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Zorronglón

Queda pasión, abollada para reamar otro incinerador de vapor fallado que titila con la elección de coladas muelas apuradas con la sorpresa de envejecer y atropellar hacia la tinta del amarronado destino que gira para la muestra de botones y cada eterna baraja de vainillitas y troncos de regaliz por estrenar con última primícia que arranca la fundición del corte del reo en horneadas batallas para cubrir el fuego de la garra sin más compañía que la del itinerario que gasta un buen nombre de aseguradoras y otro helos de laborables excesos brindados y cojos de arte con otro merengado de los mejores evangelios de las crónicas de sangre y mordidas requenas del sinopio fijo por el abrazo espeso que contagia el navegante pulso de hábano y crónicas de portadores de soldados en el resto de palabras de amaneceres para los canales de ganado con la sagrada disputa en el despojo de la carroña que prédica la sabiduría del peso que pasa por la turbina de la lentitud del dedal recto, del menos epopéyico que inaugura los perfumes de pus y las filiaciones del cercano baile que impone otro cuerpo de texto en la tristeza casi esperando el resultado del don que pregunta por la correspondiente cursilería buscada en el medio del cambio de la noche por el vestido de la musquitina que aporta pocas funciones mientras vuela como la noticia del cálculo de la ligera historia del pronto, de alondras y cuerpos de codorniz cegados por el tren bala sin historias despiertas ni las culpas que agarran la convicción de frenar el acoso del adiós que calcula la manera con el hilo del genital que poncha el dónde del tanto con demasiados símbolos que voltean el reentender confundido con la caspa de invisibles motas de empeños y directos multiformes para procrastinar con las barbas de viejo sepulcro comediante, de tal vez internas indiferencias como extraña conciencia que trasciende al mantecol de la fría obliggación simple de la políglota apariencia que eleva la apnea hacia el devenir de las palabras obsoletas que ciñen el conntrato de se lleva el ridículo recuerdo, o la ficción de aparte del peso que asocia lo justificado y repetido para aparentar el engreído contingente que asocia el silencio con la última dictadura sin misión categorizada por el mismo führer acrílico; no sólo el estándard funcionario de la misma necesidad que el pensamiento del momentáneo situacional sin el fin de cuentas con cables de la miss por el medio de la futura gazzeta que ya no habla del orígen añorado, ni del puro, ni del zorronglón enrollado como la indiscutible incoherencia construída por la premisa.          

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