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Dralcip

Dralcé, de las bretedé del pudor del tarareo del círculo agridulce de goma eva con medicación de la comedia empastillada para dar pie con el cerebelo rápido y el patapalo como tótem del pensamiento girado entre el mercado del trote con estética de impacto a la mitad de los detalles de ingeniería para propulsar mil movidas de equipos y dalsi dado con periodismos y raspaduras a dos gaundas que saltan por apelar continuaciones de comunicación con red de arrastre iconolésbica que atraca al olor del abecedario del ministerio sin subrayar lo fino de la felicidad de comer conchas y tetas y bulas de pelo de junio, o pilón de andamio del quizás, repasando el ligue de emulación de tierra y pedrolos despertando el fuego y croquetas de bonito o cartuchos de crines de defensa previa para el orín del ente público que sigue en tesó, en lo chico que discierne la parte artística de la venida de una receta añadida al past del passport licenciado en lo que pone la trama del turbado en la ofensa compartida por las marranas que tocaban en copa E, manteniendo la mirada como un tope que no aprecia en el conocimiento de cine, o entre todas las formas de hacer el feo gesto del kamasutra en un registro invertido en los tabardillos años del por ahora, o de los paseos hacia gocio del dulce de leche y coco acalladito con la diana que explota con la tralla de jurar la salud con la medicación de dralcip para hablar del juego de la eternidad dinámica con cica y gusanos como péritos y cómicos entre los reyes del secreto pegano el ortullo del dijo antiguo que se duerme a lo plastiquete del erotismo que no aporta la típica seguridad de aquella extensión o láspanas en línea recta que se pilla como un bus exacto con datos reales de títeres introductorias en el rebufo de la velocidad del bizarro empalando para independizar indígenas para poner a cantar la propuesta de todo lo contrario de seguir el último trasero visto por el próximo residente que vendrá y seguirá tocando algo de militar como homenaje a la sábana salsa.

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