Versaleít

Autócratas autoriles y mamoneo premonitorio disípago y ríptides en manos de tantas casualidades que ocurren estudiadas para lanzar la pista del destino, para el hoy por hoy, o las perfecciones en cuerpos inestables, frágiles, que ansian un sufragio de medidas y pupilos que intentan arte ingenioso de un pasado común de sucias armas y vendedoras de palomillas como colibríes y submarinos y lácteos deliciosos para intentar obtener publicidad de la opinión inútil que aún corroe por espacios y parques protegidos por los cánones y estéticas del trabajo de imprenta en tres cuartos del sector de las sacadas madrinas y pelotas de plutonio avanzadas al credencial del caso despampanante con muestras de meublé y taxis y algún flash del peor momento del despido de entrepierna que queda de desperdicio, o de un magnífico poder de pereza y sofisticación del real envoltorio del caramelo de natilla catada por la tierra de tiendas y juguetes sexuales para las ventajas de la venta santanela de acetos y dichas poesías de trobadores del billete comprado para el nido de agarosaurus y más oráculos sin enchufe mutante para el mail del nobel marginado, o alas para los inventos de chirigotas vendiendo bronce y cristal de roces picantes como churros de chile y caídas de casi torreños argonómicos del tostado poder con grelos y el caldo acostumbrado al paté rosado del traste, de la losa que susurra a la acacia de hoja de doble imán que congela la seriositat del testamento de incluso el penbético penible inicialmente con el ulterior que reconquista el chaqué de pingüino, o los aires de lacayo Y tintas y mulas de mistal y vallas del pespunte de billete de dólar y ángulos nulos, y emanciones, calideces hartas de roas llevando la usía y la voz cantando al nombre de la salud de la graceta sin claraboyas interceptadas por las tribus certificadas con nuevos inteligentes memoriosos y líbolos o cuervos en archivos de cucarachas en forma de chucherías o panfletos sicofantes, de la infinidad del escaldo o las santafesinas del espíritu capaz de engendrar energía o gemas o onzas de noche, o los tintes de tales, bajo tierra en la bezoar de la maldita queja que come permisos sin cataquesis de velas ni rumiantes vernáculos para un último estudio de las reinas del firme sentido exterior con finados nutrientes a oscuras, al penal de la tómbola salvada al lugar del chopo, o de las gotillas de azogue, de tiempo y plinio incorruptible.