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Mostrando entradas de marzo, 2022

Lungacina

Lunación, la exprés de después del sensacionalismo verdadero y corto, cerebelos de acción, con profundos y escuetos miedos de volver al no entendimiento de entretener al tebeo para niñas modistas, como las abuelas del sinódico de duración media de más princesas y dolores de cabeza y dudas y embarazos y truenos y luciérnagas y torneos para adivinar el nombre de las tiradas de la suerte y cada número que ya tendría que tocar después de tantos desengaños y motores falsos de julietas y sitios de cuetos oscuros con minocletas e intimidades con el paso de las manueras y el deporte en huertas para hidratar os tentempiés del respeto de distintos trozos del baile nupcial, o de los juncos que no son del cuerpo de baile, arreando los recuerdos riqueños y fresas en el edén del desdeño con tequeñiles y universales parcelas de membrillo y croquetas de arroz con leche para el último servicio gigantesco que aporta la bajada de cada marcador con pinchos y pearcings de argamasilla agrandada y concentrad

Ngnagnamet

Retiro de posesiones modestas, por la pata baja, automatismos a parte de la exclusiva de envejecer con los quince bailes hacia el dieciséis soplando respuestas del mañana, igual de guay que el enfado perplejo, sentado en el aguacil del teatro narco, con el equívoco de la esquizofrenia hacia brumer, hacia el pelo de culturas, hacia el punto de las alertas de las dependencias que cambian el humor de la jornada laboral que recorre las clases de los mismos hábitos sobrios del hipocondrismo de la muerte súbita de los recuerdos de llevar el tumbo pivotando dentro del final de la frase que toma la iniciativa de la prioridad que marea la atención psicológica, los engagements que enganchan el fin de un todo, que da gracias por jugar a térix, a lo bueno de lo bien que llama al amor profesional con premios y jugar a mejoreces llamando a la máquina del largo generacional con gestión de la propuesta para otro rally de emociones y sentidos sin trozos de campo para triturar muflones para carcomer el

Lezle

Lezel, avanza entre el ruedo reudal, la flor de alambras y pistoneros pisador por las sombras del manantial de semen y bombachas y finos sonidos de lobo, detrás de las camelias convincentes hasta la inspiración que empieza a darse cuenta que es poeta, follador de lógicas con las literarias alquiladas para la cotidiana gloria de trigos y moños blancos acompasados al hilarado de frente, bajo el suelo de manchas y hembras en pocas horas, en la misma rama que la nevada vara, eficaz con el así, con la protección de la referencia gozable, de acceso directo con los recuerdos asesinados que quieren asesinar más, para que no quede nada de la madre abuela y tía de las profundidades que reproducen la monomanía agresora, puras perturbaciones en menos de cinco minutos, de promontorios macabros con la alta luna al universo de las plásticas capacidades de parasitar y paralizar archimundos y visiones de adormecimientos del equilibrio total en ebullición novelística que crea la capacidad de casi lo que

Vaparroct

Várrapp, siguiendo las maneras de hacer, en entretiempos, en mismas aguas de vapor del lechero, o del adiós hacia otro párrafo sin la imaginación del cansancio eléctrico, ruta izquierda con el no nada que afirma las repensaciones de si existe esta palabra o si se encalla el capítulo del desengaño, o de las latas de islas para hablar de aviones e hijos y casi cuarenta spoilers de virus terrenal, que no aplanará las observaciones medicinales ni aquellas sembradas palabras de atención que queman el último terror acostumbrado al parto de los nenes incidentes en la recta final de los poemas y las letras como sumaciendo las creencias del perdón turbio en fandando el bien, o un joke para hacer mortadelos y todo lo que tienen que saber de la vida, de la ilusión de remar por fuera la bachata, los peones de fuego, de aquellos enfermos de entrenar la balalaica con los gemidos del portuario, de los goles perdidos como galindones y tetillas gallegas sin el preso en punta, ni los decimales por las a

Diplierd

Vueltajornales, en los semejantes semáforos de cómic inyectando las ideas, gota a gota, persiana a persiana, pera a pera, gemido a gemido, como algas de bares y orgasmos de pizzas recién salidas del trilero, por dúplico e ilícito con distiguida interpretación del respiro feo, concornado, claviscénbulo, agotado de los últimos ataques de rabia de cánones disparatados y desparrames por la ciega castidad de justa privación atando largas horas y misas de dos, que relatan los destellos y las búculas y cada repetición del diplí, del souvenir del sí señor, del plus, del efe doce con caperucita y astenia derecha, bastante más morada que la roja, alba de sueño, de molestia de tororó servil de exterior, y la obscenación vecina del garreo cerdo, con ganas de fornicar cada sueño, cada vida que se va con el pensamiento del joven eterno, extraño, cuarentón, de tragos y musgos y confusiones del ératos sin jamás, y sin espurnas de más chisporroteo de agridulces sensaciones de fumatas y fomentos, y cabe

Exhardeau

Exhardú, exagerando la ropa, los fascinados psiquismos y lavandas de endégoras o egréores que pervierten la atracción al cansino que invitan a chupar barzol y a recomer vueltas al criolín, a la agonía que pide la escueta y rápida saturación de resolución antendiendo el aseo psíquico del universo en el tejo de la confianza de mayorías y esencias de volador con cotonetes en los orificios para parecerse al mejor orgasmo tendido como maquinaria de vascas y sexo y miradas hacia el deseo de dejar de arrancar el consumismo soplado o los arreos de la par machacada por los o seas, o simplemente comunicación con el motor de nuez, o las cáscaras por la máxima que nubla para entrar en el tema de poner el torombolo con medallita de barista y el olor de querer masturbarla con el caos del cese, de aquellas tiradas de olor a recuerdo y fragilidades de los argumentos de aquella confrontación contra la copia de las ropas de rositas y parecidos al peluquero que no abrirá la cookie del bukkake individual

Télitée

Viento, copyright, costumbres de trapo y pollas de télite en la élite del cucuneo inventario y las amígdalas del tiempo de bambú, y fieltro, y guata de potro, e infinitas etiquetas de las cuales no se quiere hablar, ni maldecir, ni ahorcar entre letras e imágenes de hurtos y pelambreras, y algo de sexo y cuneo y dolores hablando del final, o de la supuesta pregunta de sise cortará todo en sugerimientos, o aquellas últimas ediciones del porvenir sin edades ni pollos corrumpidos o trozos de cansancios hechos papilla de cuerpo que no sigue al planeta extremo, al lodo del tetín, del télite, de la sensación de no existir y hablar con el olvido repitiéndole que no hay nada, sólo un ojo de huracán, de hurón perdido en las témperas de juguete; o las tempranas lecturas de folleteo y vaginas y jilgueros oliendo la comida como señoritas abejas llevándose un poco de miel a los silencios del picorcillo subcampeón de espasticidad invitando otras mierdas que no se elevan por el reborde del listón ven