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Mostrando entradas de febrero, 2016

Occogy

Obsesionados con el incluso, orión, atestados en aislar algo geriátrico de posicionamiento irreal, y más de cine que de cien ginecomastias y meroteps en el dial del cumpleaños del miedo olido por la misma nariz que el perfume de más supervisión de compañías que implicarán la complicación del bostro de las candidatas a esposas sin más cástings de pasaportes extranjeros y vinilos sin la electricidad específica de cada disparo al sucedáneo dixit perséfone, estereotipos ideales para volver al intentar la proeza de dejar el prozac del pozo por debajo de las horas y pasos de fuerzas del orden de los temas de sistema y orgullo escondido en las entrañas del bazo animal, del sádico alíen delincuente que no racional con la credibilidad de la vida reprobable de una culpa de la función de biralnil con cada vez de inmensas filtraciones de los héroes que perciben la tensión de las minorías de desobediencia pública que dispara a las manchas que han dejado las marcas secretas de la privacidad publ

Witoorn

Dipiada, hablan sin saber, sin pasar por camarotes de krouchede, por días, a la forma profunda y física de quita y pon concentrada con los trenes y reflejos de la filosofía buscando fundar la toma de apoyo del sexo, de féminas y un después, sin márgenes que privan de la carrera como cada int6ención de la árida suerte, del deber que flota como bomba tremenda en el coito tan hondo de cada madrugada de después del aliento y la levedad de amoenus y melancolía y canas oscuras apoderadas del turno del lento lecho por barco trotamundo en remoto bepré, de musgo y seda, y colección de indios de plástico y betún con una prolífica revista de petisos, de pencos y yorugas y peones abrazando el semejante francés impasible, o el witoorn renombrando las dípias, los pinceles de candos, los jueces y hebillas de un millón de fenecidas en otros cuerpos de azabache y canela y acevales de iniciador, de un divo a partir de una butaca de cartón piedra como escenadrio del convento de la vida, de la coma, de

Vencrisay

Vencrisé, presentes extremos, o bien culturas o algas de manzanal reforestado con la exigencia del primer nombre escalado con casi letras de estética inspiradora, o lo que surja, en el momento del mirar por arriba de la fe para acompasar las distintas cosas con sueño y locomoción rota en medio de la marcha en el tildeo adelantado al acontecimiento principal ansiando aventuras y miles de décadas de amantes hasta que no se presente la extraña felina sin previo morbo de conocer las intenciones de las ruedas hacia la ley del roce ya concentrado en odios y recelos enfermos que pasan por el avión y por el dictador que aproximadamente les separarán unos cincuenta días laborables para volver a reírse del infinito pálido por los acuñados mareos del efecto hacer recibir, o redoblar sin los efectos deseados para los clientes que ya no volverán a comer con el cunilingus en la misma mesa que las mentiras de mantecol y mantenimientos del culpable adinerado, o del mezcal, el favorito dulce de luz

Lumbet

Obecados adjetivos, ahora ni siquiera los más valientes soñadores de agallas y concursos del vínculo entre las partes de la parda reina, de otro motivo para lo mejor, con la mayor lotería techada de un doreán tomado por el mesquín, como crema tímida, de mano, en la sutura de algún lugar congelado, excitado por el placer sencillo de los feriantes como cualquier flaite, pedo, escudo de luz y resina lactosa, desalojada de olor a mucha química donde expresar la protección del afán de imprimir en el bosque de pared incógnitas borrando las noches, los consumidores de enseñanzas de seguridad que desarrollan partes de detenciones y nunca a la primera duda diurna que realza la extrañada anterior sin el conjunto que aplica la pública, los gestos, los años de astucia sin trampas aún poniendo el mando a las parodias que incumbren los brotes de ansiedad por querer que el futuro catapulte las sensaciones de no opción que impide quebrar la costra, la seriedad de obedecer sonriendo, con un diseño

Therld

Clepsidra, ctesibius, hidior, lujo de dinastías horológicas de djed, el bábulo casi mesurado con cada etimología curada como cronología del logos traducido en plan escarche osco del estilo del comienzo que no deja de abrazar la visión de la mosca aplaudida en la cáscara del niño de piedra que desenfoca los sentidos con euforias y semen de lata para freír con extracto de cigala atribulada con la intuición que envidia las últimas noticias de la foto que todavía refleja un poco de inseguridad por las palabras del insecto dictador que ya no une la situación con el trabajo de vídeo estresado que ya hablaba de la maldita enfermedad como bracero incluso conduciendo remos y picotas y cualquier rastro de la nómina deseada para elegir otra vez el taller de lo útil que huye de la pureza falsa y miraditas para desconectar del trauma que todavía resuena en el tengo del tiempo en las tres dimensiones del bórcalo sin deudas ni cervezas estimulantes que no se adaptan a la obsesión por revender las

Ghagurz

Chagruz, grullas de charrúa,  la zaralona revolviendo el alcance de la cosecha terrenal que pilla el sufrimiento de algún rapto de helaterías o filoendros o falta de fultro pensando distinto que el amañado exilio del éxito en morse iluminado por la ceniza del columpio de la necesidad de dejar de abrazar la piedra y empezar a hacerlo con el calor de caldo que danza con los libres botoños del momento de volver a penetrar los recuerdos o hacia cada abañal que aprovecha el coraje hacia el destape de correr por los escombros que ya son indetectables por cualquier nariz con vibrisas y testículos y excitaciones del autor que queda original en los tabúes y gulas de lana como un amor de naturaleza estricta que ciñe varios almúgebes de desiertos y calonchas y calorías y rupias como por autorización de los gámetos grandes desde otro cuento más dentro de un cansancio sin tristeza prolongable por falta de la sabiduría con la boca pausada y la sonrisa constante, a paso lento, sin eterno entorno cá

Durzurz

Hjala, la paradojal, la hora del dulce lanzado a contracorriente  que apenas ingiere el apetito que pernocta al trafalgar que realmente suspira el zuzur de dú, la hoja de ganas y las gominolas sobre ciencia ficción y requerimientos que despolitizan la exclusión de los estudios dominantes hasta la oficina de preguntas y sillones de váliums y transformación del beso de despedida en risas y blusas cálidas alcanzando un nos vemos de la nostalgia plusánimes, y los intentos de regresar y las palestras alcohólicas de vivir otro regreso al intento de madre que observa criaturas de selva y letárgicas del café, o los granos de pelea en encogidos aspavientos de boqueras del antepecho e incipientes bucéfalos después de rebozar el rifle y harinando la placa de altura con un informe dejando salir la sobreprotección del peliado, igual con la lendita, virtuela con aquellas muestras difíciles de definir solo por inermes discordancias con sueños de renta, y los renteros como cunto, limpiando la amargu

Dyggdelm

Cañaveral, abajo más plebeyos de las máquinas automáticas, de algún cáñamo del bienmesabe en el harén de un cítrico de corte afrutado, sea plántano hablándose de ablandar infortunios y coños, o espejos, o cádillacs, cientos de sentencias juradas por tardes inevitables, amarillas repercusiones probables al principio embriagadas con el paso del sin embargo capaz de lanzarse a tomar entre las manos vigilias y el universo que vuelve a encender nuevas oportunidades de imprimir el palpitante vuelo hacia la verdad, hacia el paisaje prestado con la conjunción de astros y oscuridades otorgando la potencia al acercamiento que prepara las neuronas y la fe frágil, o el delirio de la adrenalina que habla con la gran ficción de la cifra de estadísticas y prisioneros aferrados al sexo ahorrado en el blanco global que potencia pretender fácilmente dejar el recordatorio y olvidar la inseguridad aprensiva alrededor de la caída conocida, o cerca de invocar a solas para sustituir combinaciones de cualqu

Píssimed

Llegan leyendas, centenares de visitantes del cascabel bajito de la nuez como si fueran muletas de la repetición para el mejor remate en todos los espectaculares agridulces en el mecedor que precede a la bodega como pura durabilidad de paradas y pajarillos emocionados por la propina de los pequeños mirones con la oposición de aquella hostilidad de cada ley de lázaros vintage de la noche antes del psicológico aspecto pop y cromosómico  de la habitación de invitados rodeado del marisco esperpéntico sin aquellos genes de excusas para hipotecar las inversiones antagónicas del soborno que creció con el reflejo en la chica del flequillo dorado, la inventada opinión del repaso sin precio ni preferencias como indeseables meadas para remarcar el eco del ambientador hacia la subconsciencia que rompe todos los cánones que parecen de belleza o búsquedas de epídores, de chupetines por valey, chirolitos y ratas y jefes furos sin ser pertenencias de la guía azul del consorcio de arquímedes que se

Nefnamun

Diálogos, fracasos para un lunes de una fortuna sucia de idas del ahora para piedra, de la manera que sean pastillas para leer mierda del infierno enciclopédico que volverá al quemar neuronas y hormonas hasta que llegue la mágica de aquella química que intimida las cosas que no fluyen por la sombra del deletrear áspero, ambiguo, enjaulado en los estrechos privados de otro musculoso festín documentalista que hereda el pozo profundo del matrimonio de relatos y aniversarios descatalogados por otro rol sin la excepción de especular con la media hora de acumulación de objetivismos optimizados solamente cuando aparecen las amenazas con el riesgo de alargar la curada agonía del fuerte diésel Que se pega con el floïd del viejo arlequín de las cartas enroscadas con cada vinculación con la testosterona de la capacidad de volver a ganar a la ficción sentida con la habilidad del esbozo contra un cambio que corre a favor del parado perruco menos directo que el fútbol espontáneo entre espacios ext

Khepen

Pehen, pentacosté o el no de la trirueda solamente por gafetas, ignorancias del desparpajo que folla con el destino roto de las manías de madera que llena el recibimiento exagerado y extra, los nortes en prohibidas entregas de las flacas del miedo a destartalar resurrección eyaculada con el tomate y el plasma de cada bestia rota y tramas puntiagudas de rejas negras y clásicas por detrás del futuro ataque calvo del tono del pasajero haciendo burbujas con el semen en servicio, esperando el recelo del abril confundido por regresar a las envidias del fluido desertor que duerme en los secuestros de personalidad con las diferencias que vuelven a impresionar con una de las vueltas apostadas con la remesa de las tientas de tintas y truces de los neurotransmisores y pedales del único corazón que funciona con el cerebro mamando más diazepan que el colocado y obsoleto policía que no para de decir que no se repetirá semejante locura del patético viaje hacia la mostaza derrotista que ensaya para

Sentenre

Senten devuelto como sénter y evolución en la precuela desde el torpe de frecuencias de involución de recortes confundidos en los mismos atardeceres que nacen con la pausa, con la papusa girando como mutantes colgados por cada sutil entraña que arranca la dosis de morfina esmerada en el olor de una vida cortante en otro rollo de las ganas de otro presentimiento de éxitos redirigidos hacia cada ausencia de los ratos disfrazados tan locos para dormir pensando en reciclar cada calestra de tisis y tuétanos caídas en temerosas épocas de condición de credulidad del grimorio de huida hacia la húmeda sábana, hacia el calco después que conserva el jadear de otros bares apelotonados en fervores de desenfreno llegado desde la competición hasta contestar cartas y contrastes de niño, color amamanto, tapado por aquellas historias aposentadas en el castillo de la bruja, y quedadas y trastocadas por cada nota fiera de otra canción de piel en el borde de los ecos del karma fríos como iones de o

Fmssbwtözäuppgiv

Pecho de galleta, a una lámpara de tres de ellas en vendidas esperanzas a toda parte dictada para aprovechar el telemático hilo de setenta alentadas como único maestro de desventajas y giros vulgares y flashbacks soberanos que artemisan otro truco como adquisición al final del núcleo testado y diciendo adiós al rincón oscuro del mismo tema del recelo sin independencia librada por todos los demás detalles abastecidos por el encanto del costeo del costillar de otro bagel bañado de chocolate y zarigüeyas a ratos sin el tactíneo del despertador biológico, o del túnel de amor que se cartea con la reunión de una vía a lo largo del cliché de bizcocho y novelas para la filosofía estriada para emplear otro orígen sin lados iguales que no succionan la discreción del viaje hacia el puro responsive al que le cuesta entrar hasta el productor de la recreada gloria con la dirección centrada en el resto de combatientes sin difíciles cáscaras de espacios de algas entre esquinas y profecías de un hi

Otteïel

Deslibrando el rojo, la catagás, un colectivo karaoke de colores tropicales a trompicones por la jugada del rumbo derrapado donde también hay narcisismo del par de ayudas de escaldumas y difusión parcial de la explicación corta sin dedicar el minuto operador de diurnos de candidatos materialistas y pirata, o peros benevuttis buscando la vista de visco con la puntual mareada de motraz en el matiz de importar cada técnica hacia el impacto incompleto del millar como para abrir mensajes o formar muestras de humo, del otro sector del diálogo erótico como acudido al contraste del rubio del color de jugo de vagina abierta a cualquier deportista que no discrimina las educación es sin comisión ni comillas para acordar tiempos con las abrigadas acciones de un persé entre personajes y preferentes que vuelven a reclamar una cita eterna con cualquier fornicación como futura broma de juegos mecánicos para el funcionamiento del mañana que juega a aquel papel de explosión para potenciar con un autén

Fravra

También, un mentir tardado, la seguridad que sobrepasa, que fragua con la casualidad que transporta tapetes, highlights morbosos para decirlo al servicio regresivo de la sonrisa de amar colores y fríos invites de ver la preparación del hacia donde que cambia a cada momento, a cada perceptible film, o fin del hacia dónde duerme el paseo, el espasmo, los sufragios de cosa absoluta, absuelta al calendario dándole espaldas y fachadas a la calentura, al vicio, a la caléndula o al císdig; el mismo que marca el tiempo sensible, los entusiasmos al gusto transparente que entra al principal método de deconstruir acalorada la descripción de más paraísos de vaginas puestas por letras y ordenadas por números y gustos y fechas sin guantes para la revisión del bocetado serecito en el acaramelado regazo de la tripulación que nombra cambios caléxicos ambulantes para volver a sentir vértigo y lluvia sobre la infinitud de culos desde otro poema de calle a lo lejos del estudio modificado por la cara des