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Náfalaum

Acabando, enterrando tiempos de aquella frescura entre telepávez y algo más esotérico y ambiguas de lítidas sensaciones de vaciar la rocosa envidia de paralizar la naftalina aguda y aguada pesadez de no saber por donde empezar a escoger las costumbres o las pérdidas por despiste estresado, entre celos y alejamiento de pruebas sin golpe de goleo, ni el rebote de las nafalfas en la nada contursionista acechando a traidorías moscas que se creen las algas del escueto testimonio de líder inadaptado al alquiler del céntrico amor de cuento y calendario de héroes y villanos con la concha en el prado del pastelito pantera rosa en el holgado pasaporte de rías y enemigos de tres por quince soplos, o por dos pensamientos con cada copla a pie moribundo, sin rejoneo ni aquél retortijón espasmódico como de viento y fuego y aniversarios y lutos y lagos de cara blanda y rota, como enemiga en plural femenino del verbo pluscuamperfecto como para indicar el macho alfa con olor a limón y a sexo, y a algo cuajado en el poder del contorno de autoridad y sísglotes pensando para enviudar y quejar el poder con lástimas y ñoñeces de algas de mantecol y churumbel en contraste con los musgos divididos en comida natural y sexo artificial, y lápices de olor y quince horas de ardor a trapos de tapeo y cilantro más cualquier tapón de remolacha o el escabeche del distanciamiento de errar desde el error o desde las notas que no encontrarán sustituta de la posesión de cualquier balón en estado de suscribir el dicho de dirigir la circunstancia del reciente horario de apertura de perras y blondas para apelmazar con las bombachas activas y sus consecuentes calentamientos de durabilidad del lado del geriátrico de poliéster y más erecciones que por treinta señoritas galopando por todas las partes del córpore del yote e hiato, o la máquina de hacer diptongos y perfeccionar las catacumbas del recuerdo; o los litros de amnesias, de supremas en negro, o cualquier inmunidad en metálico para remar con otra historia en pie.        

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