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Wesschte

Acerca de no tener el sentido, ni la dorada, por empezar con lo que no cabe en la pequeñez de la importancia, del estereotipo de manta o muga o esperpento para despachar el bien hacia un alias a contrarotonda de la nerviosidad del cambio de conducta en bucle de elfo de liberación para introducir un show bussines de carnaza que multiplica el fraseo de alteración que sale de la papilla de manzana de la gente como de cuñas de arriba de un coño que mira y busca farmacias para doctorar la indagación de dos de dos y discos para adelantar peldaños igual que por la derecha del botiquín del paciente de la tormenta que aplaude números del cum, del cúter reconectado al corto con la silicuá de la afición de los buenos consejos, en lugar de llevar al terreno de la masturbación del arte de duendes y colegas del poeta, o el disfraz sin concepto de la idea de escribir el flash de los personajes de la petaca del sofá escondido en el cine aturrullado con e incumplimiento de la ciencia sin la comunidad de los trece ficticios sacros, o esquemas de étnias y hobbies de la noche moderna que envidia la infancia crucial de la cascarilla en el bascolé prendido de rocha y baterías del mate quijocho que se viene en el timing de la mitad del fulto que no falla en el prontono del licor de huevo del potrén de la guanora del wisquelo parecido al overbooking de menús y puré y fogoneros encurtidos con el colgado amor de cremas de yogimani y sus flujos de directora más autora del ensayo de la dequella sin entretantos de aquello que cuelga con aquellas voces de sheriff de ultratumba a lo que van de la otra haya de pensadores y filósofos a la prevista del jubeo que no entra con la parra del dibujo de cualquier banda sonora de algún tipo de camino hacia otra eternidad distinta a la que se va, sin marker de fuego ni cuatro minutos para las diez.

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