Folgó, alogado como laák, como temperie templaria, como hoja en blanco, como huso volátil del placer que está a las puertas de las creencias como tal, o menos el yogurt de fóglolak en el futón, o en la próxima bombacha para olerc que será la definitiva hasta la eternidad de los sentidos, o de los copulados en una extraña dimensión que merecerán el corazón del tórax femenino, o combinarán estrategias de mercado para que la mujer reconozca a su pareja astral ya en quinta dimensión, o en el más de más allá gaditano, o se cerrarán fechas con los ojalás cumplidos mientras se espera la entrega del balasm, entre el hit de la verbena y los balines sin la capacidad de bajar el alistamiento del físico romántico para asaltar el seis de nada más, o del sentimiento de los años, o del anticipado guapo del momenot lento, expresamente hecha la falta ortográfica, respirada para sanar la quietud de los estrógenos del miedo de volver a ver la llama y escuchar un jau que no será como las cañas de vin...