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Unde totae

Son totaes, revolcadas, sin frío, sin muerte total, que quema resonando en los que buscan clavos oxidados y caprichos para llegar al desánimo de los miércoles, a la media durante la terrible de alcanzar para las letras lejos del tantito tanteador que observa el cdate de lejo para perpetuar con el futuro que podría esperar intentando permanecer y emprendiendo con la junta y castillos y paraísos y sueños y un tal vez caminar hasta el puro galope que lleva al asesino en el hunde marchitado, en el próximo viaje en avión y castillos de harina y ortos bellos y más y más felaciones hasta usar el propofol para segundas entradas al futuro disco duro, al desconocido desenlace que tardará las cuatro páginas del bar perfecto en la cuestión de colores y duras decisiones para la simbiosis de la superstición sin cada obscenidad que se remarca en el fichado ejercicio del nódulo de marvel y cosicas que cascan por las veces de recordar un tiempo mejor, otro jefeceillo, otro ojalá de hoy, que dure el tres por ciento del real que conserva el olor a ambientador collado al parado silencio, imposible de encontrar con el envenenado sabor salado, como una señal que seca el cansino profundamente que sella la boca, la cruz del sacrificio, del posible melancólico que adentra la mano al mecal, al aro de fuego, de ligeras hastias, de formas de mirar y de detallar microscópicos destiempos de reflexión y voladura rota hacia claros de vida ajena al otro ajetreo de seis y dos menos algo, de noche de decadencia y chaquetinas que presentan la mente en un plato de serios varios, elegidos para el otro azar, para repetir el repelente sobre el refugio de caras de incertidumbre y montañas de nieve y montículos de buena colonia, como la última gota de chanel 5 que vuelve a levitar en el implícito de las conversaciones de invernadero y perfil de final de jaurías y vocaciones hacia los puertos y dos tablas de punzadas y nudos hechos parpadeos de atención al mantecol, a la merienda de pequeños lunares y portatos en las temáticas asustadas, como un total de treinta y tres marejadas que seguirán las chapas salinas y las otras salidas del pozo del buscador sobre el propio quisiera que no se fotografía entre otros cuantos menos el proyectado increíble de los ajenos puñados de carne y futón de hueso enfundado, capacitado para gritar y succionar las partes nobles del añadido helado que ama el aunque en el punto de intento después de escarbar otra hora.      

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