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Probóscide

Probando la vóscide del bosco, de don coronato, y pulpas de cada mitad de la cuenqueña salud de salitre que cuenta con la voz del enemigo absurdo, de la prueba de resistencia e interpretación del otro papel cóncupe, sin el sexo ni el olor a fornicación y stroganoff a la plancha con las defensas en cada jeringuilla de lejos, sin el cercado de otra flor con la trenza en el aparato reproductor medio capado por las otras labores de incompatibles almazuelas de una sábana desde el punto de cada hilo de vainicas y matales de hilvanar los cuatro centímetros de malañas y autogestión entre residentes veteranos y útiles manuales de trechos implicando el plan de la plaza, colgándolas a juego de té continuado, para otra valissette de bebé casi en el orgasmo comprado para los tal en preguntas de cruz y servilleta sin la custodia del texto que se azota manualmente en los cincuenta y seis primeros minutos de leche manual, para visitar el viaje sin que fuera el mismo que el de azafrán y rombos de un suicidio sin letras con sabor a paletas de carendel desde las nalgas del entendimiento que aplasta el tul de la farfala con la memela de lis en la inventada marna que corría con el tranvía eléctrico en el otro costado de la renovación de la salud al trono de la bestia que culpa la cansada enseguida lograda para visitar la grotesca ensalada de semi pintura para abrigar la cara del escote que repinta el paso afeitado del camino hacia la macabra demacrada oficina de imágenes y picores lentecitos sin los cachitos de plastilina y mejilla pegada en la cara B donde roza la bámbula del prado intercambiado vilmente con los mechuditos merengues en el curtido espacio de lunes tan pensativo y delatado para volver a crear la cera de labios en el sordomudo dominio del demasiado bar para sorbos y tangencias extras de licor y persianas al más allá de las huérfanas de puente igualitarias, con el rubor de magueyes sintetizando los códecs para seguir con el ritmo de otra belleville sin comentarla de pico y puesta a cualquier antojo del portavoz hacia la privéz dit moi, hacia la cusqueña abierta en la veledeta de panzas y trombos de zinc en bochos y recaídas de ansias entrenadas para volver a patrullar con el diazepan en la nalga de la bella dama de compañía aturdida en la presentación de los días de más colaboración con los días de larga e inquieta economía interesada en la niente voige sin el color de las alubias girando en la paella con la salsa de tomate a punto de ebullición sobre el que se mece el próximo distel distante de grasas e individualismos para ser separados del exceso de ejemplos y náuseas del tema adyacente para limpiar la segregación de división constante para acampanar la búsqueda de la próxima fachada.   

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