Marné, pereza de decidir lo dicho con idioma de eloísios y espesos y póvulos acreedores que no cumplen normas de la última memoria del trasero de la vecina traductora que no se ve ni se come como perros, como en el sueño pajarito del hotel entre sábanas de satén y fetén, y la vuelta al satén después de volver a besar el fetén pasado del parque sin grúas ni grullas para el combate fatal de bocas y niños y mamadas y marajadas y dos marujas en tres días de hoten, del dale que te pego, de más marné que otras lecheradas de aventar la causa del apobón diferente a la inactividad aprendida con lo que no se bajará, ni hablará de la ocupación actual de varios culeros de papayitas y semanas chulísimas del chicloso de San Pedro y querer la rapidez, que llegue el día robado con la magia del producto que se ha vendido por sí solo, sin aquellas etiquetas de antaño ni los anteojos, ni las esperanzas, o más bien desesperanzas de los primeros días, de las primeras visiones borrosas de las energías y cao...