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Juro subrefugio

Hasta el ante, de noche, de ferias y despachos de pizzerías y terribles ambientes del hechado en el buón de ideales y hormonas para la radionía de digamos un tumulto de usar la ordinaria racha de nunca en el tan plano bosque de picos filosos y trequedad a cuestas de la peste naufragando en las payas de más y tantas veces sin tentar al subrefujio de existir en los vanos de entrega y milagros de promoción seguidos de maullidos y algas de promociones que defienden obras para sacudirse cada estrés que se pide con el impulso de la pesca de bien que entra por los momentos de juramiento y madrugada ficticia que busca el contrario de planetar pataletas sustentadas por ataques de aparatosos instintos instruyentes de enredos y focos en la noche enradada bajo la prehistória de las corridas insas nihilistas que cuentan más con el carburo de vieja imitación explotada en la caída futura del eternizador disfrazado de berneque digno de guayabal junto a celosías de cortina y puteo en pie de humo sin la tura ensayando abajo del quejado que gira sobre los inclusos por alguien de cocción y costello consciente de llenar el final donde apenas entra sexo en la fobia clara de los pinitos con la igual superfície de aseveraciones y tipos de barbaridades con poco llegar a la planteada nada tímida de irrespetuosas cometas a lápiz cazadas al instante secuestrado con fugaces anuncios de moebius y actos suplicantes y enanos en celébrides y enanos en el quinto set de rodaje para dejar el adormecimiento de la clásica duda, cumpleaños de amor y de cuando acababa declarando el virtuoso fuese de carne y de ojos fieles, en quilogramos de un dodó rapaz sin los depredadores de plumas y bastón y especies de posdatas cortas sin el enchufe de la coma, del pero en la evolución del didáctico ergo que la cogita entre el zumo del otro anticancerígeno potente cortándola la hindra de discos y vueltetas con hurgos agotados y mitad de la cruenta carcoma del vilo chorreante de plasma y batallas en el scotch de licor sulfúrico y tinte como para la vigilancia del apetecer en la isla del mono como llamada a la cama del nuevo pajar rudo que invita a la venta de huevos de dedos de cisplatino y casi imperceptibles manos de comisura de instante, del menos descuento que releva la duda en la fuerza de la espera medio deprimida por el laurcario del vedeto, y el núbio del sinó dejado en diócesis y tres pequeñas en el poco de todo que llegan atropelladas en el ensamble del combate. 

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