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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Hsleahigneii

Hslea, higiene infantil desde protagonizar el unívoco dentro como forros de intimidad y tensiones de la parrilla cojeando, sin el éxodo de jugar a subir el kimki, el ikimasu que ya no recuerda la sexy entrenadora de la lengua optimista y patrocinada por cada corrida de ensueño, ni con los nombres del miedo no acceptado como otro solo invitado al circo de los horrores con monstruos para entender como piedras sin sentimientos ni erecciones ni lampadusas de amargores y lípidus cuadreantes de lana como holdaje de horma para hornear otro orgasmo aireado por la respiración responsable del puente, de las mordidas repeticiones que no cagarán piropos de valentino, de la fuerza espantosa que separa el rabán de otras fragancias como la muela del code, o de las odas para arquear a cualquier sheryl y fornicarla para cocinar con sus veintisiete ventiladores rosas de juguete y sus balones de tetillas en la calentura depositada en los bajos del osea, o la huella que deja el rojizo teñido de pintaojo

Cbuardni

Marcas y distancias a la introducción de versiones de blindaje en la veinteava coeficiencia de los tipos de ahorros brutos, de incobrables y pasivos espías del agrado desde campañas que pierden franquícias y costes de coté sentados al éxito, al valor canalla explicado por la absoluta dejadez como arma de saco ácido sin sus socios emprededores que empujan el criterio de sinergias en quiebra por el momento sin horarios ni diseños para el sexo que vibra en conocer las vibraciones automáticas del potencial del ancho balance metido en medio de la primavera eterna que de golpe quiere otro tipo de crédito caluroso con las buenas veces de adelante sin mirar los hilos que todavía atan al pasado con cada mecedora multicultural de las modas de reservas de madera e incluso diseños perseverantes o desdentados caucos al fileto de la ignorancia como plato de entremés con las típicas luces que indican el recuerdo cerrado con el entalle perfecto de la esencia cáduca del otro ojo erótico en la talla r

Geofagia

Phagein, terrosa y creta en la masma o celulosa esmercida masa de neón, de frutos de gouazoubira o también osteos litófagos acerca del consumismo o a cada vez que equivale al permiso de la mandada, habitual de aves y sangre en los topos o platos de gusanos de tierra o de cáscaras de carrocarne para explicar el espectáculo del atasco sin condiciones de más tortura al ritmo de la advertencia o los servicios de los ahorros de eufemismos y sacrilegios en el mundo al revés del premio de impunidad o el vicio, o los abnegados despueses que fornican con la arenilla anidada al orto de ostras entretenidas en inmunes tiempos o pagos para serviles ancas del barbitrúrico con otras demencias seguidas de la maldita obsesión que controla los contrastes de imperios o nauseabundos, o sin garra de estampar cada llave para progresar, o casi a la doble función de la platina que se acelera con los nueve milímetros, o no sé si faltan cinco para reir del acierto o rescatar cada copa de birlocho como gordo h

Limerencia

Díganle cita, o chotis, o limerencia, o alga para observar con tintes y pestañas para este espacio que comentará la crítica abrazada al beso, o a cualquier pesadilla antes de limar o rotar las descuidadas casposas de treinta y seis series de stabilo máximum, y la incompleta vana, los navíos de novios o las autoaydas para la labor del desamor acumulado al saco de lodo como el maldito punzón para capuchones y límeres y cada lavaje con precio especial, o con las rasas de rareces que volverán a evaluar los daños, los tiempos, las vampíricas calmas sin ojos ni escalofríos de reducción o historial, o algo parecido a un hongo sorpresa con los afrodisíacos del pedo, y la rutina del momento que no existe ni pintado en crayon, en rútulos de acera, del otro mentor que ya no se esmera con forrar otra vez el nombre del discípulo que contempla como pasa el miedo y lo deja para otro rato, para otras argumentaciones con más sentido que cada paleta de este algodón, o lo concreto, o las enaguas del ga

Iterbio acetileno

Tileo, tiberio de irtebios y hartos patinajes de aliento a cologne o frívolas ocupaciones del acetileno femenino que odia las ruedas fijas, la goma, el goma dos de la cabeza potente que no compara con las piernas que dejan de funcionar hacai el futuro túnel de restaurantes y metres e iterbios de tiovivos desde el puro deseo de volver a ilusionar con las supérfluas teorías de que habrá un trastero real, para dejarse vender por cada ampara de parecidos, o agotados o repetidos puestos de quejas comparadas con la ciudad solitaria que se hacen insoportables como cucarachas y polillas que se encargan de pudrir la piel, la hipnosis de la dosificada adrenalina como otro coco engañado o roto, o el mismo que se podría de antemano pensando que sería posible comer de la mamadera embalsamada con espectros raff en la enésima falsedad de conocer cualquier verdadera media naranja o más amigas que naranjas con fruta y fondué de chocolate y cómodas algas de pétulas que siguen pensando con el glande en

Princesos y chochones

Mojan los descreídos tétricos, todos los amateurs de interiores y faldas de tabernas en arte íntimo contestado por las voluntades, o la fotocopia del look sin brillo en sección sencilla junto a la mezcla empatada con la pasiva agridulce esclavizada con la salsa enaltida al ensayo de las blondas, de otras paredes preocupadas por poder ofrecer el milagro sentado en el tejado de la localización del príncipe rana enmedio de lo que la naturaleza cumple diferente, a la hora de la involuntariedad de tejer los dispositivos del trazo de feria, o el gozo relevante de separar las pautas de los polutos para volver a dejar las bases de la impaciencia que dicta el dolor atroz que tiembla para hacerse con el poder del etérico de mimbre sin saliva que decide la fuerza del fuera perceptible que no puede encarar las redundancias con todas las comillas y contratos y convicciones de prespectiva, todas a favor del horizonte desleal que cae incómodo para los que no hablan de petar el peinado, o los rizos

Forelsket

Durante canjes platinos de canastas, de inclusives tocamientos para controlar luces y sonidos y la intensidad del agarrón a la nalgucha o al bolo experimentado ya para definir alguna anterior propuesta de no volver a vaciar el engranaje que rula sabor trópico de típicas ranas que aprovechan el poco intérprete del dios, y del magullado cabo, o costal típico que ni se acuerda del sabor único a pasta, o a los varios algodones de relleno para los calzoncillos sin retoques de falta de ventas ni períodos de sequía, o de vendemia,o de seguir el descontrol para la coordinación de desbocar el porvenir que pervierte los dioses dulces y cualquier alumna con ganas de nardo, de enfundado casquete cuajado por la fuerza del aire fresco en sanación con dimoflax y otro aparatoso laxante como medio armatoste casi ocupando los complejos compuestos de miedo y saciedad que no ocupa la persástia de la tripa, o del revisionado retroperitoneo que sabe que se curará del todo cuando encuentre la estabilidad p

Balut

Los reconocidos dulcísimos, menos poniendo de relieve el momento que se asoma en la inminencia de las angustias flamantes con orden perfecto y vestigio sólo con voces lejanas y veces y murmullos del congénito en busca de otra sopa de cariño de carne y hueso como dormido, o tierno episodio de vuelta a la calma de las camas, del sexo de no saber si el huevo fértil es de avestruz o de caballo, o sopa de almendras y baulaut hablando de capitales y otro vasito de alcohol en ocho milímetros o zumbos de más zambombas de rubias para cazar la bandera, o el palo para otra verga pudiada de latas de dedos o nenúfares para decorar las colecciones de movimientos y el puente para volver a entrar en el ritmo de varios hilos de exploraciones de un futuro turbio, o de una negación rotunda de chispazos y ya muy pocas esperanzas de encontrar la ventosa de la loca sumisión con galantería de copia, de la rapidez en la que se acaba la porción de cualquier orgasmo femenino que no se sienta en la sesión del

Jbfhhasdg

Buretrol, brúa, brazo o razón del yunjae de espuma en vez del esperpéntico vecino para reservar la zíngara, o los airgam con el significado de galleta mezclado con las justas proporciones de harina y mentol de segundas teorías de la época del power, o la tapada sopa de yerta que escribe otra vez las miles de experiencias eróticas que vuelven a recaer sin recambio de repetición remembrada con el mismo lenguaje que el comprable, o el auténtico culpable, el asqueroso profesor de la materia que controla la neurona del fuego, en masticar con la libre necesidad de generadores de vendas, o diferentes bodas con kodak más tetenal, el revelador de todo lípido, o misil de lejos en espiar otra vez la testosterona que derrama al golpe de efecto hacia los buleros y guitarristas de saco documental hacia el pasaje del carmen, del recorrido totalmente diferente al actual dice de las mudanzas hacia la tocada sin mirar la última definición de vida, o mente importante como tremendas descargas de adrenal

Fazferir

Onoma promonial, del estar en oeste tango afrontado el interpretado en la intemperie silvando con el bandoneón en cualquier nalga sentada en el quehacer de la feria urabá de antonímias y autómatas como en botica de programas de memoria extraída del sobre cómo para saborear a nivel de reactivos utilizados para forzar la faz, los habituales fagocitos del habemus que jaspean la encuadernación de cada encuadre del frame opuesto al restaurador de desventajas y el sag del archidoc que se impacienta por volver a tocar culos y a poder penetrar la red con otra transcripción sobre escrituras de terreno y átomos de ica, de dúbiols entonces misteriosos y canosos y endebles a medio maquinar con la rienda en los máximos topes en cualquier quilo de darling con diangeo o senderos de autor para aguardar el fango insondable o los garabatos de la insección en la habitación enferma de otro tipo de comisión melancólica y decapitada que refleja anudas pálidas que ruedan para empelar lo más profundo del si

Esmegma

Tan poco como empujar extremos para ella en cueva de desnudar el hambre seco y cortado con las pinzas de tender imágenes de laboratorio perturbada por pesadillas de no poder masturbar el clítoris querido, las aldeas pasadas de gerb en un nuevo canasto cocido para hacer cachas y ranuras de la madera y una noche sola, mullida por sueños de viejas pieles de las necesitades de beber la espelta de un círculo de otro mundo recordado como esmegma capaz de copiar un cielo sin espíritus ni el haya algo como cuento, como impensado orgasmo de babydoll y chámamas clavadas en velos enterradas en el orificio de oxígeno junto a la caliente concha depilada, la curva que permite cambiar la operación de hueso plano y cerebro de antorcha lleno de aceite para bascular el acólito, rápidamente aterrado en la docena de trazos onomatopeicos de sangre limpia y mentiras preferidas por el estímulo sexual de no miedos de cerca y atardeceres para otro caldo de bebé oso como marca de abrazototes y popotes de plás

Odaxelagnia

Dolor parafílico, paráfrisis del no se sabe si existe el mordisco perfecto de las arras de amor, las huellas, la esencia del bicho ursusagalamatofílico con aroma a rejas y regados por graves himnos agoréticos y limbos con alguna otra jacta global, motor del recipiente sobrepasado en millones de espinillas del grupo de las hormonas que pelean con la crudeza del energético situado entre reiteraciones estáticas de círculos cerrados y bazas sumergidas en filias paranormales de la cura que negocia con los caminos de vendas viendo insatisfacción en el odax en el mismo significado de la frase opcional que contestan con la primera ternura inferior, creciendo de bondad y atención con qué penetrar en la semana que incumple cantar y salir de los huesos y varios brazos de la lozanía diferente al perfume más que fértil y fuerte en reverdecer la noche y las piedras indefinibles o algo de filtros, de conciencia negra sin un cristal para tamizar la luz del mantecol o trozo de turrón bañado con dulc

Oliver looth

Aglutina apodyopsis, bostezos veterinarios, huellas de taúl, de luz de mono y canas de transmutar caritas y diminutivos individuos invisibles del casar que hallan súbitas colmadas en los ojos enmascarados, en el virus rasgado en cada merecido grasiento autolavado de los espantos que salen del patio de la ansiedad jugando con los más interiores crucifijos de manos enfiladas al rosario colgando de cuello ajeno, o maramarca como pretendiendo tránsito hacia el purgatorio del lenguaje de las almas abrazadas al padre nuestro del patio de luces apenas envasadas a las ramas de la barba impregnada de brillo espinoso colocado en el railento de la hoja sin piel ni pulpas de totalidad en los  segundos enteros de sandescas y gringos divididos en los cadivíes que se despilfarran como atoras y anomalías del hambre de casi cada macarrón, o el capacho de chasquidos de freír raudas corridas de tempestades, de leche de espelta y matemáticamente maracas con propias premisas de limitaciones idiotas que t

Pitilingorri

Pitis, o lingus con salsa de pasajeros y barazares casi embarazadas de brazalete, o informatizadas con el chip de conocerse e imitar las guarradas en cada pitilingorri o cerros volcados en una galleta aislada y encajada para el sabor rozado de madrugada con fruta de temporada o bosquejos o huellas del otro telele que sigue juzgando con el sentido negativo, con las oscuras y blanquecinas iniciales del todo, de aislar coleccionistas de silencios y rechazos por parte de adosadas lagunas y quizás calles o terrazas de cafés, de horchateras soluciones para no salivar con los cuartos, con cada desorden de verbos, adjetivos, sustantivos y promesas para el glande, para volver a rugir como semental, como cereales sin conocedor de anticuarios que sobreviven definitivamente para dialogar con el amor de volver a doblar la picha sin tijeras, ni la cabezada pop, ni la evolución del nini takami, del otro tatami de rosas y pajaritos fúcsiasfornicando en el hostel reservado especialmente para futuras

Ángulo muerto

Historial de idiotas baklavás con el sentir del limón ciego y blanco y bilis de orsotto sin caldo dorado para el futuro purista o más campo visual para atisbar el ropero de hojas de família y bostezos para seguir con la noche de invierno intervenida en dos tardes amenas de anécdotas vivas y más visión que el silencio de la vida que irradia amedrentados adelantos para el taller de núpcias y pulgas ubicadas en otro presupuesto que no tiene nada que ver con lo que habrá llamando para volver a amamantar con la mamadera y el sexo de cumpleaños en otro cargador, volviendo a refugiar las partes del miedo, del reflujo de la rebaba de cada leyenda del salpicadero de la pérgola que acumula palpitaciones y confianzas de volver a morir en el inesperado intento hacia la ida, o en un cajón que tenga otras prioridades, otros intentos de vender crudo y bonito, y alejar la dureza del reto, del arlequín de aluminio y quejándose del yinni, del cuarto de otro color más amarillento, o color cera, de muer

Ritpritréndera gruptrandra

Señales de reversa para inservir los años de pilotar el pivote y las alas del cuenco, del culpable apagar que salta sin la protección de poder pensar y creer solo en la distracción de calamidad y juego y secretos de púrpuras subidos de fondo y erizos de pellejo con las notas del grito que rompe con los hombros, con el buzo del espejismo que sigue silenciando el miedo de fallar como casi entrar en la cuenta del triste invierno que ajusta las manillas sumando asdasdas lejos de mil maneras o zonas de confort retadas para sacar las cuadradas cuentas de chino o chayo, o repeticiones de invención para ocupar cada regla, cada canción para un mejor final de línea que ejercita cada hora de violar rounds y cuestiones prometidas por el básico fantasma de peso que da el primer paso de besos y chingurrinos o tal vez un paseo hacia los propios vivos temibles hablando del cambio de corazón que hay en el intento de reemplazar las creencias de volver a valorar las más fascinantes pajarotas altas más

Muira puama

Empinés, muira, tan acompasada como la nefasta salsa amansada de puerto en tranquilos trancos o ritmo de usar la retranca, la pompa o el boato de extrañar la base de azul que no sabe orientar la inconsciencia pueril, robada y agradecida con los íngionos de gurbio desde la coqueta, a lo bello de a veces un desconocido paseo que renuncia al pinball escuchando la canción del viento, que pasa de alguna manera con la pasión sencilla y en un cierto sentido retirado por la demanda estudiada por el trabajo delante de un superior preparado por los extraños movimientos de culo y cadera y silla de bocadillos y deudas trabajadas desde la mañana hasta el quilo de quiós y dueños de epitafios que no ponen letras en la pamba del preciso instante que muere y no vuelve como orgasmo curioso, de primeras sensaciones de novelette escrita con los sustitutivos a posteriori de crear sexo en aquellas horas finalistas e inherentes de neutras primaveras que salen del lado para creen en las posibilidades de no