Zingara

Séptima marginal a los opuestos del bestiario total, del oro, o la gatina perruna del mástico como mástil, como pene lánguido para el mapa del bardo de entre el rímel de inexistencias y raíles de transfeministas impuras, caídas del papel, del cual, apretón de nervios y destrechos en la labor de concretar fines de la pura totalidad del coulís sin medallones de milanesa en el momento de enamorar la tierra, la altura de echegoyén, la que mima los altos cargos del documento de cada descarado comentario para tirar del carro de dos mulos en omparación a la competencia de meros a sabiendas de nacos o fresas o remedos de televisados en escualidas escaleras punzantes como garras de tijeretas con caros ratos de baños y temblorines que piden paso al esclavo de rápidos semáforos en los luceros lúgubres sin la nueva sabia de kinoa, de confianzas renovadas para no dejar el puesto tan rápido, el tallado estrés de pretexto que prueba el día del nudo rubio y fuerte como caramelo de activar la otra celebridad que contractura la tensión del perímetro antiemergente en el producto del número oficial que corona la tríbuta como otro zingar, o manantial de sedes abiertas al tramposo plato de bocadillos y búhos que cuelan el trampolín a la otra yerba de cuello amoril, picón, pensando en secar la mancha de intenciones por la corriente puritana que embala la amnesia sin mencionar la otra letra de muestra que cambia el clítoris por el cunilingus de embarazado escuchando para seguir la misma cerrada con cada autollamada del cuerpo gastado que se ciñe a creer que no habrá comienzos para otras metas en menos ventas que tarifan tanto para articulizar con el hiel del ausente contrato de atentar el retroceso final como mero tiro de carro y chilangos de clase media baja que crea fachadas sin el platillo hecho de maíz y algodón de encaje, del mismo color que el loco dios que se carga el mantelín de melena sy pieles para reírse del último look del semen seccionado con menos volúmen para averiguar la fertilidad del ahora, del reino especial que no puede adelantar los fracasos del modo off que salpica el tatuaje y que gruñe entre los groumettes más selectivos y sanos y averiados por la rápida reseña que no aconseja mejores auxiliares para perdonar la dulzura del nuevo avatar del patio en el lugar de carreras de zánganas y postales automáticas de doble eje y estilos de recuevas y recuentos de surtidos de cumpleaños que etiquetan varones y morfeos crecidos que pudren la tarea de dibujar decoraciones con nombres y otros todos de ningún árbol de años y jaulas saltonas.