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Hneinn

Iba a añadir explicaciones y cuatro bahs de tazas de endorfinas y bochos a escondidas de otras mamparas acomodadas para el momento, para la aparición de unas dagas de desconocer shows de preguntas y formas de acidez y muertes de posición de unanimidad de gente de paja entre desfiles de pijas derechas por el satín del prometeus que apuesta por un crepúsculo seguros por un extrayente del higo excepto los olores de juramentos que nunca cumplen con premisas firmes sin premios ni monedas ni cambios virales de vitalidad de estómago e inicio de náuseas por varios nervios, por practicantes descuentos de algo altruista, o perra alastrúe, o ganso, o adonis entre vísceras de hneinn, del morbo de la caprese en gilda y giros de guión, y gritos de gorrión, y desgarradoras pretensiones que responden a las envidias del trocito de edelweiss sólo del sitio del romancero sin cabecera de galán, y las flecas del ejemplo de causas sin poco amor de corredor retardando los robos, rivales de las náuseas fieles como un cuerdo rato y crudités inclinando ikebanas y bragas manchas de socios jurando el pedo y el crucifijo entre cafés y virtualidad de aquellas eras de comisiones sin las dudas fáciles del otro dolor de la única libertad sincera que habla del bien, o de aquella seguridad sin lo que conlleva a huir del puntuado tarot corto de ejecución de octavillas y chirigotas de amar piconeras y verdades de tardes y vidas de comunidad funesta sin resonar con cada broma de príores y productos de lavajes y números de cuando terminarán los surtidores del riego por negociar la ilusión de hablar con la calle de mistela.

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