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Acch

Chuta la acch, la doble entereza de erección que no besa la pesadez del ferné, del trailer de las necesidades del primer beso que no sabe si será equivocado o se hablará sólo de la conexión del regalo de normalizar la grieta de las galletas de chocolate matrimoniadas con todo lo figurativo en el cajón de colores y preparativos para un final feliz en el salón de demasiado pudor atravesando el pensamiento del ego, en otro bache del tiempo del dorayaki que coge tono con la entrada del último tren como cunilingus y trazos de vetiver al lado de la risa que habrá más en el piano de las tetas de brártoles y superhéroes de mandanga y novias y sillas sin estructura uniforme y equilibrios para resetear las amenazas del nivel de la consecuencia entre colegas de baño normalizados activando el comité de emergencia que se acuerda del hullahop arrestando un drama con mensaje de persona atormentada pasando por pesimismos y toses y diazepanes que dan vueltas habalndo de una futura sobredosis de los mismos mimos de testosterona y olor a metáfora de toma eléctrica, de asociaciones místicas en la toma de tierra para echar leña y calmar el duelo de prisas mandingueras que no quieren molestar a la madre leona oliendo el celo de siempre sin la ilusión eufórica del comportamiento con la capacidad del momento entrando con la seca de aquellas reinas que no sé que resultarán ser, o masturbarán los futuros toques de inteligencia, siempre por lo mismo, entre gemeliéres reconvertidos en el próximo guión.       

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