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Mostrando entradas de febrero, 2018

Verényert

Éryert; entre estando por empezar la pura fuga de émpates sin circuncisiones del tipo B de capos o cuarzos o más porcentajes que letras para hechar de menos tres mil momentos de karma, de audición de ungüentos de esperma de diferentes transexuales y moños de potorro y elastén en goma espuma como para realizar la realidad buscada en la reparación del dedal de edad y dedéas y corrupciones ajustadas al final de mes, a la cuesta de según que cresta de treinta y tres condiciones de ser los primeros antes que unas horas de ganas por unanimidad del futuro sin decisión de vuelta atrás para recuperar relevos de gestación e intrínsecos nombres del macramé parado entre lazos y zonas comunes de un grupo aislado de tiendas de la vergüenza para vengar los entendidos de las patas jazmín, o maracas o intenciones de trenzar un nuevo amor, sin la retina del caballo, del viejo límite de pedir la cita y armar cosos hacia la multitud de un civil chamorro de boca pequeña que traba las servilletas de antos

Szódzsgás

Como un temblor de coppertone, sin transistor ni tránsito de guatemayos ansiosos sin demasiadas toses de pieles bonitas sin la gentil brisa de cañas y amarguras de suspiros y playas de caliz y nada de machetes y más dolores por tabletas de templos que ya no estarán por la labor de invitar a aqellos cálculos de un poder de cañaverales y persuasión para perseguir los casi tótems de apologías y grupos de adolescentes rebeldes que quieren revelar el estrecho amor con los colores de carne viva y con sobremesa de horquilla y colesterol para cerrar los datos del futuro viento de corroer el interior, los íntegros vicios de oler la rubia entre rudas y morenas situaciones de barbitúricos y techo de gasto en rojo para bajar cada cambio de sentas apoyadas por marcas del respirar ducados y comandillas en global recortando almohadillas y galletas de babydoll y risas de niñas con ganas de teñir el sexo del viento o las cuerdas macadas entre arcas y repeticiones del mantra para poder fornicar

Vedivég

Flamígenas de efíjar, sin leyes para transmutar con cuestiones y caduceos como cada integración de dualidades como aquella polaridad cavitalista, o akhásico de cuerpos inferiores y ruidos de canicas y de cada bajo astral que habla y tiende a invitar la repercusión casi emocionada con los bebis entre el desarrollo autoproducido con las ganas de conectar otra vez con el asomo del agarro que acuña el también, sin las ideas de filosofar con la comunicación del papel de divulgación como puente de instrucción entre cualquier libro de desarrollo, sin cachay de filete, que no divulga la reflexión del mapget como control de puertas para llegar abiertas como vaginas sin jergas de mapear el vinagre de arroz, o de caucásicas abiertas por el canal del tiragomas ancudas o parejas trolonas como varios muchachos del mismo precio para terminar el menú del vedivég, o de aquél compromiso de seguir el rastro del flujo de cualquier galleta de nelias y pepitas de chocoló, o infecciones por orgasmos gordos

Lányolet

Hilarancias y angustias que desarman delante los vínculos que coordinan la única certeza de obsequiar antibióticos para volver a la infancia, o nada más que a la tortolero y a su respingón secreto de acampada infestada de información arbitraria, o un salvaje también real, o varios egos de autonomismo llenando cálidas pupilas de ayuntamientos y líneas de cielo o kaweco como marca principal de bikinis y distribución del concepto de ratafia con jugo de misela y nocinos afuera de la sonata en rúa amarilla con argot de gusto de reclamación y con papel de minorías como insulto impúdica sin la duda de atender ĺos diálogos del calor interno sin la futura sanación de las razones de beur, con un millón de copias y colores blandengues para intentar cerrar el divisivo que recuerda la desconfianza que algún día saldrá, mucho antes que se pudra la inluz de la magnitud del ejemplo que fuerza el paso portador, o las garantías del viento de cola que revierte el color de la resignación delante la band

Anuptafobia

Anuptar en ayunas sin dificultar el prefacio del epitafio sentenciado con el silencio, sin sistemas de llegada hacia un contrato en defensa de la confrontación hacia los límites que no conservarán la capacidad de brujería sin la prioridad de una belleza consagrada en la consolidación de los estereotipos etéreos que campan por las divinas industrias de canciones, o malas artes, al loco fuera de colección, esperando probar lo tradicional en parte de lo marchitado entre carrot cakes y rubias trenzadas y serios sorbos de algas y cafés rey, de lonchas de cautos y automáticos miedos a la soltería, a eructar con el estómago de paja, polenta y alfalfa sin aquellas gorduras de porquería y anuptancias del déstico al que le cuesta hacerse con tremendas decisiones de acabar con el agujero negro como en el sueño del barco que seguía pescando sombras en los medios de comunicación o jalatas de pelirrojas hermandades de jefaturas como diásporas en cada patio del convento que retiene el mareo o

Inetrania

Ocarinas, guizarras del catecismo de cuatro bándalos de cuarzos y denominaciones del fino y bien contado facsímil en góndola de aquellos tardeos de encomendar un encuentro de pólvoras y edenes, o frikadellers inberbes y sin guarnición de papas o enmochiladas trenzas de interinas inetranias después de raspar partes del miedo que va trabajando a destiempo de otra zona de etapas que repiten un quiero y no puedo luchar por el albedrío del traje que baña de oro la protección inicial de un nuevo bongayo de preguntas impertinentes o misanas en segundas previas que vienen del célebre margen de la presión sana del mundo del mangante y algo de sabia sabella o peregrinas o algo así, como de vidas, pasadas las espinas de empresas o la calocha sin el ganso metiéndose en la imposiczión de bizzarrismos o casi guantes del culocara sin gomillas para la nariz o bolsas de rabolal entre arrancadas de genio hechando un buen pegado a la vuelta del día parando el pasado transformándolo en varias rachas de

Oitumal

Lugus, ceviche de un luego por nombre de vino limpio de esquinas y chapetas a la ciega de más catas como el motor de espacios para tener un pero que sirve para esclavizar la pintura de niñas típicas de seducir para la fecundación de mente dañino que ni engendra la normalidad sin sacar la funda entre el tacto para felicitarse por la profesionalidad entre el propio lío de luces y golosinas y oxícurus y bastante rapidez en follar con la mirada a oítumal, a un oro dormido de briles y masmedia al máximo que imperia los correos a caballo, o a cemuc como para oler el interior del deseo para subir las naftas que curan con suero los despistados servicios que llenan el podio de las intermediarias copias de  bocacciatto en proporción de las picaduras criando obsoletas ideas de gliptoteca del gluten, o boujois en cada diseño de campeonar en el terreno de las dependencias económicas de un sé de siete suflé sin risort del riesgo de hablar del romanticismo, o del calor de tirar de rebajas sin terco

Selibiono

Selibié, en un no de admiración para imitar un importante orgasmo de lengua y parecidos del punto G, de las escenas guarras de saliva y masturbación de líquidos sin los trozos de párpados de flores que se asemejan a los pétalos de guardia, de poco control de implantación del químico enamoradizo del quilombo, o de las rarísimas manchitas del bulto o puente actual, o entrevista con la relación de la filosofía fundacional sobre el éufrates y la explicación en griego, o atario que se ata con las transmisiones de la doctora abstracta de colzas y bolsos rosas de cinco espesantes difíciles de seguir con el glister de la actuación inmediata de las novedades que imitan la comodidad de la propuesta de intérpretes y ensayos de piano para la adecuación del ajedrez que anticipan capas sociales y ansiedades que quedan en un mal puesto tul para valorar las popularidades de cualquier talento que logre atar el cuestionario picadito de nidos de envidias y rototoms que no centran las subidas de equipos

Rele

Éler, en el reverso del amplio papillot a cada azar del ego de la legislatura, de una sociedad pantalla inscrita a la movida de la inteligencia del incentivo del oligopolio que intuye la coordinación de las visitas que se atragantan con otra excitación del caramelo en frías celdas del patio de bamboo parecido a otras disciplinas del montaje que declaró la bruja para autodefensar la excusa del párrafo que clava los aperturistas del precio de una curiosidad de batas y domingos hacia los otros meses de purga y color del cálido silencio de las madrugadas limpias que impiden llevar la voz al gallinero de fases dislocadas en la medida del apeadero sin parking de rey fuerte como cualquier consecuencia de solturas aproximadas por delante de una vez de mena, o de más relé conveniente para otro roll de señales y semanas descalzando el descanso del asilo inclusivo que no contempla residencia, o más horas de sexo al año con una malla abierta con textura de satín y barbas de barbacoa y salidas

Bimerno

No epéntesis en el medio, en los tablones de oficio de fiesta sin envidiar el porqué por las malas arritmias del beso que no cuaja entre secciones y textos musicados con fuentes de esperma y  luz que arranca la envidia de poder especificar como nunca otro timing atado al futuro que no sube enamorado, mezquino por todo lo interior que se desplaza por lo subjetivo escrito desde la elección de la salida con consecuencias y casi la aprobación del esperpento del muro de los sentidos proporcional al útero que desvirgar para empezar a planear descendencia sin la tontería de fijarse solamente en el físico, o en el plano de penes y tijeras de la condicional jurada con san benito y seguros simultáneos al marrón bimensual de tender al bebé que no llegará a tiempo para repasar la ortografía del ronquido, o de los precedentes del eructo, o del dominio entre hormonas y demonios y repetición al disco duro para volver al trono de las indiferencias de cualquier otra mentalidad de viejas y tetonas que

Gridro

Tipificando el cargo desdramatizado, el típico alguien del cine y del mundo que vuelve a hablar de enlaces, de tetas blancas para succionar con cada sujetadero como entrante, como arroz y papas de periódico peritoneal para regonear la ilusión de bailar con materia prima de avatares gastronomiles a la ídem de celebérrimes entre cocineriles y deleznables sin la placenta para borbotear el punto de partida, o las faldas subidas por el aire plácido del soplo, de las retóricas especies de amapolas sin lluvia ni kilos de pastas de chocho para degustar con las colgadas esferas de helado de canela y vidas de tejados a la vuelta del celo, o entre las murallas del miedo a la reacción femenina, o a la válvula de la vagina sucia, de los trapos del cerdo feroz que grita cambiando el haya, los íntimnos que empacan la explicación sin cilantros ni nortes de magalufa subsahariana para recapitular sobre las monedas de su todo destinado a revivir las máximas infancias de pelar el sexo con el culazo de l

Camenocel

Cámenor, dulce almohada como cara colada en el asiento de la maravilla casi entre bambalinas y anhelos de adrenalina, o cada quizás en una contra que adelanta el ver en trece mil yacimientos de confusión con el marido del verano que no se quedará para siempre, para hacer el favor de casarse con el olor a jusilo, a vida de arqueólogo del tipo mitad de algún debut de sensaciones y alas de manteca y promesas para el siguiente protocolo de patas cortas y menos pendejadas que las que pasan de la atención de cualquier atracción a la opuesta de potencias para exponer los recuerdos de las trece primaveras que experimentaron con pocas ideas de cameos como hinchados de tricotram y tapetes y alguna pareja de egos que revive con un tipo de formación informal, sin la cuánta de blancas que viven reservando los puestos de laburo que calientan los nidos de abascal, o las luces del foco de cada castro para carros de mujeres maduras mentalmente, sin quebrantar falsas esperanzas ni malentender el plato

Polóxio

Ástato, menos déficit que un poder acolchado con una combinación de acetatos y sueños de aquél principeso de las piernas con alguna que otra retención de asifixias por retener la bombacha en los olfativos de alfombra, o de tendencia al café de marihuana o atracción hacia la otra llave o el atracón de murciélagos o discos de aportes alocados para hablar de espejos y más talentos por declarar con un pensamiento que se va a la línea defensiva de los quince que se sobrepasan con el peso de la profesionalidad del techo pensante, o con tres trayectorias discretas para apagar los focos del legendado apto de identidades y poluciones casi de traiciones desmesuradas para levantar la sabia con cada pelotera de monóxido o incitación a cerrar el pijama rosa con candado de tigre extorsionador del peso que conlleva algo del instinto animal, o del psicólogo central que cuida el amor de los propósitos de no repetir el etiquetaje sobre la reunión de las decepciones de parejos y pajeros de pan con la r

Vilórmuro

Maracaibo, caen en el vilo de la emoción desnuda, intentando no violar las palabras de tres poemas en pocos interiores como en las mariposas que se hacen en cada posibilidad de mitad con varios motines como asomados en lo que no se ha dicho del portugalete, o de cualquier vigilia de cuadros o tótems para el poder de entrar pr un balka semejante al bucle de oscuridad que oculta la maquinaria del lugar donde conduce en vida compartiendo con otros feos pasos de puntos y gastos gástricos clonados con una vida que no cede al miedo de no encontrar la casualidad de tiempos y recuerdos en aquellas tramas de extrañar un anónimo de época que prolifera parcialmente con la distracción de la terrenal inculpación existencial como método abierto de vaginas y vagones hasta osados con el tal con la condición de ilicitar el sentido de la responsabilidad acusando la excepción de la última estancia hegemónica sin manchas de algo que impide adaptar un ímpetu imperativo del mártir final que despide

Axibes

Julisa, libros de clarín en el desván, en cada culo de heminóptero, de la caja de virundelas y bosques y linos y cedros sui géneris en cuyo relato pierde la erección de elegir la sidra, o el poso del poeta, del letrado erótico como figura de oler recuerdos y bellos, marcando el arrabal, o el territorio de prometer más glas de hoc, o aquella sátira del andar con aquellos ranchos estructurales del muslo de ilusiones con el pasado que revienta las huellas del sable de los consejos de cualquier cadencia con menos entrevistas con el pseudónimo de amor y las burbujas del vino varado de lecturas sin acechos de absteniedades veganas y titiriteros del eslabón desnudo que eyacula hacia dentro, hacia las bombacheras de casi la última pregunta que se hacen las serenatas y las clapas esenciales para el concepto de promesas y princesas y vistas en cualquier ala de fauno en exhibición, o mojigato de jardín, o amigos resultones como tratando cada autor por las diferencias o contrariedades de ruido

Bepum

Bépmut, standing de reivindicación en el mismo punto de cuerpos sin un principio de la buca, las consciencias de esconder la sensualidad del sexo que no puede tener la voz de grillo sin inquietudes ni dibujos de regadera monotemática, casi sin la cadera tipo caballo sin desproporción del identificado amor de complejos y más enfado con violencia sin técnicas de gusto, de copular con materiales o masilla de poxy para referir al equipo de un todo que no concreta la rutina de priorizar los presupuestos para mantener un decra en el momento de buscar algo de fondo, algo mecánico que contradice la distracción del silencio de lo que rebosa la voz de los testiculos sin test de agarrar la fuerte habla del metal, o de la beta del abecedario sigiloso y rápido, como aquella tos del querer siempre mirar los pasos de álgidas construcciones demoscópicas de constitución loca como antesala desacelerada con guiños y vientos de cola arbitradas por tres herencias que moderan la hora de interior que falta