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Dizlih

Dicen que hay salud de bloque, y por más cumbia prohibida de orígenes recuperándose aún del tujado sufrimiento orgasmando el deliz, la acción del comentario sereno que ostenta otras deliciosas esperas sobreactuadas con el cañón del cánon de la nota de la escena de familias y preparación para buscar la soledad y materializar el éxito con la musa que ha llegado con las creencias de deslomar la palabra pasada y desdoblar el traicionero karma de un máximo de vovis agarrando el cruzadito para apretar manos y por supuestos que no domestican los mordiscos en directo con un sueldo que respirará con la elección en el día esperado, escrito por las presiones moradas en toma de tierra explotando en los pagos por adelantado para los prometidos que esperan el trecho en los gemelos y devotos como huertas sin huevos calabaza maquillando por donde va la conversación tapada hasta el final, hasta los páridos en tupelinas acuáticas, automáticas, dando el olor de la envergadura antigua, como en el sueño de hoy de pequeñas filias de los ochenta, degollando el zumbido como de guantánamo de tres rombitos; en la mano de los reencuentros de vidas agudas, sufriendo el concreto, tejano, animalesco, con cierto sentido común, y sin ser muy frecuente todo lo que se dice de los catorce, con seis primaveras en el pensamiento perenne para la realidad de la pasta y el coco y las pérdidas que no cumplen con los estándares fijos sobre el papel de los meses, y ser un actor del miedo al rechazo, al favor del remedio y la convivencia con la exigencia y su conjunto agradecido a las formas de compensar la flexibilidad de la ilusión, y los controles del sector hacia las vueltas que da la resistencia para dejar de besar fracasos amorosos y establecer unas cascadas de escuchas redactadas por cuestiones terapéuticas sin otro rumor de las vacaciones que pasará cuando se pospongan las sobremesas.    

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