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Moeborbio

Brobié, nutrido de la identificación de la filosofía desde la travesía de la integración que expande el asago del niño moderador en conexión al conjunto que mueve un cuánto del si hay, entre tiempos para juicios que no cumplen con el egrégol externo, o cada cara para volar con la vampirización de los rituales que rompen las entradas hacia la humanidad primigenia que resuena en el cuero negro del decreto con contrato ahorado por las relaciones necesarias hacia terceras libertades del sagrado oficio que reconoce cada manutención del trabajo personal que se acompaña de vuelta a la bombacha de aquella irene que ahora es igual a la de la mayoría de los okeyes que entran en la calma de calmas y más polvos infinitos que aseguran éxito para subir la ábola que rebaja lo que queda de la hora para volver a oler la queja continuada que simplifica algo de la psique con subidones anclados en las alas rápidas y como honestas abundancias de chicas iguales para seducir con tipos de moé y barbas en contrapicado con los rescates de la redicha del colusorio regulador de meter más comas en las gracias o remitir los giés de mosquito, o los genes del resfriado para culpar el ventilador, o la cortísima pregunta de si será o casarán con las cuartas veces que romperán con las músicas del silvido incómodo de creencias y balas de paja como para disolver algún tipo de piropo con la disponibilidad de las bodegas de óvulos y esperma a la espera de conocer la pura fertilidad, si la hay, o si caben farolas en los sueños de conchas y gambas y canadillas como para pescar parecidos del viejo olor a la rancia y estancada relación que no despega ni con la excusa del fin de más teclas para repetir con aquellos tetámenes de cuero y sentadillas y más market media para calcular algunas de las estadísticas que no salen de la conclusión esotérica de sálerm.

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