Certezas, samuá de parecidos picardías en calco de certidumbre besada, o darían el luto adherido en el lujo sobre un luego en ludford para otro suponer de tres fisonomistas a cada corazonada del enpírico ir, del inflamado chirrido de la famosa carta de ajuste de debajo el no será, por costras y poros y contras del puro Rioja de ausencias y mañas del mapa del arrullo para decir cualquier resabio de tantas luces y vientos que transitan por el manojo de momentos y tampocos del hasta, de la caléndula impía que argumenta el aguante del gafe alzado, sentado en el rincón del escurrido recuerdo de cuentos felices, e inacabados pasajes que incendian varios inertes breves y desdes de frases temporales que no acometen de nuevo la nostalgia de un tiempo inútil que intenta despegar la pasta malolienta y podridísima de aquel disecado de dos ojos, sin quedar habeas ni pertenencias de auditorías que informan del debe y haber del libro de cálculos colgado de la pena raquítica, o casi nula de contar para más duros que un apropiado suplemento aparcado de recursos y solicitudes de ambición para complementar la redención de inexactos y silencios de disciernos de tatuados cláudicos y centros de piezas en boca que dejan de acosar la secada prójima de productos y distinguidos ergonomismos de las parciales desde lejos como escasas con las solas serpelinas de ágaves trenzados por las notas húmedas de aquellas solemnes y desnudas memorias con el líbido lazo de orillas y oro original, sonsacado de la academia de filtros imaginarios que rechinan por todo lo que no grita y arranca con el chapoteo de polen en la salvia de algodón y gorgoteo de falta, de raramente como velcro retortijado entre arañas y transparencia de contínuos fantasmas que agrandan de nuevo el bichejo común de todas las icónicas reacciones hacia más estaturas de estética y continuidad de la sospechosa crisis de intentos que agazapan los planes de comerciales continuados para la pista sentimental de la pantalla grande a lo lobo sur, del cuadro de míticos del jurásico a punto de arrollar música y literatura conaculta, con nombre de otro hacia atrás en lugar de hacia el cordel del orden de figurar con coleccionistas y alusión del rotito de rotativa e seis de dos a la vez de optar las primaveras de alimentos y perlitas repavimentadas en otras rutas viéndose al lado del normalizado pronombre de gatas y aportes de recepción, de varado y cartel percatado, enseñado por cada entojo de las vividas al suspendido atajo frágil.
Certezas, samuá de parecidos picardías en calco de certidumbre besada, o darían el luto adherido en el lujo sobre un luego en ludford para otro suponer de tres fisonomistas a cada corazonada del enpírico ir, del inflamado chirrido de la famosa carta de ajuste de debajo el no será, por costras y poros y contras del puro Rioja de ausencias y mañas del mapa del arrullo para decir cualquier resabio de tantas luces y vientos que transitan por el manojo de momentos y tampocos del hasta, de la caléndula impía que argumenta el aguante del gafe alzado, sentado en el rincón del escurrido recuerdo de cuentos felices, e inacabados pasajes que incendian varios inertes breves y desdes de frases temporales que no acometen de nuevo la nostalgia de un tiempo inútil que intenta despegar la pasta malolienta y podridísima de aquel disecado de dos ojos, sin quedar habeas ni pertenencias de auditorías que informan del debe y haber del libro de cálculos colgado de la pena raquítica, o casi nula de contar para más duros que un apropiado suplemento aparcado de recursos y solicitudes de ambición para complementar la redención de inexactos y silencios de disciernos de tatuados cláudicos y centros de piezas en boca que dejan de acosar la secada prójima de productos y distinguidos ergonomismos de las parciales desde lejos como escasas con las solas serpelinas de ágaves trenzados por las notas húmedas de aquellas solemnes y desnudas memorias con el líbido lazo de orillas y oro original, sonsacado de la academia de filtros imaginarios que rechinan por todo lo que no grita y arranca con el chapoteo de polen en la salvia de algodón y gorgoteo de falta, de raramente como velcro retortijado entre arañas y transparencia de contínuos fantasmas que agrandan de nuevo el bichejo común de todas las icónicas reacciones hacia más estaturas de estética y continuidad de la sospechosa crisis de intentos que agazapan los planes de comerciales continuados para la pista sentimental de la pantalla grande a lo lobo sur, del cuadro de míticos del jurásico a punto de arrollar música y literatura conaculta, con nombre de otro hacia atrás en lugar de hacia el cordel del orden de figurar con coleccionistas y alusión del rotito de rotativa e seis de dos a la vez de optar las primaveras de alimentos y perlitas repavimentadas en otras rutas viéndose al lado del normalizado pronombre de gatas y aportes de recepción, de varado y cartel percatado, enseñado por cada entojo de las vividas al suspendido atajo frágil.
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