Alípori

En norma constantes fisuras reemplazantes como polos y mapuchos de la sala de nimiedades al fondo del suficiente café con mil libros y robustos clavados en tiempo de la irreconocible abrazada al ardor de la transparencia energética en la extraña bomba de hamburgo dejando el polvoriento espeso con el alípori confirmado, sin el arrepentimiento de la bebida y del pego quemado sin forma de casi todo espeso ni sin densidad de caer al espeso a medias en la oscuridad de un pedacito desgarrado junto al contestador psicológico pensando en la descraga metafísica a la mansa simbólica del afiche dúctil en el segundo vodka como girado en la mala prestada sin la culpa de la suerte de esconder para no asumir el cruce de la vendida mirada hacia el desprevenido apático de entretejer la pregunta máxima de salud y dequeísmos del personaje que pregunta sin leer los destinos sagrados sin el bloqueo levantando el dolor del par de ambos párpados de recuerdos y desdibujos nacidos de subterfugias directamente asadas con la clase de equilibrio que manda en el tema elegante de querencias y prismas sin los sellos historiando baladas y partes de la mano entusiasmada para recuperar la vital narrativa en manto de la dormida que relanza una de las últimas juergas de bulto creativo y extraorinario consciente de la agitada canción calcada al tinglado que desciende en números y atracos en casi todas las despreocupadas alternativas de sentirse con el lujo trabajado para más curiosas señas de cada parón en el interesante accidente encajado en la cadencia de un tono crepuscular de cameos acompañados con el debatido talentro como el precioso estilo de apreciar cada boca de cada tijera que cría buenas fuentes de todo el tiempo de la rutina del puro capitán que invita alnuevo pesimismo para rémoras y menos almazorcas que el almacenar vuelcos de ideas en materia y por encima del placard que se aferra al peor viaje inútil en ese orden de no entender otros consejos del lema de la calavera en timbas mujeriegas y toys y sátiras de automáticos paisajes que arman el gozo del páckaging en pleno élite general, como la otra milésima tumbadora que se mete entre bambalinas y bombachas sucias para olfatear ortos y lagos.