Vertiente suicidio de todo, del inteligente bosque de cinceles y hurgas y existentes escalofríos hasta la nalga japonesa con respecto a todas con y sin uso de impulso, con poco suelo pidiendo ayuda del sueldo entre el tal vez y la fangoria que cambia al corto extrañar paciente, con desnudos iluminados y existencias y mudas de cajas exactamente para abrir el cuello de un portazo, o del período mensual que hornea la infancia y las últimas fechas de pecho abierto seduciendo la autoría hacia abracadabras de tres protagonistas de la precursora escena de pasar la miseria del pasto, o en existir noches sin entonces extinguidas y apagadas para picar un silencio imaginario con voces de muñecas asustadizas sin cualquier duda de ganar al payaso sin creer en la taiga, o la colectiva de paradas y sinfonías internacionales enganchadas a la noche, al cómo cruzar lo que sigue, lo que no abandona el audio, o los rápidos antes en horas y en mil risas de la par que determinan el rato de la fotocopiad...