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Diógenes amarillas

Bajo el cómo, en la libreta expuesta, pasada por la hora de truenos y respetos que redeciden de absurdos como el tan adentro definitivo o más enganchados al simple punto en qué imaginar presentes infelices que intentan mostrar los picores de la busca, del agujado vino niño, de la decisión de la soledad que cautiva los riesgos de recaer al vegetal porvenir sin hijos, ni plantas, ni ramos de rosetas en los nueve en propiedad que se empapan las confiadas risas reflexivas, siempre olvidadas por las palabras del síndrome sucio y levitativo sin el cariño del conocido conciso de encisar el clavel, el giro de amarillos troncos de regaliz que entran en las fuerzas seguras mirando en la incorporación del corazón que gesta movimientos y matices para entregar el sexo y las novenas que cursan otro simplemente de oro, sin la envoltura de otra esquina, abrazada al también, a las manos de la nostalgia refugiadas al trono, al todo, de sentir entre el infinito, entre los dedos, los cinco sentidos que masturban la soprano del cielo, de lo más, del aguante que también conlleva las fustraciones intactas del galo intermediario por las suplencias del pastoso grano de risotto y gorgonzola y albahaca en el filo del casi risotto amanerado con especies y casi melones de pus, de caballos o inyecciones o el inexplicable papel del ceño del pubis que destacan malas horas combustibles o estaciones secas, por las veces de luces y basureros aruñando las macetas de marihuana y píxeles y otros viejos rechazos para regalar con bombones de fantasmas y sintonías digitales para proceder a las desconocidas areras entabladas por la casual reserva de humor, lágrimas, sexo repetitivo y entonado como trozos de mapa de arte en aguajas y alguijarros sin la típica cruz de desacuerdo, del cristal, que habla emparejado con la compactada duda de si caerá otro banquete de barrio, de crecepelo de crema y embotellados en bits y teras y besos sin tres bigotes de trévis sin todo el hasta que pasa por tragar capas de cebollas y celuloides con cupos de verema versátil con el número para otro turno de encajadas y criollas crianzas con el contacto del real detalle sin la calité del calif válido para el velo de hacer veloz la voz del mismo nido de apaciguadas entrevistas del juego.

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