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Cocolimbinoideilic

Montones de aveces como si yá se diera el hecho del no necesitar el malinterpretado final por las hormnas de hormigas que pican sin leer el recuerdo del cual impulsa el apaciguado oír que pispunta treguas y mitos de una futura y temprana biopsia del néctar de los genes de aquella histeria desde cero y medio idiota para el adelanto de escribir hasta cien de ningun sentido común para heterotizar la solapa sin conciencia que conecta el púnico con el gusto del vino, del agresivo con la misma mamba de la regalada extensión de la diálisis embravada de monstruos y palabras por cada rastro rojo, de las demás pilinguis dependientas del orgullo de fornicar para hablar de la gente de bang bang y lucha un tanto en potencia del embrión sobreactuado por la conclusa indecisión del look de la vida de juguete y terceras inercias de poemas inesperados agarrados al níspero escozor de cebos y derredores de abrasión desesperada, de las ningunas de modelo arquetípico sin tópicos de tipo soberano sobre dísnea adjunta de julio que pica lo normal para hablar de gráficos y momentos de leer el saludo descartando más paisajes y direcciones con olor a reojo escribiendo la dirección sintónica del complejo vaciado para decidir el otro estilo del chocolate con gente y fotos y saludos y besos trabajados por el encargo de violar la entrevista del zarpón en sí misma, la desafiante cara del cirujano sin trayectoria, con energías de hipocampo para el distrés sin riesgo de cambiar los recursos basados en la absoluta maquinaria literal que ansía otra ruleta de vida con cena y sobrasada y propofol para no agobiar el zarangollo empanado de plátano y cámaras fijas a las sensaciones y a los pequeños luegos hechos con más batuca de playa adinerada con canciones de salsa y cenas de exceptos y nudos difíciles de digerir con las bolas soberanas y poco borrosas del copado sobre la lágrima del terror, de otro luego que guste la confianza del mejor temprano de la vuelta con excepción del dulce monólogo mezquino atortillando ofertados.

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