Se veía fea, se quería hacer las tetas, el conejo a la plancha, el destartalo machucado del placer de arrodillarse ante las máscaras de soñar las dos cosillas de los quince años, o cuatro cosillas, o vender intenciones de silicona, y acciones reservadas y acostumbradas a la dureza del intento inmediato. Ahora pierdo, escucho muy poco el deterioro del horroroso mareo del malestar del entonces, de momentos perjudiciales por el nosequé, por las letras mayores de repercusiones e interpretaciones calladas, y escocidos, y defraudes con números y tiempo, tiempo y números para pasarlos a limpio, baterías gastadas, actitudes que salen de la basura con alitas y limones, y besos, conversaciones entre sopas y papas y arranques, seas tú o la otra persona, remedios del retraso, un montón de fotos, de copias azuladas, de finales y compromisos, proyectos nuevos, colaboradores, participaciones, horas extras paseando y esperando el encuentro entre la silicona y el desayuno de dejarlo así, tal cual, con una chapuza en el mismo lababo sin el anticipo de las pequeñas cosas, del látex caducado y las letras que de momento no terminan con nada de experiencia en cirugía plástica.
Se veía fea, se quería hacer las tetas, el conejo a la plancha, el destartalo machucado del placer de arrodillarse ante las máscaras de soñar las dos cosillas de los quince años, o cuatro cosillas, o vender intenciones de silicona, y acciones reservadas y acostumbradas a la dureza del intento inmediato. Ahora pierdo, escucho muy poco el deterioro del horroroso mareo del malestar del entonces, de momentos perjudiciales por el nosequé, por las letras mayores de repercusiones e interpretaciones calladas, y escocidos, y defraudes con números y tiempo, tiempo y números para pasarlos a limpio, baterías gastadas, actitudes que salen de la basura con alitas y limones, y besos, conversaciones entre sopas y papas y arranques, seas tú o la otra persona, remedios del retraso, un montón de fotos, de copias azuladas, de finales y compromisos, proyectos nuevos, colaboradores, participaciones, horas extras paseando y esperando el encuentro entre la silicona y el desayuno de dejarlo así, tal cual, con una chapuza en el mismo lababo sin el anticipo de las pequeñas cosas, del látex caducado y las letras que de momento no terminan con nada de experiencia en cirugía plástica.
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