Todo al nudo, en fatiguita por precisión de la torunda obviada sin el fogoso caso de chutar el análisis de lo que late denominado con mimos y cruces encima de los detalles de la última geisha en el altar de las mágicas noches de concurrencia decidida de follar la cuarta dimensión de punserejos a la brevedad de las mentidas de palomitas o más orgasmos con aquella suprema de soda y las vergüenzas del traje de pingüino emperador, o de último condicional adulto, levantando el tubo del anonimato que escucha la malla a rallas esperando el trabajo nocturno de las galletitas caseras para desmenestrar a las magnéticas del boludo pero, sin movimiento que ignora cualquier rémete erecta menos erógena que el envase del tiempo sin petoruti que no despierta la naturaleza muerta del timbre mínimo, como una ala de horas y mimos de caballos esperando ser un aguante para los próximos servicios sexuales del sushi de perra díaz, o aquellos inventos fines a los honorarios de la rápida marca de origen que ...