Lgtlgo

Cruces decisorios, textos boca arriba, mejor las moscas y tú; silencio, los conjojos arden, mantenían como flotante desmadre, parloteo, salto, temperatura, concumitancias de cicuta y café alargando la obsesión del salto, del vértigo en falda meatsa, icónica generación de nadies parecidos a indecisiones e ingenios y metacefálicos buitres para el paranormal complicado marciano de riesgo al nuevo espacio por llegar y cumplir el dulce trámite de salirse del no sé con motivo y ciruelas gordas y tarumba de hierbabuena a entregas, a instantes de la calle, deslices de insomnio a una ráfaga de sanguijuelas y los verdugos a doble anterior, a gusto de las noches líquidas sin aspecto improvisado partícipe de la voz oculta a la vista, del cántico carmesí, o seco éxito redentor, marísimas de marfil y figuras entre patios y psicoanálisis directo al recopilatorio de la rompedora señal viril, fustigadora, entera, volviendo para tratar de ordenar el sacudío del problema que embarga a grosso modo el intercambio de sueños y muros de terapié innecesarios hasta el aguante remaché de cambios de la pintura chilena a cambio del imposible de transferir en melancolías figurativas de una gran riqueza tajada por las formas transitorias que suscitan la paz, el trozo de sexo individual, en tanto el devaluado debemos creer en privado desde el muelle de la empresa que zozobra en la huasa del internato, en puro capricho recorrido como chicha de manzana lejana y pasto fermentado que pregunta el avance de la relativísima etapa en micro de fondo y paraje cansado de diferencias aplanadoras en medio del desear el empujón para abandonar el desvío de histéria y bataclanas.