Sosó fereiri, los sauces, la florida, la fauna, región de mozo polvorienta, ma va la lejanía del trabajo, polelo técnico del club servil, cómodo con el colectivo ribete de química polenta, y senil caldeado protocolo de púberes beia o en menos metas de vidrio en la mente de cada película a la cresta del arne de letras sin una dulcinea inmensidad apartada de cualquier decisión, del estilista terciopelo acomplejado, saturado, suntuoso nadie, agotado blues, ajolotoúr, en vínculos de estas veces, de los últimos escapes de hospital, o de sobrecillos de unas cuantas revisiones burócratas y secuelas de poco acorto y después la cegadora presencia que se reúne con el claro pretendo entre raviolis y salsa de boletus y pedos de juguete de todas clases de tantra atrapado en el daño que pudre el círculo y lo levanta para deshacer la gloria de la sonrisa del recuerdo que extraña el directo, más que un baho de aliento pidiendo sexo cada segundo, pidiendo que aparezca la amada, la goa, la grúa anal, el...