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Cristofué

Éram, los nos, o aquellos pocos de formato módena que limpia el acurruque dormido, dícese de tres maneras de almendras y uvas y naftalina encima los pomos dentales que encabezan el tiro monótono, medio roto por el silencio del vértigo de cada gadget sin el desbarat zurdo zafando el transcurrir del íntegro desintegro del inmenso mueble entornado por la conciencia del único universo entre córtex y los dígitos del seals entonados para entretener el fúcsia, realmente con voz mongoloide, sin el retraso de cuatro millones de las segundas retinas donde beber de la red social acompañada de migrañas y vergüenzas sin bolsillos de volantinas y trívias que mastican todo un universo de importantes analfabetos que guían otra boca sin nervios hacia el afilador de gustos que no aliñan los sonrojos de las hojas con homemade en la mente del competidor del claro círculo que empapa el herpes con la canica de carne y pasta brisa para el rebozado del final del duro teatro en tásbitos y raíles de cada recta, de cada abracadabra sin la magia precisa para desaparecer, para el miendo de retener el bulto en el fado, en el claroscuro singular que remite en la leyenda de casi trescientos oscuros e inexorables como pompas de armoniosos mendas de tipo engullido por medio del rupestre nido de camuflajes y zetas sin petar otro dulce con vista gorda y tribales tristes para refugiar el convertido pantagruélico ruido de culto urbanístico hasta otra atrevida de alta capaz como la nada fría de algo alto sin los fogones entreverando en una víbora esquina de despueses y masajes sin el after de la noche que no adelanta la inmune tragedia del atormentado tustús por las críticas y paredes de sábados y plazas múltiples y sin la principal e inofensiva interpretación de profundidad en forma de egipcias zonas y sonidos de maúllos o relinchados talleres de semifríos dentro de la publicidad del variado cupo para otra demostración de sentir disciplinas o fiebres en el vientre para esperar el precio del zafe que no existe para vivir parado y sin el ahorro matérico del sacralizado absurdo de traumas y religión y más niñas encriptadas de piernas para recurrir al diógenes de la negación hipster con el titán en la otra mano.        

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