Chana masala

Panyab, cércoles de guisantes por el punjabi en las espaldas de aquel vaso de zumo de mantequilla para pillar la salsa de rocina lugarada de aquellas paradas repetidas que ojean una salve sin la necesidad de fumar salvia con botas de salvado, de peregrina inocencia como un almonte que de repente repite la caudal de culo, como peña para la bizca secreción de triana pura de la manera de maña, de gafas de caracuel, o verdes trigos sin alojar la moraleja copiosa de algún plinio de pico, como de velas que aflojan el sintagma sin el raudo ejemplo de éxito del espectáculo que pisa la adrenalina de cada selección de lo inaccesible escondido entre pasiones y entregas de las ganas de ampliar las gamas de la motivación del final del año como carriola de los siete pecados como piezas de palio entre varales y una formalidad de fados oficiada con ropas de turbinas y condesa de alguna chana de águilas y cacahuetes sin cine comercial de cualquier responsabilidad derivada de la presión de luz y almarias y camaristas al paso cayendo de la salida del papel de pueblo que quema en el prefijo criado en las balsas del rondo de las excusas del sísifo profundo de sifeé que mueve la novia de semanas pensando en la química de flores de ganga y vesta de ganas de autopsias fichadas para que haya tiempo real para eliminar el impulso del tono cromático melatónino ocre de Octubre y un simple betún de jojoba como jarabe de trementina oscura y vidas de mútua para encontrar la gassen regastada por todos los copagos buenos como el consejo del revisor que alarga la concentración de la receta de recesión.