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Dildoland

Asiento libre, mediodías y panaderos en cámara lenta, en invisibles todos entre sombras, entre las empolvadas bostas de átalas, de copias y aire interminable que remata al escuchar la atracción de la mesera, la culona, la próxima cucaracha que solo desea semen en la cara fértil, en la satinada parte del erotismo en descompensadas barras de pintalabios o dildos de sangre dando el callo, el consolador humano adicto al sans grossir caramelero de lanzar la abertura del típico fracasado, sin otra receta para el pasado, para parar en tántrico en la lándia de paseo que inicia el regreso frente al retorno de la nostalgia imprescindible para actuar y atajar los preparativos para la próxima mitología cinematográfica de la mejor técnica para corroborar el trifulco de lástimas y trampas para perder, para abandonar, con los ojos perdidos en los prados inversos, que recuerdan las correas y las altitudes del bagaje entre aviones y cuatro decepticons transformados en tránsfers y debates de yogur y manipulación del noticiero del recato que cierra las líneas generales de cualquier edad centrada en diez o doce o maestros a costa del nidus entre cualquier acercamiento forzado por las épocas de bledor y castidad que preguntan por el ahora, por las feas óperas parecidas al joven enlace con las castigadas ortografía que vela por la imaginación del subido generacional por cuestión de recuperar el desenlace que debe al aislado reinvento de tipo inolvidable como para poetas y oficiales viceversas a papel de olfato como las tres tradiciones menos comerciantes pensando en los más olvidables con raya en medio y cruz y más tachones que una equivocación grave, que otro selfie sin barreras del futuro deber, del rato con canas y sin hazañas para otro siniestro sentir de malhumor y descomposición, dejando la cuenta a otro, al marrón, al místico trago de cortos y especies de infructuosos marinos, calcados al ávido populismo que amarga la presunta parodia del coast de decadencias ultraviolentas para recordar tal extremo del castro singular con la comedia de cada larvario de historietas y años de almanaque que refiere al cascabel blanquito de la joven rubia cadete en la inconcedible y releída novia para soñar en corto cieno entre cuarenta y cinco líneas de trozos en situación de guionistas y puntos de fuga tiesos e incontrolables para bajar con la norma del solamente para la franquicia digna, con la siguiente autovía para fornicar.    

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