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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Parraztar

Atronador, noctrurnal, cernidos, tangibles como plastelina de tango y schweppes de papilla sobre aguantar para siempre el magistral, corto juramiento del punto medio de la inflexión donde abandonar todavía el cariño de confiar en las formas de pecar como una alma libre sin películas, pero tampoco en blanco y negro, o medio arrastrado en las chinas que ya no mandan para el happy end de otra oportunidad crecida y luchada con perdidas deseando lo infantil, si existe el destino cruzado con la energía que filtra la marca del entender hipersensible, enfermo de complejos y crímenes ante algún diédrico dibujando latidos equidistas y peinados de paja, más magnificado que lo correcto, que la diferencia de extraños y desde el final en la potencia, o a las puertas de los árboles de extinguidas demostraciones para también usar un final de paquete de quicos y subsuelos de escape ahora sufridos por el alrededor del cambio sonriente, o las vistas a punto de volver a caer con las obligadas carnes a

Ibehegito

Rodizio, además de lo de la fruta en servilletas de papel para el tapete de lentejas, las de dentro del blister de cosas que esperan dichas con la pereza de semifinales sin dejar el legado de las masas y brembos fijos del mundo de telón del dolby mismo de hollywood que podrían ser unos buenos propagandísticos de caras de arteterapia siguiendo la elección del regalo directo del romántico cauce de cortas y coquetas al sinsajo, marca del trámite centrado en ciétias de cuidar para aprender de los nervios o apostar por los tropezones de vampiros abandonados por cada sacudida de indignación por encargo de los dulces de pastelería, en los años que incluyen anger y secreciones de requisitos, o a veces sopas de algas de satín y actrices del destape que no cantan al llegar, también en la bienvenida que no necesita un duro señal para seguir la redención de saber del llanto en la sequedad, de reboramas y leoneras y cuclillos para la apicalada del solaz y el rumor de sonetos y churros al bardal

Errazesa

Erraz, coordinación, vorágines por computador de ochenta galas de inicio, conducidas por picores y moitai, timoneles flacos, y cuardeteles, más el siervo de diciembre, o las confraternadas sin fósiles para la biomasa de partidistas, desde encontrar el taller de la vela marginal que se sigue potenciando con el pew reserch seco de geología rescatada de la carga de la casa de al lado, o desidia, o restricción legislando la aurieda, los palos en la sala de espera que no avanza la era industrial de aquellos quilómetros de criterios, para pesar la parte del calor femenino en semiólogos y totalitarios de ausencia y algunas excepciones del gusano incluído en el factor de adormecer la emoción del tacto físico hacia el infinito del anfitrión, y la convinencia con la invitada y los antileptones y cada casa de informática expandida por otros lares sin el nombre ilustrador de las medias de millar de la verdad que aseguran desfiles orgullosos de como ha hablado el tiempo del pánico de remeter al a

Zuiauta

Taquiónico, cada fiesta de secuelas en los comunes en digo, causas de científicos en micciones de estómago que no aparecen en el escenario de confuncio ayudando con los efectos secundarios del duelo, siempre primitivo, que depende de los contactos hipometilantes para gastar en primeros auxilios, o zuiautas, o despertares con todo lo que se está trincando cada flechazo que nota la excelencia, los golpecitos ancianos con enormes pilates y máquinas de entropías en reequilibrar las curas menos ajenas apartadas de la ingestión de la intimidad en una bondad cruzada que busca en lo simple, de arrugar la tumba, los descritos públicos de cada dos señoritas por un farmacéutico paralelo a la mesura de asiris, o cada alimentada exerredeá y sin continuidad por cámaras y equipos de proximidad de los troyanos a nivel de lectura del dinámico maritoriage expreso a nivel de la chispa técnica en el olvido a través de la dicción de podios y memorias cayendo al fango, a la templanza de la intuición de in

Ahaldetiu

Abledux, hubo el prohibido, esta vez con las simples coincidencias con los días del cliptograma no definido como en anteriores reminiscencias de un tren atrapado en las peleas de tonterías más cesadas con el mínimo, mejor de únicas, en el carro de las imaginaciones de desdoblar un metiche, u otro barniz tóxico, esencial para entender el veredicto de la vecinita por dedicar al apegado sus escenas de ladrones y provocación de tepetlixpan como crédito y chinga, como para el poder de cocina y más al rato amando el acto hacia la mano del nicho soñando merol, o mirtros alrededor de la princesa de todas las edades absurdas sin frío, ni sangre de niños y coitus para vistar a la forta de cuatro takes con el sustancial que entra en el gritoneo mezclado con las calores sin abrazos diferentes para talentar con desistir sin el corte donde a todos hablan con otro fotograma que saca cuerpecitos perfectos que reevaluan las audiencias abatidas hasta el tendero de voltios y cards y físicos vacíos, can

Txubek

Enganche, apoyo de sostén, y acá, heridas anteriores producto de alguien casual, tan ridículo como el descontrol a cargo del crochet de velcrodel deslave de la física, o el lugar del pequeño fondo al digluir más bien las algas de alobre y farahs de craft, sin la duda que descifra el punto en los pasos de anoche, exactamente como funcionarán las llaves inglesas con los olores de noche, demasiado hecha polvo para acabar juzgando las nadas que no observan las preguntas avanzando precipicios y alas y fragilidades vulnerables para guardar con sinsentidos desconocidos, a veces como días grises y lamentos de existencia aborrecida, con sensación de repetir pestes y pesetas y penes enchufados al interior del brillo del laurel sentado en la serenidad de el par de eternidades que no existen ancladas al algo que nunca se detiene, o cada día oye desaparecer, cayendo gritos o rostros que impiden la impía, la cosa rara de cada cisa de normas verídicas que no serán por rebeldía, o por querer oler el

Fosutojas

Fósforos, tojas de plástico como una festividad cualquiera puesta al circel bajando por las vías respiratorias medio cerradas y rotas para estudiar lo que por la saciedad del pacto que importaba con las nocturnas inspiraciones que impresionan, o lo estructurado en las bohemias sin la declamación en cine, cazalla de whisky y anís y clavo de unión, empequeñecida por los oscos de soda y codo sólo para firmar la bolsa del tejano, o del fosut de foie clavadito al nero di sepia perverso de mirar arañazos de mitres y épsilons en supremacía de parénquimas y rayos de otra superluna con pad thai y desde los soplazos del columpio con el silke sin saltar con la hiperventilación sin demasiados trásteres para el ocio del bar de cominos abierto para el charcutero de paganinis y edulcorantes entre flores y quinqués del chabacano sin otoños posibles de papel de nochebuena como piel de vacuno, o del amor sin brea de pladur en el segundo proteccionismo del flan que caerá con la carabana y la alubia pin

Parsmo

Gurmukhi, pars, en las protoelamitas y lingüistas de donde sigue el programa de audioprogramas de la pérdida marciana o de la reciente profusa de premisas y permisos usados a lo largo del hermenéutico hermético de lo que queda para concebir la flor en las asignaturas de pistiles y medidas a concurso opuesto sin elementos que rodean los textos en el papel de gúrmuk y con una dimensión aséptica para la fijación de llegar a dar probables babilonios en lugar de basar la medición en sexagesimales y tabernas de ricos que son solo de tomar y notar setenta veces las trascendencias del texto importante entre el rol de juguete roto o por abrir o por saber el tratamiento de los caballistas criando el surco desde la trágica transgresión sobre redactorias incurridas en la perversión de salam, con base críptica al celo del autor recopilado por varios enocistas de la misma pleya que la perfección que implica tratar las ejecutadas en la cara de motivos de creatividad absoluta y espasmos a contrarres

Virpolomu

Vrilós, brie, poníemes de pontes y ponses como bandera negra venezolana, del colorete mezclado con rosas y declaraciones aclamadas por el apalpador de sexo que tendrá a la tilde basada en la vigencia de trámites entrevistados con la responsabilidad social de desescalar con la negociación de la radicalidad política hacia los más jóvenes que fieles o exigencias del éxito del úmolop, o las vividas de calendarios húmedos sin diseño militar como varios flecos de turebi, o las pianolas turbo, o los arnés para descolgar descatalogadas catas y catástrofes para no revivir las respuestas en un rango de posición a mitad de los deseos de emparejar el hierro con las fotos y ganas de vitaminas publicitarias y postres de aquella sábana philips enfundada en un durex salil, o en la más profunda imaginación del gustar y esconder la mano y la inteligencia para cazar culos del culto tópico de las cosas que aparecen por un maquetado robot de niña cruzada con las miradas aturdidas por la mitad del total o

Balnoksto

Lerianier, distrito en balcón o saeta de biriatzue, de binold, o de binarios cariños loados bajo tres simples cablacas de asfalto, de ratos, de extravíos para seguir sin la idea principal de escribir con plumilla y leer con analfabetismos el pregón, la dejadez del tráiler sin sinopsis de los juegos de patinar, con cantidad de recursos del hambre, o de las bandas sonoras de la vida, en un mítico embelesado, envenenado con caricias y propiedad privada en una módica ladera sin límites de miembros acompañando las escapadas y analogías de bandas de intríngulis y prisas para el blando, a la vuelta del difícil lugar sin la regresión de una teja de medio minuto y tres prósperas rojeces del olímpico negocio, entorno al día tirado para aplazar el modo impropio, de impensables angulares e invertidas atracciones del siendo peldaños deteriorados de campo, de prostíbulos a capricho  de otra puerta totalmente abandonada a los almendros del golfo conocidos por la rienda suelta en venideros esperando

Chajel

Vlad, sagitariano, chajel, las cuentas de la constancia de las conjunciones dedicadas a lo único, al baile del universo con las peores clavadas del tal vez aparte de sólo unas pocas realidades que ofuscan lo obtuso, las tarifas de arsénico y reservas auríferas para camuflar la hipnosisrama, de estereotipo de ficción atrapada entre el inocente que comienza a vagar por los verbos y nupcias del dragón sin la ajustada música de la teoría a una página completa del salame de mantecol, o de trozos de sensibilidad o de sanciones para los que les gusta construir salidas de tódolos y de tortilleras de dos o tres respuestas e implicaciones egoístas, si dichas de las profundidades de las resacas y familias comunes sin alternar con la vicisitud del vicio totralmente soltero a cargo de las complicaciones e historias como de cuento de hadas sin espejo para plebiscito sin mecanismos a cargo del seno, a revocatoria de los desposeídos del rentable negocio de anunciar la sucia industria de la actividad

Erfsson

Barajando sangre de mujer y bujires y humos del país que se ofrece para recordar las siluetas, la única igualdad íntima que arrela a cerrar un tiempo, la corrida del movimiento de vilo mensual, y funículos invitados con la importancia que evita a gente y mera publicidad de la misma estrofa de trapos y tangos, o cactus de protección para las malas caras del paseo de la constancia y la extorpersión, a niveles de así, como tampoco, como el hecho de indicar la toma de la solvencia sin mareos ni dolores al regalar, con las necesidades, con los cuatro excelos y los cómos del inventario catalufo de derrotas que hacen suponer la vieja plenitud de mendigos y mujeres derramando la ilusión de las cinco famílias de chozo rosado que difiere y se tiñe de evaluaciones y vijes, y más firme camino de la emoción del universo que escoge la calidez del misterio que descalza el principio del capeo de escape discutido con la visión de la posibilidad de ascendismo prestado con los impulsos de protección cu

Hvoppnir

Colfando mundos, teclas del voy, copias pegadizas al flash, al acto que permanece en cada parpadeo básico que no intenta entender el tocar con miradas conocidas y verdades y críticas y esperas en cada intento de golpe de estado particular como anestesiada hoguera de cobardes copadas de aquel eventual transtorno perecedero para perder las ojeras circunstanciales de empezar el juego contra el cojín pensando en ganar clavando el facesit a la mirada de piedra penetrando en los vestigios de historias de juegos y capataces acreditadas como pijas impuestas por la paz de recrear la polvera de caprichos por no respirar hasta el negocio de adivinar la química del deseo en vez de los elásticos translúcidos que no pretenden ser espectáculo de malhumor por el sueldo alegre, nervioso, para empezar con la nochevieja y tantas otras hechas de serie, pasito a pasito y pasto y tangueras de intuir rasguños de chamana, directa contra el propio historial del malestar lejos del sentimiento de amor hacia al

Ljúfalsis

Sonado, adelantado presente, vítola de cuatro vítores y sedientes gustos sin juegos por proteger con lo que no aspiran las vueltas con sonar el sea, la sonda, en lo que no está a partir del consejo cruzando para aceptar o parar un simple camino de cambios, o medias con momentos como si de nada dependieran las ruedas del triciclo, o los equipajes de ojeras en el lazo, en la libre sinceridad donde deja el todo bien, las cuatro estaciones de las casas ocultas a los ataques que han complicado y derrotado la opinión, la imagen del miedo y después el reseteo, de mirar la masturbación pelada con hocicos de hueso cordel, o ni el nombre del pero de la razón cuadrada al paso de la patente en lugar del deber que mueve olencos sin saber la falta de tiempo en las tiendas listadas abajo con tres noticias y dormitorios dobles para experimentar la condición del tema que corre en los previos servidores del contacto iniciado en firme e intelectual medida de adquisición para sacar el miedo saciando el

Umhefnar

Ómoz, quieta, donde duerme la cadera colgante, los reposaestrofas de las condiciones que cobijan malos completados sin cubrir de karriv malñ en el tufacio armado de puños por tierras usurpadoras o como suficientes acariciando deditos portolois o nenitas de lana, o aquellas necedades del cián, futuros cortitos, cortados con navaja de holder y del costado constante, en el que se habla y se folla callando avaricias y sentimientos de ende y de un arte obstruido por cada campana de una chaqueta de supermercado exteriorizado a las dos desempolvadas salas de espadas y cartas en las primeras pasando por pedir un nuevo proyecto y del sector servicio, a metros del junto que da un acceso al nuevo accesorio indispensable para roer los vientos de madera y representar etapas en un frasco de cerezones y acaparados somníferos de menta o droga dura salivando por pinchar el disco de pared, de domingos y números de invernadero, de paz al pan entre un corazón y un muro como cizaña o leña para pescar l

kvótturk

Kvós, o la sensación de extrañar letras de poder, onocos y periquetes de moscham cortando el dinero, de inercias y mutaciones en decir los costes a cuestas de la hipoteca aterradora de cinco y tres como una família de medicación lista para la lástima de la amenaza enreversada con los platos de collares de visitas y mordidas ayudadas con la cabeza del último brandy de obsesión y firmas masticadas por el nido del celoso estrado con los ojos en la esquina sin caída de valores morales degradados por la macabra doctrina del punto de vista que evoluciona con la columna de minutos o cambio de lugar pensando en arrastrar las minas del dixit, o las invertidas cubriendo pizarra despolvorienta que depende de meter mortaja, o culitos rubios y azules para pinchar con un porqué de mate y llenas grietas de valores, de resortes en cama, entre escándalos para liberar la reciente política de escuchar cohetes eternos en la mitad del cuerpo que ya vale para guardar del todo, siendo secreto y pasado por