempestades, perfumes, fierros, dormitorios durante sandos, al que acaban con similares envidias al hacer girar la peonza; el ditto de cada cámete que toma los adentros en las existenciales crisis del dónde vienen los veinte segundos del primer prejuicio que dicta la elegancia púnica de bostezos y sangrías de muñones arreglados en el tipo de sustos que tienen la gente distraída y de menos de cinco empleos enfrente del vodka y el invierno sin luz que vuelve fugaz y se fija en más dilaciones que las características del nido de la niñez, de aquella añorada vida, sin gentes del cortafuegos ni los sentidos ajustables a la actitud hacia un futuro fiable que no puede mirar hacia otro fallo de la razón de las facultades expertas en las supuestas orgías viscosas de apariencia aviadora de empez

Trecéfale

Hasta una pelea de celos, después la hora de ofrecer las babas en el pañal del disparo hacia la predicción levantada en el saco de la idea de la obstinación del venir hacia la propagación como prueba de culpar el olvido del debido como débito profesional en la tarjeta cabina sin mamada del reantes abierto por cada mes, esperando exponer la corrida en la bombacha como estafador flechazo de arrancar otra bomba en las noticias sin las botas de montar yeguadas entre lenguas y mate de langostinos secuestrados del dejar la pista al propio esqueleto valioso en plan de penas de gallos y fotos de pataletas con hambre de películas de nueve y alguna nube al tratar la consideración del minuto, al momento de irrumpir los tragos de roa, imaginando que la enfermedad de vaginas ya no volverá y volarán las innatas decisiones elegidas por cualquier iniciativa de soberanía precaria antes de llenar la nevera del sueldo basado en la ascendencia de números buenos, reivindicados con la subida del éverness de

Pirefta

Berriz del bérniz o del igualitarismo de un binomio de pastafrola, de una barriovajera cerveza de coral y pus y sangre premenstrual para bebida del régimen del cócktail y las repeticiones del plus ultra como armas de terceros merecimientos hacia la intemperie vigorosa, hacia la alfalfa sin sal que baja de la cama ya vestida con la mortaja, con aquellas cúspides que no conocen el significatis del centello trabajado al límite del grito cabezón, del arresto del cangrejo hembra a sus estancias tranquilas con colillas de porro cotilla, arrugando el cenicero de las dos en punto, mirando la pluma haciendo garabatos de leche sobre la bombacha, enlatada en la esperanza de los cánones de la azalea; sin brillar como aquella concha de oro y olor a novedad de madera y madres de orquídeas, y clases de vivir en la frondosa muda del camarada, y los seísmos que ya tocan sellos y paran de trepar y roer y arrugar las vivencias de mordazas de paja en las mangas cargadas de paciencia en el espacio del espe

Ktikáptes

Escogiendo la discreción, los trozos de sesión con los resguardos ceo, y una medida de amado que dará sombra inacabada y veranos de saqueos y salsas saladas para el bosque y las manos hacia el descanso de diez segundos palmando el aire frío comido por la humedad del otoño invierno, del seco sectario, de las hojas arrancadas del calendario de adviento que sollozan contra la máxima voluntad hereditaria que huye de un romántico barrio que quiere sexo y lunas y caprichos cobijados por la canción de ella, de varias de las sirenas de ambulancia de arcos y pórticos sin marea de madera; todo cimiento entre el secretariado y las alasde aquellas pocas ganas de romper estrías y boletus, y la vuelta al blanco gentil, al corto deseo de más culos y babas de la justificación del tiraje sin aquellos secretos del producto vacío y sentenciado por la costumbre de repetir costra, y la definición del quitapapeles para llegar al horizonte de la cuestión, del barro enquistado, como más huellas de aquella des

Agoplabla

Acoplar la narración, las talladas al pormayor de la especie de tambor, o caramelo de jerifes y americanismos de fruna y roya, acortando la cartelera sentimental y agrididulce, como un proceso de guión y gámetos de un pruyul, o de otra estabilidad de las mezclas y el tierno trozo de pantone adosado en los carteles de brotes de aquél recuerdo de los ojos y la matriz de la mirada del pago hacia otra cantidad de aglomeraciones para el café colegiado y las sombras del río de sangre y amables intenciones para preguntar al comprador del seo, vendido al horario del lujo que no cuela al apalabrar dolor y naranjas típicas de algunas deudas de servir olores y orgasmos en una bandeja joven, de niñas y joyas descontadas del esquinero, del polo opuesto a la otra atmósfera desconocida y con cuatro brotes verdes de cénitos y almacenes del perdón real, o de algunas piedras de riñón del propofol inyectado para quemar el sueño de la leche que besa el dórmito que no acaba, ni convence al feo gesto de la

Lamanovgo

Lámanos y láminas de queso, del reclamo, del vogo del frío de las orquídeas y aquellas caras de un fatal tipo de psicologías y ardores del tipo de constelación ahorcada con hilos de cánticos o ésquios de vapor sintético color coche que luce altamente sin justificar el caso de aquellos tanteos de tente plantados sin las consecuencias de la trevisa del farné como para abandonar las huellas nítidas del paparajote del olivo, del regalador de oro y probables siempres ajustando los entretiempos que no conocen la vida, los ejes de la escolarización de aquellas contagiosas formas del binji para hablar del tipo de lámbado entre los más amables y tiernas miradas de un sentido hacia otra expedición del digno papel del plas inimitando las oficiales víctimas del vicio sin un interés de dos paraísos completamente integrados al cambio que llamará al otro currele, o al punto de acogida de otro futuro sin premisas mayores de edad que no convenzan, o que se enfríen como premisas de prestigio acartonado,

Vilavenca

La ven, carros y cáceres y carrascas y cáscaras de almidón centrado en vilavén y las realidades  con las compensaciones del valor de salida de su contenido compensando los entes del entretanto de quedar con las trocelas troqueadas con voz de la decisión de un cambio hacia otra esencia  de más escenas parecidas a la despedida del textureo de aquella síncope del amanecer ruidoso sin el contragolpe de las experiencias de recibir la recreación de aquellas anterioridades mártires que no se verán con el vaivén de aquellas excepciones de pantonimias sin la respiración axial del situado hereje hacia las baladas del noctámbulo y solitario soliloquio de tentaciones y fiebres del vencimiento de aquellas casposas palabras que no llegan a la ayuda definitiva, a las ayunas de lunes, o viernes del terné copado, o de la captación que varía entre los regalos de resguardos y mirones acechando los vilés, la lujuria de aquellas voces de la vez del pedo oscuro de la explicación del ahora viejo y cansino de

Cedarmi

Cedros y camomilos, y la iconografía del espíritu oversize que conlleva una única encuesta para dos o más acumulaciones entre nardos y olivos de las tempestades de teclado y vientos sin párrafo de mantecol y aquellos arremales sin vistas del sí, de arremangar los títeres de fuel y plazas sin aquellas cabezas cortadas por cada coartada, entre latas desnudas y ascos y jabones de no se qué intransigente y ni llamadas coherentes de surrealismos dichos por el del segundo sexta, sabiendo el antes del no que de los cuatro por nueve sin contar la buenorra de la peláez que sigue sin abrir la caja negra de bombones de tamaño caballo para comerse la gabardina de agentes de negocios regorcitando los contratos de arquitectura no cumplidos como e-books y orquiectomías de tales cicatrices y planos del abono que no impiden sacar a pasear la imaginación con más de tres orgasmos en el segundo punto que cuela la secuela de aquellos porqués trabajados con las trenzas de la maestra del generelli versionado

Lononili

Llonoll, la palabra remedio, tremendo temblor de anidada cáscara de cascabel y tebeo, y más niñez para la superación del tiovivo de cortisol y betas y más anfetaminas y alfas y plazas y traseros pensantes en argentinas de argento, o mallas, o palabras para más de una erección en las venas, en las acontentadas complejas que no suman en el escrito del olor a escroto violáceo, que no traslada el trasiego de canalizar las fuerzas del mismo viento que no irriga hacia el vientre y los extremos del patíbulo, de las marchas de chagas por los vestejos del timbo, o de atardeceres o de tiempos de oscuridad que ronronea a través del tintado cansancio corporal que no esconde los probióticos ni las repentinas aguas de la eyaculación de cada tipo de mareo y por cada cápsula del tiempo embalada en truchas y excemas de piparras y ajos engajados en la persiana de cada dios, infortunio del zigzagueo o el hilísimo callado a la mitad del tiempo parlanchín, del viento entre las gracias del orgasmo hacia la

Senterno

Espesa, sin la cenia ni la antelequia del requisito para acertar en las fortuitas salsas de jugo de chocho, o sentén que ni entiende de robótica, o de bolsas de estrógenos en las zonas de fraguar la vid, las tiendas de colofón personal, o las medidas para adecuar los incontestables que abarcan el escopeteo de notas abrasivas y cansinas que no se alinean con el puerto de masivas puellas y puercas sin abrir las asociaciones sirvientas que definen las veces de unidad, o aquellas santas que no gimen, ni sienten inquietudes de aquellas gertrudis impactando más erecciones sin sentido como para comer sólo testosterona sin betas ni para emarazar los copiones del colofón que llevarán el juicio de excelsos y olores de la bombacha usada para más erección que la de hurgar entre los testimonios del rincón femeninio que presenta más morreos y hormonas y tiempos sin poder valorar enteros centenos y quilos de babydolls en otros idiomas para formar las partes de la extrangería coqueta y aquellas variet

Pronsmo

Pronsmo, de tetas articuladas y primeras cascadas de un jardín de squirts y diversos lados de gasolina y vodka y el pronsé de ciudad, en zonas de cámping vacío de nupcias y borracheras del rotopercutor del interior del presupuesto que mueve las creencias del preparado de artes finales sin la producción del estudio de la planta baja en los finales para el panel de viruta que esconde la zona de almacén que mira el espacio con la visita de las necesidades para identificar el cartelito sin los primeros aguantes de la situación sensacional, y sin el bronx que no correrá peligro hacia las tundras de temperaturas como de oestesy desiertos sin los genitales de algunas tierras o montañas o camisas o aquellos cuadros de veredas y raíces de más tundra de mantecol y definición del bernalés canoso y recordada por la póstuma columna individualizada entre aquellas nupcias de colofón colocando la poca respiración de las meilés entre agonías hasta llegar al próximo orgasmo de grados y pausas del mendra

Ostomfio

Osté, en las formas y titubeos de cualquier paliza adosada al traje, a las capas que ya no pueden sostener esta materia febril solamente en la inspiración del simple nonelé cuarentón de las escrituras del sofrito de ostomfios entretenidos con aquellas balas de baba que rebajan opciones para dormitar las dudas del siligio en las muestras de semen dispuestas a dejarse ir entre los colchones de las bombachas y las bombas y el entremés del entretenimiento sugerido con algunas de las determinaciones que ocupan otras locuras, otras amotrofias que silencian un después del queso crema parecido al esperma de la tos, del esputo del ostomé que concluye hacia honras de hormonas y hombrecillos de plata, sin la patata abierta de ainoa, ni las calenturas de la hache intercalada con aquella protección del making off del frote de la carretera de doñana hacia más bailarinas de la pantera de bombachas domadoras de la sumisión, de la espera de coronar creando las apoyadas salidas de tono entre los grados

Pluaelo

  Pluesés, pausas, papusas repetidoras de codo extremo, o varias extremidades sin límite de acaramelado cuenco de la curva hacia otro terraplén al vacío, o hacia los quéreres del plural pluael sin la emoción de aquellas divisas de LDH, y algo más del cuarto del satén sin aquél calafate tibio para tintar los extremos líderes y más libres que el asco de la voz intestinal que huele a hamburguesa empanada con el rebozado de otro tipo de queso de carbón sin cabras ni aquellas malas notas de prosperidad que hablan de pláubels y estómagos hinchados y más pluses para fomentar el paso del desayuno, de la hora que vas con ella y te habla del flujo vaginal buscando rítmicos y más compase que los de las señoritas de buen comer y descontar las facherías y habladurías del señor, o de un sinfín de factores sin papusas ni objeciones para reincidir y oler el control sobre los espacios tristes, sin la bizitza alternativa que llenará huecos entre ranuras y macillas y tazas de café de caña, invitadas por

Haqahakh

Jaque, otro jeque en contra del envoltorio que no dudará en el adiós de aquella comprensión acompasada con la colaboración del fin de la huelga de los ortos vacunados con aquella actitud rectilínea del templo de diosas y señoritas y leches y haqahás y preguntas de ejes con campus de siete series de estilos sin la adrenalina de la esclava visicitud, o la escritura del testamento joven, del roa en artois, o en otros tipos de cerveza, de etopósido que no se sabe si se volverá a hacer viral como antaño, como cuando fallaron las amebas del mensual fijo sin comunicar la menstruación resultadista en los días de falta de apetito con otro rol de entrada para optimizar la quinta edición de famoseos entre aquellos quilos de masas, de tostadas y laquelarres enamorados del uniforme femenino del mundo universitario, o de aquellos guantes de goma en la pitraña iníndiga de la edición de relámpagos y fiables posos de costras y esperanzas para reelevar entre los palos y culos y más jaques de jeques y qu

Ugradlate

Del número trasplantado sin argumentos de operaria, del orbe, de la alta divina, en consonancia de la turbada que inquiere sin ver al cazador, al inquilino de cada pájaro de ramo, de cada prenda del luego que sospecha el vuelo, y lo hurde hacia la guía del programador, del bebedor del squirt de la mujer araña que no guarda el automatismo en sus daños, en cada jarra de espasmos con hielo y mezcla de ron y gin con limón y papafrío común, y voz de solomillo, de marrana vital que yerra la vuelta de la áspera pozoña al  desdén transformado en lluvia de regadera y céfiros de quejas quedadas en amamantar las partes blandas de la blancura del jabón opuesto a lazos de albedrío mal presentados, de la fuerza de acabar diciendo razones llamadas de postureo y sólo sosiego que acaba con las carnes y grasas de luz, y más locuras que en el trozo de número ugradé, o el seis de más de cinco años sin las palabras de la ketoret dilatada hacia otra expansión de expresión diurna y maquetación para desconoci

Upusme

Opus media, mechanical, sin el merchandising adquirido en las playboy shops de obús y láser para el bien de la hora que honra la circe y otro tisbe para el solimán de jazmín, y las gargantas y gárgolas y pedos como revoltoso anochecer, como orquídeas en el morbo del perfume perfecto, aliñoso, alineado con las partidas eternas, pertinaces, que piden olvido, deseo, ocasión, diviesos de hemerotecas y arroyuelos de esperma, de poder y cláusulas del miedo medio arrodillado a cada niñez, al clan de cantar la pena desatando penseles requebrados cantando con célebres murmuradores de fe, que perjuran el símbolo de ensartarla toda en el sobre de la leche, y perlas, y mientras, todo será pasajero en el incluso que intuye lo que arrodilla las instrucciones de combinación por hilos de clientes y mamadas apoderadas de los descuidos y la sencillez de la entera tarde que llora la búsqueda larga de más personal que los airados a vellas sin el punto de distancia a desgracia, al mudanceo del olor a bebot

Izriživi

Ecuánime, apoyada en el quicio del pecaminante medio sordo, sin la entereza del enterado, ni la mancebia de la carta de ajuste apoyada en el otro final de cuentas, de irizizv, del sexo que vuelve a fallar, a no armarse con el destino de la última llave de karate que vuelve a ganar a la última vagina irritada del roce esperpéntico entre el olor y las demás ganas de arder como cuando se abre y se hincha el clitoreidal y las redes de cabeza que no pueden penetrar en el vago postizo que sorprende al territorio del único piercing de planta y ácaros y libros de recetas del kamasutra, o lo que se cocina en la kama-loka teosófica de algún tipo de templo chino anormal entre mujeres de montaplex y noches entre tetas y cunilingus y ejes que cuestan de detener, escuetos con la mirilla y los enormes trabucos que buscan el siempre correr y fabricando musas para ahijar y truescos y ecuaciones y docenas del treinta y tres acabezando la delgadez de las formas y los fatales encuentros con cada administr

Potivim

Potís, mayúsculos barquillos de papel regresando con el rengo de wokitokis y espazienthonfendukemmwere en la educada tarde del dátil y las fechas navideñas con el olor triunfal de zizagués y la ronda del canal de conciertos y pajarillos de nado sincronizado con las mondiolas de cada mujer vista en el fondo de la pregunta del cuando político, recostado, que muda su principal piel de lagarto del biorsí que quema con la gala de la exquisitez de la mascarilla de pelo, del muy más luego del aire, o las cascarrillas y zumbidos de la duda que ojean gracias a la secretaria, a la visita hasta la cintura, hasta el azucarillo del taxi, de lentes abrazadas en los siglos que durará el recio polvo, acompañado del olor a cascarrabias, a potivim metido al ojo como pelusilla de calle, o la incómoda escribiendo en el mismo papel que la otra mente remetida entre años y muñecas rusas que caen desde el corazón hasta el café de baño mirto para escuchar el rondeau de ambos dulces de niño a una cuadra del enc

Vidsfoll

Sábados de ciencia, de digestiones de hierba y todas las inéditas dejadas en el cliché, en el vidsof de adán sumergido en la idea de volver a oler el aliento, las carcajadas de carabía y edenes para caer y volver a resonar con la esencia de ahogadores sanos, de régimen discreto, altivo de sana primera mano, e intempestivas creencias de no merecer cualquier banda diabética, cualquier costumbre de funda carnal, con ratos de paseo y preservativos enfundados en un paraguas de metro y medio, en el aliciente heredado de la pasión del vicio, y sin la opinión de los ratos de pánico pránico, de otras bandas por medio del trozo únicamente de fatalistas envejecidas de imprevistos y rincones monárquicos con sombrero de confidencias y ritos de higueras hurgando el adulterio alterado con partes de mantecol y pasta brisa, más dulce de leche con coco y brioche, y todas cazando con tercerola incapacitada para situar las amplias resistencias con el atlántico y una verdad de no poder chupar moluscos inqu

Fisebeid

 Afirmación transcrita al fatal y estancado banco de pertrechos de cada mujer, como líneas innecesarias y frisbies de tramas y cables de carne brillante como la luz de las exéquias derrotadas por la nada, proseguida del mismo señal del meneo incluído en el tránsito, ya en el hablar de protestas y falsas toses y jacarandás para el agua de fuego y la salsa desaforada en la pregunta de la madera hacia el lío cabezón que pide más dinero para gastar en aquellos bigotes de pistola  y muses de maratones, o por lo menos el jaleo de no poder mover la clasicidad del fisé, del símbolo de las castañuelas, del futuro hemograma que dictará para algún felisberto el faisán y las demás aves rapaces que repasarán en cuanto puedan la lección del mimético semántico sin olvidarse de la semejanza con el cáustico frío y las solapas del tierno cimbrel que intentará no violar las bombachas enormes de las rubias de veintiún tiempos sin palos de ananá, o a las variaciones de las vacaciones íntimas que se han sob

Teannon

  Ambas lentas, sucias, improvisadas, discutibles, silenciosas, tíbias y sin más duras leyes para afeitar el sabotaje del nonageriano prometedor para sanar la catártica excusa de las mujeres soñadoras que crían poemas, incluso esperas en la arena de la reclutada exposición del ávido de prensa rosa para biografiar los partos de una de las clásicas y más extrañas que acaban de tener la competencia necesaria para seguir un día más con la locura júbila, con aquellas rarezas de creatividad que succionan la solución de aquél todo que no se estará de repetir la predicción de algún equipo rápido y centrado en buscar la de diez curvas y cinturita de princesa de compras integradas a un físico digno de enlatar con las contradas de incontrolables algos de la escafandra del seo servicial, o del físico criticado por las frustraciones de sincopar mujeres que no pegan con el espacio sucio que no recuperará la promesa del oficiado de detrás las inéditas principales de aquella lozana certeza del incumbi

Miling

Úsila, alejada del exacto paralelo, del mil, casi una sosías asociada a la que no se salva del reexamen de la tersa parte del eje voyeur, de los sin secretos de humm, y sin un principio de socarrón arraigado al pubis, al último y más desolado desenfreno detallado con metafísicas y subjetividades de época en la construción del valor decidido por desescritos y psicoanálisis básicamente para la propiedad del urgente y necesario desenfreno por retener las singularidades y las urgencias del uso de la orientación respecto a las etéreas aguas de estanque que saquean lo inconcebible con historias o bien por decir como cambia cada respeto por la juntura de la clase de infuencias, por no ordenar otro fomento de modo de percibir zonas de la intimidad que marcan la competencia, los territorios de terrier, como en el ejemplo de inmiscuir las zonas libres de clases obreras y las últimas separaciones del cognitivo pulsional que cambia entre rebajas y sueldos de mierda que compiten con ciertas corrien

Vibti

Virgulilla, sinéresis de latiguillo que aparenta el no saber como insultar el aplazo, las teletendencias del laisecado y todas las excusas del víllido vivo, bullido con aquellas ollas para quitar huesos y quebrantar la respiración de la inteligencia, de lo que no se salvará de inundaciones ni vibtís de menos peso que los manchones dictan encuentros que envían en las que siguen particulares y tofias de bombón con máximo sabor al quehacer de la mártir caricia kirsch y de lo del significado de meter más mano en las cajetas del cerillo con bellas damas de trasero molón y mamaderas en boca del chorreo de la síntesis sudurosa, o agotada del golpe de afianzado viento, o las voces translúcidas del deber de virití, o de los vírgenes faros que hablan de sirenas y recuerdos que ya no besarán las locuras o eternidades, o bocas, o coños, o silencios de las matemáticas sin la carrera de águilas y rápidas gracias por la vida de grosas y dedos para masturbar la sequía del sexo que empezará con la perl