Claro sobre claro, pocas sombras, pocos claroscuros que velocitan a dieciséis sin errores, no, once es la lectura correcta, la lectura del fondo, de la vida, del tiempo perdido que se sigue perdiendo entre reberberos y tartas y magdalenas bochornosas y sobaos pasiegos y crema de ciruelas y macarroni a la boloñuá con albahaca y cotonetes refritos con mateca de cacahuete, pero sin nada, con cacao en polvitos mágicos Maggi, boleando la cobertura con fideos puros, de dos formas, boleando con dos cucharitas y fideos, y cantidades de cucharillas con el intento de unas cuantas, y fideos, y esferas, y trufas artesanas que acompañan la sencillez del cacao puro, amargo por la dificultad de las manchas de la mano, no se pega sin raspadura de cobertura, sin viruta de los 400 gramos.